Amor incantatores

Temor

"El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos" -Pitágoras-

DAMINOS

La luz de la mañana me obliga a abrir los ojos, me siento descansada pero inquieta al mismo tiempo, el sueño que tuve en la noche, aún no me deja tranquila. Cuando mis pies tocan el suelo, me doy cuenta de que estoy descalza, miro mis manos y tampoco tengo los guantes puestos, ¿en qué momento me los quité? Bueno, eso no tiene relevancia, pienso. Observo con mayor detenimiento la habitación y quedo admirada por la belleza que me rodea. Anoche me encontraba tan cansada que no pude reparar bien en ella, la luz mañanera que me despertó proviene de un gran ventanal que al acercarme permite divisar todo aquello que rodea el castillo, un lago apetecible, unas cuantas casas de palmas y barro, pero sobre todo, un gran bosque en el que no me gustaría perderme en ningún momento; veo movimiento en la aldea así que decido tomar un baño para luego salir a conocer un poco el lugar en el que habitaré por lo que parece un tiempo indefinido, espero que la primera impresión que tuve de la aldea sea equivocada y que al contrario de lo imaginado, encuentre calidez y cordialidad entre sus habitantes. Tan ensimismada estoy en el paraíso que observo, que no me di cuenta cuando la puerta se abrió. La persona que entró por ella tomándome por sorpresa me abrazó. 
-Buenos días- Doy la vuelta para mirar al individuo que me tiene en sus brazos y veo una sonrisa muy conocida y reconfortante, con mis brazos rodeo la cintura de mi hermano. 
-Te extrañé anoche, pensé que vendrías a acompañarme como siempre- Le miro sin soltarlo. 
-Lo sé, estaba muy cansado, vine a verte y dormías, incluso te acostaste sin cenar, ¿descansaste?- Me preguntó, mientras me acariciaba la mejilla izquierda con su mano un poco callosa por los duros trabajos que tuvo que realizar para llevarme alimento a la cabaña. Mi padre nunca se encontraba y cuando aparecía ya había oscurecido; el pensamiento de mi hermano trabajando, sudando y sufriendo por mi culpa, mientras yo le causaba más problemas de los necesarios..., es tortuoso- ¿Qué ocurre?- me pregunta con una mirada preocupada, me veo obligada a sonreír para tranquilizarlo. 
-No es nada, es sólo que me siento un poco relajada, revitalizada y protegida entre tus brazos hermano de mi alma- me abraza fuertemente, me da un beso en el cabello y muy suavemente me dice- Yo siempre te protegeré Dami, mientras estés conmigo nada malo te va a ocurrir, lo prometo- Su mirada es sincera, segura y un poco dura, decido cambiar de tema- ¿tú descansaste?- 
-Sí, dormí muy cómodamente, sin embargo, esta mañana cuando desperté y fui a tomar un baño, me percaté de que mi equipaje estaba perfectamente acomodado en el vestidor, se me hizo un poco extraño, porque yo estuve toda la noche en la habitación y no sentí movimiento, así que he venido a mirar si te encontrabas bien y si te había ocurrido lo mismo- 
-No me he percatado de eso, me estaba fijando en la espectacular vista a las afueras de mis aposentos- Volteo mi rostro, le suelto y me acompaña a admirar tal imagen perfecta. Miro a mi hermano y él se encuentra absorto, con la mirada puesta más allá de la aldea, el lago y el bosque, está fijo en algún punto de las montañas que están más alejadas- Te da un poco de envidia ¿verdad?- le provoco. 
-Muy bonita tu habitación, pero yo tengo algo que tú no- me mira burlón y yo alzo una ceja- ¿Ah, sí? ¿Y qué será?- Le pregunto, disfrutando del juego. 
-Tengo... dentro de mi habitación... un... cuarto de baño gigantesco- Doy un respingo sorprendida, él me sonríe, yo sonrío y de un momento a otro, prorrumpimos en una risa catártica que me hace doblar por dolor en el diafragma. 
-Eso debo verlo- Le digo, superando los últimos vestigios de la risa 
-Cuando quieras, es más, vamos no te puedo dejar muriendo de la curiosidad- me toma del brazo. 
