Amor incantatores

Confusión

"A menudo confundimos lo que deseamos, con lo que es" -Neil Gaiman

DAMINOS
No he podido dormir, aún estoy pensado en qué pude haber hecho para molestar de una manera tan extraordinaria a mi hermano. Mis ojos no dejan de expulsar lágrimas y mi visión cada vez se torna más borrosa, sin embargo es mejor que enfrente el problema de raíz así que mejor voy a hablar con Bartén de una vez por todas. 
Hay ruido en la parte baja del castillo... ¿una mujer en la casa? Esa no es Estefany, y en el castillo sólo estamos nosotras dos. 
-Mi hermana me ha enviado a revisar la casa como todas las noches señor, ya me dirigía a la habitación cuando me he encontrado con el señor Bernard en la entrada- 
¿Bernard? ¿Y quién es ese? Pero sobre todo ¿quién es esa mujer que nunca había escuchado y mucho menos visto? Me levanto de la cama y me dirijo hacia la puerta de la habitación cuando escucho pasos en las afueras de mis aposentos, abro la puerta lentamente con la intención de no ser descubierta, fracasando estrepitosamente. 
-Hola hermosa dama- Estoy absorbida por la mirada azul intensa de este hombre, que aprovechando mi estupefacción ha tomado mi mano carente de guantes y se encuentra depositando en ella un beso. Tiene unos labios realmente suaves y no entiendo el por qué deseo desde lo más profundo de mi corazón que bese los míos. 
-¿Qué cree que está haciendo?- Unos grandes brazos que reconozco como los de mi hermano, están sujetando fuertemente el cuello del chico que asumo es Bernard mientras este sólo sonríe causando así que mi hermano se enfurezca todavía más ¿Pero qué le sucede? Definitivamente está loco, y por primera vez me estoy refiriendo de esta manera a mi hermano, sus celos ya han llegado a un punto límite, santo Dios, simplemente fue un beso a modo de saludo. 
Bernard no soporta más la actitud de mi hermano y desapareciendo la sonrisa que adornaba sus hermosas facciones reduce de una manera veloz a Bartén. Mi hermano no puede respirar y eso me hace dar un paso adelante y hacer una breve reverencia a la persona que en estos momentos agrede a mi hermano. 
-Por favor, deténgase- 
-Si lo dice la hermosa dama, por supuesto que lo haré- Me sonríe y sin más suelta el cuello de Bartén, el cual al parecer agradece el hecho de poder tomar aire en sus pulmones. 
-Se lo agradezco- Una lágrima silenciosa recorre mi mejilla derecha e intento que no se den cuenta de ello, sin lograrlo, ya que una mano muy masculina, pero suave me la enjuga. 
-Lo lamento, madame. Me he dado cuenta de que he sido muy rudo con su pareja, de verdad lo lamento, pero por favor no llore- ¿Mi pareja? ¿Quién? ¿Bartén? 
-Oh no, no, no. Él no es mi pareja, es mi hermano. Mi único y amado hermano- Bartén baja la mirada y por su postura corporal me doy cuenta de que se encuentra entristecido por la situación que estamos viviendo, menos mal. Aparto la vista de él cuando escucho la voz del hombre que me consoló segundos anteriores. 
-Ya veo. Entonces muy buenas noches, mi nombre es Bernard Towsdent- ¿Towsdent? -Sí, soy primo de Alana, el dueño de este castillo y la verdad es que no estaba enterado de que la habitación que siempre he ocupado en mis días de visitante se encontrara ocupada por una hermosa joven a la que mis ojos no pueden dejar de admirar.- Me sonrojo con el cumplido del cual soy musa y no puedo evitar dedicarle una sonrisa a Bernard. 
No me di cuenta de que junto a nosotros estaba otro hombre, mucho más atractivo y al cual no había tenido el placer de conocer. Al igual que Bernard, este delicadamente posa un beso en mi mano causándome un estremecimiento y un fuerte dolor de cabeza me invade cuando pienso en que ese momento ya lo había vivido, sus labios sobre mi mano y el mismo sentimiento que poseo en el momento. 
-Bernard, retirémonos por un momento, permíteme mostrarte tu aposento- 
-Claro, con permiso madame- Me hace una pequeña reverencia y me da la espalda para seguir los pasos del otro hombre. 
¿Madame? Debo corregir esto, no me gusta ni nunca me ha gustado ese término, prefiero que me llamen por mi nombre, cosa que a Bartén no le hace mucha gracia. ¿Bartén? Oh no, que no se haya marchado. 
Como lo había pensado Bartén ya se había retirado a su habitación, antes de siquiera darme cuenta, así que aquí me encuentro con la esperanza de que me abra la puerta. 
-¿Hermano, estás ahí?- 
-Pasa- 
Al abrir la puerta la habitación me llevo una gran impresión, la cama está desordenada, la mesa está volteada sobre sus patas y toda la ropa de Bartén se encuentra tirada en el suelo. 
-¿Qué pasó?- Me dispongo a voltear la mesa cuando mi hermano me agarra fuertemente de los brazos y me golpea contra la pared. No lo suficientemente fuerte como para causarme un daño, pero sí como para que me doliera la cabeza. 
-¿Qué haces en mi habitación? ¿No te había pedido que te marcharas? ¿Eres sorda?- Mi visión se torna borrosa una vez más por las lágrimas y Bartén se percata de ello, así que me suelta y me da la espalda cabizbajo. -Dime, qué quieres Daminos- 
Tal vez no sea el mejor momento para hablar así que decido apartarme de él y retirarme de la habitación, no sin antes darme cuenta de que la relación que tenía con mi hermano se ha fracturado de una manera, muy a mi pesar, aparentemente irremediable; y lo que más miedo me causa es que no puedo hacer nada al respecto, porque ni sé qué es lo que está sucediendo. 
Al salir de la habitación, mi cuerpo se desploma y sin querer me encuentro al lado de la puerta de mi hermano arrodillada, llorando y con mis manos cubriendo mi rostro. Mi cuerpo tembloroso, se ve arropado cálidamente por alguien grande y fuerte que desprende un aroma mucho más que varonil y seductor e inmediatamente me invade una sensación de tranquilidad y paz, como si estuviera sumergida en un riachuelo de agua cristalina y serena. Al levantar mis ojos hacia la persona que me está abrazando, me sorprendo al sentir una punzada de decepción al encontrar a la persona que no esperaba, pero sin dejar de experimentar un aleteo fuerte en la boca del estómago. 
Bernard me sonríe, y me descubro mirando anhelantemente su boca, sin embargo, algo me saca de mi ensoñación y me hace mirar hacia la puerta de mi hermano. 
-Te aconsejo que te retires a tu habitación- ¿¡Qué?! Tenía intención de reprochar ese comentario tan irrespetuoso, pero la mirada que Alana me dedicó me hizo entender que no había discusión frente al tema. Con la mirada gacha, dolor de cabeza y la tristeza torturando mi corazón me adentré en mis aposentos con deseos de descansar. Deje a Bernard sin siquiera despedirme y la verdad es que en el momento no me interesa eso en lo absoluto. Oigo cerrar una puerta, creo que han entrado a hablar con mi hermano.



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En el texto hay: amor, magia

Editado: 17.07.2018

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