Me acerco a gatas hasta la puerta balcón, al correr la cortina no se ve absolutamente nada. Inclusive el puente Banpo, desapareció totalmente de mi vista a causa del aguacero. «No puedo dejar que Jimin se vaya bajo estas condiciones...», pienso con preocupación. Miro la hora en mi celular, son las doce de la noche.
— Noona, ¿Cómo sigue la lluvia? Suena como un concierto ahí afuera.
— Si... Está lloviendo a baldes. ¿Viniste en tu auto?
— Sí, vine en mi auto. ¿Por qué? ¿Ya me vas a echar y estás viendo si puedo llegar a casa sin empaparme?— hace un pequeño puchero, que me enternece hasta el último vello del cuerpo.
— No seas idiota... —respondo cariñosamente —Sólo a una inconsciente se le ocurriría decirte que te vayas debajo de este aguacero. A ver si todavía, termino teniendo la culpa de que te accidentes y vienen todos a lincharme a la puerta... Vas a tener que quedarte aquí esta noche, me parece. Puedo prepararte mi oficina. El sillón es reclinable y puedes dormir cómodamente allí—la palabra sillón lo descoloca por completo. Al momento que la oye, todo su rostro se transforma en un gran signo de pregunta.
— ¿El sillón de tu oficina? ¿Estás hablando en serio?— me mira triste. «Por favor Vicky no te rías»
— ¿Qué estabas esperando?
— Pues...
— ¿Pues?
— Pues esperaba que me dejaras dormir contigo... —mi Victoria interior está saltando de alegría a partir de esa declaración, pero no voy a permitir que sea tan obvio.
— Vamos a hacer algo, veamos una película y mientras tanto pienso que hacer contigo. Depende de cómo te portes.
— Me parece un buen trato. Me portaré tan bien, que vas a querer que duerma contigo todas las noches— sonríe tan adorablemente que sólo tengo ganas de estamparle un beso en ese preciso instante, pero me contengo. «Tranquila... Ohhmmmm»
— Eliges tu— digo mientras le paso el control— Eres el invitado así que te cedo el mando.
— Ohhh, pero que gran honor. ¿Mmmm, que podría ser?— abre la app de streaming y se pone a mirar el inicio— K-dramas, Anime, Comedias románticas... Espera... ¿Te gusta el terror?
— Sí que me gusta, pero para verlo acompañada— ay sí, la táctica vieja y confiable de la damisela en apuros.
— ¿Qué tal ésta?— señala una película de terror que ya vi cuarenta veces. «Pues la veré cuarenta y una»
— Me parece excelente... Es una noche ideal para el terror ¿No lo crees? —los truenos que retumban por todos lados, no pueden ser más oportunos.
— Tienes razón —responde sonriendo, aunque puedo notar que intenta controlar sus saltitos con cada trueno que suena afuera.
Luego de que la película comenzara a correr, uno de sus brazos pasa por sobre mí, atrayéndome contra él. Me permito reposar mi cabeza sobre su hombro, recibiendo su cabeza sobre la mía en respuesta y, además, su mano libre tomando la mía por sobre sus piernas. Su dedo pulgar se mueve en círculos sobre mi piel, causándome un pequeño estremecimiento ante el contacto.
— Tus manos son suaves, Noona...—dice, al tiempo que entrelaza sus dedos con los míos, después de haberme acariciado el dorso de la mano por unos minutos.
En una hora y media de película, Jimin me habrá apretado la mano sobresaltado unas diez veces, acompañando esto con un pequeño saltito. Me causa mucha gracia verlo asustarse. «Supuestamente iba a ser yo, la damisela en apuros», pienso.
La película era lo menos interesante de todo, después de todo ya la había visto. Lo más interesante era el contacto de mi piel con la suya, la suavidad de aquella pequeña mano que sostiene la mía. Sus dedos son cortos, finos y suaves. No puedo concentrarme en ninguna otra cosa que no sea este momento, pensando en cómo se sentirían las caricias de esa mano que sostengo.
— Noona...— ninguna respuesta— Nooooooona— susurra en mi oído, alargando la palabra como un chicle.
— ¿Hmm?
— ¿Otra vez estabas en las nubes? La película terminó.
— ¿Ya? Oh, no me di cuenta— respondo avergonzada, cuando me doy cuenta de que me perdí casi toda la película pensando en cosas indebidas.
— ¿Qué tanto piensas que no prestaste atención a nada y me dejaste asustándome sólo?
— Literalmente asustándote...
— Ah, de eso sí te diste cuenta ¿No?— intenta fingir enojo, pero sus suaves facciones no son capaces de reproducir ese sentimiento.
— Perdón... Debo confesar que ya vi esta película más veces de las que puedo contar— la verdad no ofende.
— ¿Y entonces por qué me dejaste ponerla?
— Porque quería estar cerca de ti— respondo, sonriendo tontamente para no perder la costumbre.
— Tramposa...— posa un rápido beso sobre mi frente, para luego mirarme todo sonriente.
— Un poquito— guiño el ojo pícara— ¿Te parece si vamos a dormir?
— ¿Me porté lo suficientemente bien cómo para que me dejes dormir contigo? Prometo no hacer nada más que dormir-— con una mano toca su pecho mientras levanta la otra en señal de juramento— A menos que quieras hacer otra cosa, en cuyo caso...
— Puedes dormir conmigo, sí. —interrumpo bruscamente. Preferiría esquivar el tema por el momento —Déjame buscar algo para que te pongas porque ese pantalón no se ve muy cómodo para dormir. Salvo que sea el último grito de la moda en pijamas incómodos...
— Ok, busca algo bonito para mí.
— Confórmate con que no te quede por las rodillas...— mido poco más de metro y medio, eso dice todo.
Me levanto y paso sobre sus piernas que están estiradas en el suelo por debajo de la mesa ratona. Ya en mi habitación, abro la puerta del ropero en busca de un pantalón de Jogging que no tiene hecho el doblez, por lo cual me queda súper largo. Además tiene cordones para ajustarlo, Jimin es fibroso pero flaquito y lo más probable es que termine con el pantalón por el piso al segundo de ponérselo. «Aunque eso tampoco estaría mal...» CALMATE VICTORIA. La imagen del torso desnudo en la video llamada de antes vuelve para perseguirme.