Amor imprevisto

CAPITULO 5. “INCOMODIDAD.”

Liz no tenía ni la más remota idea de a donde se dirigían.

En el cielo ya se podían ver las estrellas que a la pelinegra tanto le gustaba observar, y las cuales, habían sido su pasatiempo favorito desde su niñez.

Los recuerdos de su infancia vinieron a su mente. Recordó cuando era más pequeña, quizás ocho años y de como solía subir al techo de su casa para observar las estrellas en secreto, hasta que era descubierta por su madre, quien la regañaba para que bajara de aquel lugar tan alto y poco glamuroso. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios ante aquel recuerdo.

Gabriel, quien no soportaba más aquel silencio, optó por encender la radio. Eso era mejor que ser ignorado por la despampanante muchacha que tenía a su lado.  Por un pequeño momento creyó que, si él le daba un poco de espacio, ella quizás intentaría iniciar una pequeña charla, pero se había equivocado por completo.

Como esperas que ella sea simpática contigo después de que la obligaras a acompañarte. Le dijo su yo interior.

Gabriel quería alejar ese pensamiento de su cabeza, el cual, tomaba más fuerza con cada minuto que pasaba.

Él no podía negar el hecho de que había traído a Lizbeth en contra de su voluntad, y mucho menos ahora, cuando un pequeño sentimiento de culpa estaba comenzando a surgir en su pecho. Ya no era capaz de autoconvencerse de que había hecho lo correcto, no cuando Liz tenía esa expresión de incomodidad.

Por otro lado, Liz estaba tan concentrada en sus pensamientos que se había olvidado por completo de que estaba en el auto de su jefe, dirigiéndose a un lugar completamente desconocido.

El pesado ambiente fue cortado por una canción de Ariana Grande que comenzó a sonar por la radio.

Liz, sin darse cuenta había comenzado a tatarear la canción en voz baja mientras su pierna iba al compás de la música.

Gabriel estaba convencido de que ella estaba dormida, pero al escuchar su voz, algo en él se alivió.

El no reconocía a la artista que estaba sonando, pero se alegraba de que, gracias a ella, la tensión los había abandonado. Sin embargo, hizo una pequeña mueca y las palabras de su pequeña sobrina resonaron en su mente.

[Edes como un viejo, tenes que ver más terevisión o las chicas no te van a querer.]

Gabriel sacudió su cabeza para alejar esas palabras. Él no tenía tiempo para ser como el resto de las personas.

Sí, él tenía veintiocho años y era consciente de que a veces su comportamiento igualaba a alguien de cincuenta, pero no lo podía evitar. Él a su edad, ya estaba dirigiendo un imperio arquitectónico. Su familia y las demás personas tenían muchas expectativas puestas en él y no podía defraudarlos. A nadie.

— ¿Quién es la cantante? —Pregunto Gabriel, tratando de sonar indiferente.

Liz dio un pequeño brinco en su asiento al escucharlo hablar. Ella no esperaba que le hablase primero.

— Ariana Grande. — contestó Liz mientras sentía como se le calentaban las mejillas. En gustos musicales era bastante sencilla y no tenía un gran repertorio del cual sentirse orgullosa, ya que la gran mayoría de sus artistas favoritas eran cantantes que seguía desde su adolescencia.

Gabriel no dijo nada más y asintió con la cabeza ya que el nombre le sonaba bastante. Su pequeña sobrina vivía cantando canciones de ella y alguien llamada Selena Gómez. Había más nombres, pero no tenía tanto espacio disponible en su memoria como para almacenar nombres de artistas juveniles.

Liz quería seguir hablando con él, pero no tenía temas interesantes para charlar. ¿De qué se hablaba con tu jefe? ¿Economía? Ella no sabía sobre eso, ella solo leía la sección de su horóscopo en el periódico y a veces intentaba llenar el sudoku, nunca leía las noticias. ¿Sobre la caída del dólar? Ella ni siquiera sabía cuánto costaba. ¿El cómo manejar una empresa? Ella absolutamente no tenía idea de eso y era un tema que estaba muy fuera de sus límites. No sabía nada sobre entablar una conversación con alguien tan importante. Podría hablar de su carrera, pero estaba segura de que Gabriel se sentiría tan fuera de lugar como ella en este momento. Liz podía pasar horas y horas hablando de libros y series de Netflix, pero estaba segura de que esos eran temas poco interesantes para Gabriel. Aun así ¿qué tan difícil podía ser intentarlo? Él era sólo unos años mayor que ella o al menos eso era lo que había leído en Google. Sin duda no perdía nada con intentarlo, debían de tener algo en común.

Pregúntale que tal estuvo su día o cuál es su comida favorita. Ella podía preguntar eso, pero el problema estaba en que no poseía el coraje para hacerlo. Gabriel la intimidaba, y mucho.

Sólo háblale, no es como si te fuera a golpearte o a dejarte tirada en medio de la nada. Eso era un punto para su lado lógico. Incluso podía preguntar sobre su edad y como logró estar a cargo de una empresa siendo tan joven.

—¿Usted qué edad tenía cuando asumió la directiva de su empresa? — de haber estado bebiendo algo, Gabriel estaba seguro sé que lo hubiera escupido.

¿Usted? Sintió como si lo hubiera dado un golpe en el estómago y le hubieran sacado todo el aire.

¿Se veía tan viejo? La última vez que él se había visto en el espejo observó a un guapo y joven multimillonario por el que cualquier mujer podría perder la cabeza.




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