Un largo rato transcurrió en total silencio, los dos abrazados mirando el paisaje que teníamos delante. Me sentía como en una película de Hollywood, en la que una mujer promedio por la que nadie da ni dos centavos, termina en los brazos del galán que todas quieren. Básicamente es algo así, salvo que Jimin no es solamente un galán o un sex symbol. Es un hombre dulce, amable y cariñoso, capaz de comprenderme sin juzgar y aceptarme sin querer cambiar nada de mí. Más que una película, es un libro de ciencia ficción. Jimin es un ser del más allá. No digo que no tenga defectos, los tiene, pero las cosas más importantes que necesito en un hombre, son justamente su fuerte.
Al momento de volver, Jimin rompe el silencio para decir una sola cosa.
— Noona... Quiero que si algo te molesta, que si hago algo mal o te lastimo de alguna manera, no me lo ocultes. También quiero que me digas si hay algo que no quieres que haga o diga, por favor. Quiero ser alguien en quien puedas apoyarte y confiar, no alguien que deprecies —sus palabras, tan sentidas, traspasan la poca armadura que me quedaba.
— Así lo haré, pero quiero que me prometas que tu harás lo mismo conmigo ¿Si?
— Sí, cariño —me abraza por los hombros mientras caminamos y yo sujeto fuertemente su cintura, apoyando mi cabeza sobre su costado.
El camino de bajada fue sencillo, no tuvimos necesidad de soltarnos ni una sola vez. Desde la cima, hasta la base, bajamos sosteniéndonos como si fuéramos cada uno el pilar del otro. Al acercarnos a la casa, vemos a Jin volver con una conservadora en las manos y riéndose de sí mismo.
— ¡¡JIMIN-A!! ¡¡NOONA!!! ADIVINEN LO QUE ATRAPE —grita en medio de sus propias carcajadas.
— ¿Un zapato? —Jimin lo mira intentando adivinar.
— ALGO MEJOR —Jin no puede parar su risa.
— ¿El par completo? —Pregunto, siguiendo con las adivinanzas.
— ¡¡NO NOONA!! En lugar de un pez, atrapé esto —saca de la conservadora un objeto redondo que me resulta familiar — ¿Alguien necesita una ruedita de entrenamiento? —estalla de nuevo en una carcajada —Estaba convencido de que había atrapado un pez gigante, ya estaba pensando en cómo iba a cocinarlo... Les juro que por mucho que tiraba, la línea no regresaba. Resultó ser que esta ruedita estaba atrapada entre unas piedras del fondo y yo estuve como un idiota luchando por diez minutos.
Todos nos echamos a reír, inclusive Hobi que regresaba se su caminata y había escuchado el final de la historia.
— Jin hyung, siempre fracasando para no romper la tradición —comenta entre risas.
— Ya verás, algún día atraparé algo —Jin responde con cara de seguridad.
— Si... Un resfriado —Jimin colabora con las bromas haciendo que todos nos sigamos riendo en el jardín.
Al entrar a la casa, nos encontramos con Tae y Jungkook todavía enfrascados en la lucha. RM y Suga no están por ninguna parte. «Necesito una ducha, estoy toda sudada», pienso.
— Jimin-Ah, necesito una ducha urgente —comento, dirigiéndome hacia la habitación.
Escucho sus pasos detrás de mí y, apenas entrar a la habitación, diviso la puerta del baño que la habitación posee. No había tenido tiempo de prestarle atención, gracias a la interrupción de cierta persona.
— Cariño, hay una tina en el baño de esta habitación. Después de lo de recién quizás quieras relajarte un poco...
— ¡Qué bien! Sí, me encantaría un baño de inmersión —respondo, sonriendo.
Saco algo de ropa de mi bolso, la dejo sobre la cama y tomo una toalla para dirigirme al baño. La tina es enorme, ideal para meterme hasta la nariz. Abro las canillas para regular la temperatura y mientras se llena, busco alguna lista de música relajante en mi teléfono. Encuentro unas sales de baño en la estantería junto a la tina, así que coloco un poco en el agua. Jimin continúa en la habitación, no tengo la menor idea de lo que está haciendo. Una vez el agua está lista, me quito la ropa y me hundo en el agua tibia, apoyando la cabeza contra el borde de la tina y cierro los ojos. Tan concentrada estaba en mi relajación, que no pude escuchar la puerta abriéndose, ni tampoco escuché a Jimin entrando.
— A ver, a ver —abro mis ojos para encontrarme con él, totalmente desnudo frente a mí —Parece que hay lugar para uno más aquí. ¿Me dejas espacio?
— Tenía la sensación de que esto podía pasar. Ven aquí, cariño... —me corro hacia adelante, dejando espacio detrás de mí para que pueda pasar.
Jimin se sienta detrás de mí, dejándome apoyar mi espalda sobre su pecho. Mis brazos descansan en sus rodillas mientras él me abraza por la cintura. Un beso es depositado sobre mi cabeza. La paz que siento ahora, mientras su abdomen sube y baja al ritmo de su respiración, es inconmensurable. Jamás me había sentido tan tranquila y despreocupada.
Jimin levanta mi cabello en un rodete hecho con total inexperiencia, toma una esponja del costado, la empapa en agua y frota jabón en ella.
— Ya que estamos aquí, por lo menos salgamos limpios ¿No crees?
Empuja mi espalda un poco hacia adelante y comienza tallando mis hombros con la esponja, para luego dedicarse a mi espalda. Hace todo de una manera tan delicada, que ni yo podría hacerlo mejor. Pasa la esponja por mis brazos y enjuaga todo.
— Date vuelta, cariño...
Hago lo que me dice, entrecruzando mis piernas con las suyas por debajo del agua. Estamos frente a frente, mirándonos sin decir una palabra. Jimin vuelve a llenar la esponja de jabón y regresa a su tarea, empezando por mi cuello para luego enjabonar el resto de mi parte frontal. Luego del enjuague, le saco la esponja de las manos.
— Dame eso, pequeño
Llenando la esponja de jabón, recorro delicadamente su pecho y su abdomen, dejándolo totalmente cubierto de espuma.
— Esa espuma me está molestando, no puedo verte entre tanto jabón. —digo, al tiempo que enjuago su cuerpo con algo de agua — Ahora está mejor...