Amor imprevisto

CAPITULO 8. “VISITA”

Gabriel, ahora que tenía a Liz frente a él, no sabía que pregunta formular, o más bien, no sabía por dónde comenzar sin que sonara como un lunático acosador. Ésta era su oportunidad de indagar más sobre su secretaria, pero aquí estaba, sin habla.

¿Qué le voy a decir?; Lizbeth, dime, ¿qué clase de mujer eres para que ya no te desee? ¿No es eso algo siniestro incluso para mí?

Gabriel estaba teniendo una lucha interna que lo hacía querer morir.

Por otro lado, Liz estaba demasiado confundida e intrigada con todo lo que estaba sucediendo. ¿Por qué de la nada quería realizarle una entrevista? ¿No se suponía que no la despediría? ¿Quería regañarla por algo? su cabeza estaba a punto de explotar debido a todo lo que estaba imaginando.

Liz tragó saliva y se armó de valor para mirar a Gabriel a los ojos. Si él quería saber de ella pues que preguntase, ella iba a responder a todo, le iba a demostrar que valía la pena tenerla como secretaria, que no tenía nada que ocultar.

— ¿Entonces? — La voz de Liz salió milagrosamente armoniosa. Nadie sospecharía que estaba hecha un manojo de nervios.

—Entonces—Gabriel suspiro—, comencemos por tu trayectoria laboral—. Liz suprimió una mueca, pero contestó gustosa.

—Llevo trabajando desde hace años, pero principalmente me he desempeñado en atención al cliente y como camarera ya que son trabajos que se pueden realizar a medio tiempo. Aunque, esa es información que debió de leer en mi curriculum antes de acceder a contratarme. — contesto Liz. No quería especificar que comenzó a trabajar desde los dieciséis años, y que, desde entonces nunca se detuvo.

Gabriel asintió con la cabeza. Ella era mayor de lo que aparentaba y no sabía que tenía un largo recorrido laboral. Recordó cómo había arrojado el curriculum tras solo leer el nombre. Ver que tanto Lucía como Amelia aprobaban su incorporación a la empresa no lo hizo indagar más. Si ellas estaban de acuerdo, él no tendría problemas.

Grave error de mi parte. 

Liz desvió la mirada sintiéndose un poco cohibida cuando se dio cuenta de que Gabriel había comenzado a estudiarla en silencio. ¿Cuál sería su siguiente pregunta?

Gabriel estaba por abrir la boca, cuando un joven delgado y pecoso en un uniforme completamente rojo y sombrero en forma de hamburguesa se situó al costado de ambos.

— ¿Están listos para ordenar? —. El chico miró a la pareja un poco nervioso.       

Liz y Gabriel desprendían un aura especial, atrayendo más de una mirada. Al parecer, destacaban bastante en aquel lugar. Después de todo ¿Quién va a un local de comida rápida cuando tu traje vale más que el lugar? El pobre chico estaba aterrado. Aun así, pese a toda la autoridad que Gabriel desprendía, miro a Liz en busca de ayuda. Él no tenía idea de que ordenar. Ni por asomo había leído el menú de aquel sitio.

Liz tomó una profunda bocanada de aire y se obligó a no colocar los ojos en blanco. Tomó en sus manos la carta y se hizo cargo de la situación.

—Para mí, una hamburguesa de doble queso, una porción de papas fritas y un refresco, por favor—. Liz sonrió amablemente y el joven asintió con la cabeza mientras garabateaba el pedido en su libreta.

—Y yo quiero lo mismo que ella. —dijo Gabriel ante la mirada interrogativa del muchacho pecoso. Cuando este pareció estar conforme con sus anotaciones, se dio media vuelta y desapareció con el mismo silencio que había aparecido.

—Retomando lo anterior—manifestó Gabriel sin perder un segundo de tiempo—, ¿Cuál fue su último empleo?

Esa era una pregunta fácil para Liz.

—Trabajaba en un local de comida familiar—ella miro el sitio sintiendo nostalgia—, como éste.

Gabriel levanto ambas cejas y trato de imaginarse a Liz en un uniforme similar al de aquel flacucho chico. Los resultados eran demasiado graciosos y una sonrisa se formó en su rostro sin darse cuenta.

Liz contemplo a Gabriel con asombro y casi, solo casi, estuvo a punto de abrir la boca y comenzar a babear. Esta era la primera vez que veía una sonrisa como esa en su rostro. Se dijo a sí misma que después de todo, Gabriel también era una persona. La sonrisa de fue tan hermosa que se sintió encandilada. Sentía como su corazón comenzaba a latir más rápido.

— ¿Estudias o estudiaste algo? — pregunto Gabriel, para cambiar de tema.

Esa también era una pregunta fácil de contestar.

—Si, actualmente me encuentro preparándome para mi último año de universidad. —respondió Liz. Esa fue una respuesta corta y precisa.

— ¿Qué estudias? —. Gabriel sintió algo más de curiosidad, y sin darse cuenta comenzó a pensar en un trabajo en el que su perfil encajase. De la nada se le vinieron niños a la mente. Se imaginó cuan amorosa y sonriente seria con los pequeños. Liz parecía ser de las personas cálidas que atraían sin problema a las personas.

Concéntrate. Se dijo a sí mismo. No estás aquí para interesarte más en ella.

 —Fisioterapia. —contestó con evidente orgullo en su voz.

No era la respuesta que esperaba, pero admitía que también era una carrera que encajaba con ella. Tendría un buen futuro a largo plazo. No le costó imaginar a Liz ayudando a otras personas con su rehabilitación. Sin duda, tenía que ser una chica inteligente para estudiar una carrera de ese tipo. Las carreras el área de la salud eran algo complejas que demandaban mucho estudio y dedicación.




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