-Espera- se detiene, me suelta y me mira confundido- Tal vez cuando vuelva, primero debo tomar un baño y después tengo planeado salir a conocer la aldea. Si quieres podemos ir juntos- Propongo esperanzada, nada me haría más feliz que ir con mi hermano en una excursión improvisada a los alrededores del castillo. 
-No Dami, en otro momento vamos juntos, sin embargo no impediré que vayas, pero eso sí, mucho cuidado y desayuna antes de salir, anoche no cenaste; ah y recuerda decirme todo lo que hagas, con quién te encuentres y qué te diga, ¿vale?- 
-Vale- accedo poniendo los ojos en blanco, a veces es demasiado sobreprotector- ¿Tú qué harás mientras estoy fuera?- preguntó curiosa 
-Tengo que arreglar unas cuantas cosas con el señor Towsdent- Dice el nombre con un tono de voz extraño... lo dice... con... cariño; me quedo pensativa y recuerdo el sueño que me visitó mientras dormía, el beso, la suavidad de su rostro y labios... "Sólo fue un sueño"  me repito, pero no puedo evitar sonrojarme. 
-¿Qué sucede? De pronto te has quedado callada- 
-N-Nada, tomaré un baño, no te preocupes por mí, estaré bien y por supuesto desayunaré antes de salir, muero de hambre- Le sonrío, beso en la mejilla y salgo inmediatamente de la habitación. 
Una vez en el pasillo, trato de ubicarme para encontrar el cuarto de baño y tomar una ducha que borre de mi mente el recuerdo del sueño y la sensación de los labios de Alana. Después de revisar puerta por puerta, ya que existían muchas, algunas cerradas, otras no, otras simplemente sin nada dentro de ellas, logro encontrar finalmente el sitio en el que me refrescaré tranquilamente. 
Abro la puerta y entro, al alzar mi vista de los pisos enlozados que estoy admirando mi boca se abre por la impresión, detrás de la cortina y cubierto por el vapor, hay un hombre, su olor varonil penetra en las profundidades de mis fosas nasales y descubro de quién se trata... Alana Towsdent... avergonzada trato de retirarme de la habitación, pero mi cuerpo no reacciona, me obligo a apartar la vista de aquella perfección desnuda y sonrojada me armo de valor para salir sin ser descubierta. 
-¿Quién está ahí?- Escucho preguntar a mis espaldas. Debo decir algo, o no, mejor me quedo callada y así no se da cuenta de que he entrado, me quedo quieta para no hacer ningún ruido y espero a que piense que es su impresión y que no hay nadie aquí, cuando retome su ducha, pues la ha suspendido para preguntar, me largaré sin ser vista. 
Sigo de espaldas al lugar en el que se encuentra Alana, y doy un respingo sorprendida cuando una mano helada me toma del brazo y me hace girar. Frente a mí, está él, sonriendo burlonamente, mientras yo me ruborizo de vergüenza. 
-M-Mm... Yo... Yo lo siento... E-Estaba bus-buscando el cuarto de baño y... y no me percaté que había a-alguien du-duchándose- Me explico tartamudeando y sin mirarle a la cara, tengo los ojos cerrados mientras deseo con todas mis fuerzas desaparecer. 
-No te preocupes, yo ya estoy saliendo, disfruta tu baño- Me dice mientras suelta mi brazo y sale apresuradamente. 
No puedo creer lo que acaba de suceder, al menos él no sonaba ofendido, respiro hondo y trato de tranquilizarme, abro los ojos, y al mirarme el rostro, ahogo un grito. Una mujer con labios y ojos hinchados, despeinada y sonrojada, es la imagen que me devuelve el espejo. 
¡Ah! Él, el hombre al que le di mi primer beso, aunque él no lo sepa, pues fue un sueño, me vio así... ¡Así! Lloro para mis adentros. Decido no torturarme más con mis pensamientos y tomar mi baño, debo hacerlo rápidamente si no quiero que Bartén me ponga problemas para salir a la aldea ya que se está haciendo tarde. Cierro mis ojos y me relajo mientras el agua caliente cae sobre mi cuerpo, el baño se llena de vapor y no puedo evitar volver a recordar la imagen desnuda (aunque sólo se observaba una sombra) del dueño del lugar en el que habito.



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En el texto hay: amor, magia

Editado: 17.07.2018

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