Amor inesperado /pjm

20.

imin no me saca la mirada de encima. Sigue ahí, en silencio, esperando que empiece a hablar. Supongo que lo mejor va a ser empezar por el principio, voy a tratar de no omitir nada, si es que puedo hacerlo sin llorar.

— Cuando tenía treinta años, unos amigos me presentaron a un hombre —comienzo a relatar mi historia, mientras mis dedos se enredan entre sí, de manera totalmente involuntaria —Resultó ser que ya nos conocíamos, habíamos sido compañeros de primaria. No le había prestado atención en ese entonces, a decir verdad, pero ahora tantos años después, se había convertido en un hombre apuesto así que al menos, logró captar mi atención. Debo ser honesta contigo, nuestra relación empezó siendo solo sexo. Durante unos cuántos meses, eso fue todo lo que sucedía entre nosotros. Me di cuenta de que, en esos momentos, era bastante bestial; pero supuse que era una cuestión del calor del momento, así que no le daba tanta importancia y trataba de seguirle el juego.

— ¿A qué te refieres con bestial? —pregunta, interrumpiéndome. En aquel pequeño silencio que sigue a su pregunta, Jimin toma mis manos, que no paran de moverse, entre las suyas. Sus ojos buscan los míos y puedo notar cierta tristeza en ellos. Sé que lo que viene es peor, pero no quiero esconderle esto. No puedo hacerlo, si quiero que me comprenda del todo. 

— Pues... Era agresivo en la cama. No es que me golpeara ni nada de eso, simplemente era bruto. No sé cómo describirte esto, me da algo de vergüenza, Jimin-Ah.

— Está bien, cariño, continúa... —sus ojos me miran fijamente, prestando atención a cada palabra que sale de mi boca.

— Bueno... Después de unos meses me propuso ser su novia y, estúpidamente acepté la propuesta. Desde ese preciso instante, las cosas empezaron a cambiar. Se ponía celoso de mis amigos, me llamaba todo el tiempo preguntando lo que estaba haciendo y cosas por el estilo. Se había vuelto posesivo... En realidad, siempre había sido así, sólo que no me lo había demostrado. Era la primera vez que alguien decía amarme, su excusa era que me amaba demasiado y tenía miedo de que alguien me alejara de él, que por eso era tan celoso. Supuse que tenía lógica algo así, puesto que no tenía experiencia en lo que el amor significaba.

— ¿Vas a decirme que hasta los treinta años nadie te dijo que te amaba? —la tristeza de sus ojos ahora está mezclada con un dejo de sorpresa. Probablemente no entienda como es que a mis treinta años, todavía no tenía experiencia en ser amada. 

— No realmente, sólo había tenido relaciones cortas que jamás derivaron en nada. Si bien me había enamorado antes, no había sido correspondida.

— ¿Te enamoraste de él?

— No lo sé. No lo creo... Mirando hacia atrás, supongo que mi necesidad de ser amada era tal, que acepté el supuesto amor que me ofrecía. No debí haberlo hecho...

— ¿Por qué? ¿Qué pasó? —su creciente interés, me pone algo nerviosa. Tengo miedo de que me juzgue, de que piense que soy una idiota por haber aceptado las cosas que acepté. Pero, de nuevo, no puedo ocultárselo. 

— Unos meses después, se mudó a mi casa. Yo vivía sola en una humilde casa que mi padre me había dejado, porque se había ido con una mujer. Ese fue el peor error que pude haber cometido. Las cosas fueron de mal en peor. Se fijaba en todo lo que hacía, pretendía su ropa bien planchada, la casa reluciente, la comida preparada y a mí totalmente presentable cuando llegara de trabajar, siempre me ponía a su madre como ejemplo. Supongo que su complejo de Edipo iba más allá de todo... —el nudo de mi garganta, ya estaba empezando a apretar. A pesar de no ver una pizca de juicio en sus ojos, me da terror continuar. Aunque así lo hago, decidida — No sólo eso, si no que era insaciable y pretendía tener sexo todas las noches. Todo esto sin importar si yo llegaba de mi trabajo tan cansada, que no podía ni moverme. Cada vez que algo salía mal o me olvidaba de hacer lo que me pedía a causa de mi cansancio, empezaba a gritarme toda clase de cosas que no voy a reproducir ante ti. Pero con que sepas que eran degradantes e insultantes, es suficiente —mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas. Sé que la peor parte está por venir, así que tomo un momento para juntar oxígeno e intentar frenar el llanto que está a punto de desatarse. 

— Cariño... No es necesario que continúes si no quieres —Jimin, notando que mi ánimo no hacía mas que ponerse cada vez peor, amorosamente acaricia mi rostro.

— Estoy bien... Eres la primera persona, fuera de mi gente más cercana, a la que le cuento esto. Creo que es justo que lo sepas, si realmente quieres seguir este camino conmigo. —no estoy bien, para nada. Mientras estoy vocalizando todo eso, dentro de mi cerebro se reproducen imágenes, como en una película. Imágenes que, hubiera preferido enterrar para siempre. Jimin arruinó más planes de los que creía, pero agradezco que lo haya hecho. 

— No hay nada que puedas decir, que me haga querer alejarme de ti —me dice, posando sus manos sobre mis rodillas y agachándose frente a mí, para mirarme.

— Bueno... La cosa es que su posesión se volvió tan seria, que me aisló de todos. Inclusive de mis padres. Ya no me permitía ver a nadie y si el salía con sus amigos, me llamaba para comprobar que seguía en casa. Por lo general, cuando eso sucedía, volvía borracho y se ponía agresivo. Para serte franca, me obligaba a tener sexo con él, de una manera para nada amable. Al principio trataba de resistirme, lloraba, le pedía por favor que parase, pero después de un par de veces, simplemente comencé a resignarme y hacía lo que me decía —las lágrimas caen de mis ojos, sin que pueda controlarlas, sólo con recordar la imagen de ese hombre sobre mi cuerpo, violentándome, tratándome como si fuera una simple muñeca de látex. Ese era el recuerdo que más temía. El recuerdo de haber sido violada, por alguien que decía amarme. 

— Noona... ¿Cómo pudo alguien tratarte así? —Jimin intenta, fracasando miserablemente, limpiar mis lágrimas con la manga de su camiseta —Si algún día lo viera, le rompería todos los huesos, por atreverse a tocarte así.




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