Amor incantatores

Olvido

"Olvidar, en muchas ocasiones en vez de significar una pérdida, es todo lo contrario,  una ganancia que te permite empezar de cero" -Daniela G-

DAMINOS
El dolor me atenaza fuertemente y me hace soltar un alarido estrepitoso, no entiendo cómo el cuchillo se ha resbalado y me ha cortado el antebrazo izquierdo. ¡Vaya suerte, como si jamás hubiera preparado la cena! Pienso con rabia mientras me dispongo a recoger el reguero de verduras que están esparcidas en el suelo. 
Bartén entra velozmente en la cocina, agitado, pálido y con lágrimas surcando su rostro, me preocupo y me levanto del suelo quedando frente a mi hermano que se ha apoyado en la mesa de la cocina, al verme suspira profundamente, sonríe aliviado y la rodea rápidamente; ya iba a abrir mi boca para preguntar qué ocurría cuando él me levanta en sus brazos y ríe medio llorando. 
-¿Qué pasa hermano?- No aguanto más la incertidumbre y le pregunto, no es propio de Bartén estas muestras de afecto cuando es posible que alguien lo vea, eso sólo sucede mientras estamos a solas, y esta no es una ocasión similar. Me devuelve al sitio en el que me encontraba.
-¿Por qué no estás en tu cuarto? Me has pegado un susto de muerte Daminos, pensé que habías muerto ¡Santo Dios!- Exclama mi hermano, mientras camina de un lado para otro en la cocina halándose los cabellos fuertemente.
-¿Pero qué dices? Ni siquiera he salido de casa Bartén, voy a hacer la cena y deseo dar un recorrido por la aldea, ¿te gustaría acompañarme?- Pregunto ilusionada con la idea.
-Ya has dado un recorrido por la aldea Dami- Me mira extrañado y roza mi mejilla- ¿Recuerdas lo que pasó?
-Claro que sí- Bartén suspira profundamente aliviado, semblante que desaparece una vez inicio mi relato. –Acabamos de llegar de un viaje muy largo, mi padre nos ha enviado a este lugar y yo me he quedado dormida en cuanto he tocado la cama, pero ya me he levantado y muero de hambre ¿tú no?-
-S-Sí, eres muy amable Dami. Gracias.-De su rostro no se aparta la incertidumbre, inseguridad y miedo, así que decido distraerlo enviándolo por el señor Alana.-Podrías avisarle al señor Alana que la cena ya va a estar lista- Al mencionar a Alana, su rostro da cabida a otra emoción, una que no logro descifrar.
-¿Sabes dónde está?-
-Sí, en el estudio, no sé bien en dónde queda, pregúntale a Fausto- No me deja terminar la frase pues sale apresurado de la cocina. -¡NO TARDES!- Grito a la nada.
Mientras termino de organizar la cena no puedo evitar sentir que hay una laguna en mi mente, algo que debo recordar y que me es imposible lograrlo, lo intento hasta tal punto que me invade un fuerte dolor de cabeza sin ningún tipo de resultado. Cansada y con ganas de abandonar la cocina, esperaba todo menos la llegada de Estefany.
Estefany es una mujer bajita, ojos verde esmeralda, cabello lacio, rojo y corto, nariz fileña, de tez blanca y es la esposa de Fausto, la conocí esta mañana cuando desperté en mi habitación, me saludó alegremente mientras terminaba de arreglar mi equipaje en los roperos, el cuarto de baño gigantesco de la habitación me permitió relajarme de un cansancio y pesadez que jamás pensé que padecería. Descubro arañazos en mis piernas que no son más que simples roces, imagino que del trayecto del viaje. Mi estómago duele, pero debe ser porque no me he alimentado desde que salimos de casa. 
Me cambio de prendas y dirijo mi mirada hacia el ventanal que me da un panorama espléndido de la aldea, hay un lago que no puedo dejar de mirar e imágenes tratan de sobrepasar la inconsciencia para alojarse en mi consciencia, sin embargo lo único que obtengo es un fuerte dolor de cabeza.
El roce de la mano de Estefany con mi antebrazo me saca de mis cavilaciones mentales.
-Esto hay que suturarlo- Con esa afirmación me hace palidecer, le tengo pavor a las agujas.
-¿Su-Sutu?- Aclaro mi garganta- ¿Suturarlo? Yo no creo que sea necesario, vieras que ni me duele, mejor ayúdame con la cena, pues si no es mucha molestia, no quiero incomodarte.
-No te saldrás de esta tan fácilmente, ven te tengo que curar eso pronto, después nos encargamos de lo que comeremos- Me resisto un poco y mirándome de reojo mientras me arrastra a una habitación cerca de la cocina, me advierte- Dami, entre más pronto mejor- No puedo evitar sonreír, cuando en la habitación le pedí que por favor me tuteara su expresión me indicó que no le gustó mucho la idea, sin embargo acaba de mencionar mi nombre con un cariño propio de... de una madre... creo, no estoy segura, al fin y al cabo nunca tuve una, así que no sé cómo hablan ellas, pero, me gusta mi nombre cuando lo dice Estefany. Ella malinterpreta mi semblante de nostalgia con uno de preocupación por lo que inevitablemente se aproxima, se detiene, me toma por los hombros y mirándome suavemente a los ojos me dice –Yo también le tengo miedo a las agujas, cuando pequeña tuve que pasar por cosas que me traumaron de por vida, pero si te prometo que no te dolerá en lo absoluto ¿me creerías?- Asiento y me sonríe, me da la espalda para avanzar y me limpio un par de lágrimas que amenazan con brotar de mis ojos húmedos, espero que no se haya dado cuenta de esto. –Muy bien, hagámoslo pronto que la cena aguarda y el señor Alana con la comida no es muy paciente- Suelto un risita mientras ella me sonríe y me adentro a la habitación con el miedo ya casi desaparecido.
-Listo, ¿dolió?-
-No, gracias.- Me sonríe y me acaricia el cabello. -¡MAMÁ! ¡MAMÁ! A qué la encuentro primero. No, yo la encontraré primero- Escuchando estos gritos miro intrigada a Estefany. –Mis hijos- Susurra y con un dedo en los labios me indica que guarde silencio, asiento. 
En pocos minutos la puerta se abre estrepitosamente, haciéndome saltar sorprendida. Un niño bajito como Estefany, del mismo color de piel que Fausto mira sonriente y triunfante a su mamá; mientras salta encima de ella grita fuerte ¡LA ENCONTRÉ DE PRIMERO! 
-Te he dicho que controles tus gritos Mateo- Le reprende cariñosa pero severamente Estefany, mientras esto sucede en la puerta aguarda temerosamente un niño igual, increíblemente igual que el otro, pero este tiene el color de piel de su madre... espera un momento Daminos, ¿gemelos de diferente color? Esto es imposible, los gemelos son genéticamente exactos ¿o no?
Estefany se percata de mi estupefacción y me dice simplemente "luego te lo explico", coge en brazos a sus dos niños y abandonamos la habitación, yo con curiosidad y los niños contándole a su madre las travesuras que tienen planeado hacerle al primo cuando se encuentren, no puedo evitar contagiarme con su alegría y olvidando todo nos reímos de sus cuentos mientras organizamos la cena, increíblemente el antebrazo no me molesta en lo absoluto.



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En el texto hay: amor, magia

Editado: 17.07.2018

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