-¿Qué tenemos aquí? - la voz que se escuchaba como un gorgoteo era de una ave de rapiña que encontró la cena de ese día - es poco, pero me saciará el hambre.
Comenzó a picotear la espalda del pequeño cuerpo que yacía sobre una roca en medio de la corriente del río.
-¿Zaeli, eres tú? - la débil voz provenía del pequeño cuerpo.
-Aún estás vivo, hace mucho que no ingiero la cena caliente.
La ave de rapiña estaba a punto de dar el picotazo final cuando otra ave, compañera suya, se abalanzó sobre ella.
-¡También quiero comer rata caliente!
-¡Yo vi primero esta ardilla!
-¡Lo que sea! ¡¡Comparte!!
-¡No, es muy pequeña! ¡¡Quedaré con hambre!!
-Tengo que sobrevivir - se dijo para sí mismo mientras la pelea se disputaba sobre él - mi hija y mi amada Zaeli me esperan. Giró la cabeza hacia un lado y pudo observar que la corriente llevaba una rama. Hizo su mayor esfuerzo, se zambulló y logró aferrarse de la rama.
-¡¡Mi comida!! ¡Es tu culpa!
-¡Será solo mía!
Las dos aves alzaron vuelo y se abalanzaron contra el pequeño cuerpo que se sujetaba a la rama. Ambas aves luchaban en el aire por ver quién era la primera en atraparlo.
-¡¡Te tengo!! ¡Yo te vi primero, así que eres mi cena!
La otra ave aceptó su derrota y se fue.
-¡Suéltame! - gritó papá Olber - ¡Mi hija y mi Zaeli me esperan, no las defraudaré!
-¡Cállate comida! he perdido mucha energía como para dejarte ir.
Olber forcejeaba para soltarse, las garras lo sujetaron con más fuerza. El ave subía cada vez más. Tenía que escapar, así débil no podía hacer nada si se posaba en la copa de un árbol. Con sus incisivos mordió la garra del ave, con un grito lo soltó. Olber se precipitó ganando velocidad durante la caída.
-¡No te escaparás! - la voz que antes se escuchaba como un gorgoteo se volvió gutural por la ira.
El ave bajó en picada, durante el descenso supo que perdió su presa, inmediatamente renunció a ella.
Olber caía con los ojos cerrados, la caída le parecía eterna. Abrió los ojos y debajo de él una roca enorme lo esperaba, tomó posición fetal y pasó por un lado del pedrusco a gran velocidad para finalmente sumergirse en el agua.
Nunca perdió la esperanza de ver a Viky y a Zaeli.
Olber emergió, con esfuerzo nadó hasta la orilla y descansó debajo de la raíz prominente de un árbol próximo, para su sorpresa cerca de él había un árbol de mora y los frutos estaban en el suelo, prácticamente a su alcance. Comió hasta quedar satisfecho.
-No hay tiempo que perder, tengo que regresar - intentó ponerse de pie, todo el cuerpo le dolía, caminar iba a ser difícil por el dolor que sentía en la pierna derecha. Buscó una rama ideal para poder caminar con su ayuda y emprendió el viaje de regreso a casa. Sabía que su adorada hija y su cariñosa Zaeli esperaban su regreso.
Zaeli, en un rato de quietud pensaba en los cinco días que han transcurrido desde la pérdida de papá Olber. La alegría en su hogar estaba ausente. Viky no comía bien y todos los días se sentaba en la entrada en la silla que papá le había hecho, con la puerta abierta auguraba en todo momento el regreso de papá. Mamá le insistió en varias ocasiones que cerrara la puerta, pero ella se negaba rotundamente hasta que le dijo - ¡Mi papá regresará! Mamá con lágrimas en los ojos no dijo nada más y le dio libertad a su sentimiento, pues ella sentía lo mismo.
Mamá llevó a Viky un poco de agua de fresa y moras dulces para cenar. La oscuridad de la noche desvelaba un cielo hermosamente estrellado, soplaba un suave viento que agitó el pelaje de Viky. Mamá fue a organizar las camas para dormir. Viky se puso de pie, mientras cerraba la puerta algo le llamó la atención, su corazón se aceleró, a lo lejos vio la silueta de alguien que se acercaba caminando con dificultad. Desde lejos no podía ver de quién se trataba, pero su corazón sabía quién era.
-¡¡Papá!! - gritó y corrió hacia ese alguien que se acercaba lentamente, sus lágrimas se esparcían por el aire.
Mamá al escucharla sintió que algo que le hacía falta regresó a ella. También salió corriendo. Al llegar a la puerta vio a su hija abrazando a alguien que descansaba sentado en el suelo.
-¡Mi Olber regresó! ¡La vida le sonrió! - mientras corría hacia ellos gritó gracias a ese algo que lo protegió y lo ayudó.
Al llegar y ver el rostro demacrado de Olber se puso a llorar, eran dos sentimientos encontrados, alegría por verlo nuevamente y saber que está bien, y tristeza por el estado en que está. Múltiples rasguños por todo el cuerpo, pelaje arrancado de raíz. Sus cuidados y los de su hija ayudarán a que se recupere pronto.
Viky, mamá Zaeli y papá Olber se abrazaron y lloraron de felicidad al poder reunirse de nuevo.
-Ya regresé. Las amo.
El amor que los une es inefable.
FIN
Editado: 30.11.2020