— !!!Ya voy!!! —respondo en un grito que me sale del alma. El estruendo hace que el enmascarado pegue un pequeño saltito —Hoy es tu día de suerte, zorra. Ya vuelvo —Jade me mira extrañada, sin terminar de entender el sentido de mis palabras.
Me pongo las zapatillas a toda velocidad y me acerco a la puerta del ascensor que, por supuesto y cómo no podía ser menos, está en la planta baja. Mi dedo pulgar aprieta el botón con desesperación una y otra vez, como si eso fuera a apurar los trámites, mientras mi corazón salta desbocado dentro de mi pecho. Una vez consigo entrar presiono el botón para ir a la planta baja, totalmente fuera de mí. Habiendo llegado abajo, abro la puerta del frente tomando a Jimin de la mano y arrastrándolo intempestivamente hacia dentro del ascensor. No le doy tiempo ni siquiera de saludar, porque quito su mascarilla de un tirón, estampando un beso en sus labios de manera inmediata. Sus manos rodean mi cintura, abrazándome con fuerza mientras mueve sus labios sobre los míos, mordiendo con desesperación mi labio inferior en el proceso.
— AUCH. Yo también te extrañé Jiminie —nuestros ojos se encuentran de repente y una lágrima furtiva empieza a querer escaparse, siendo atrapada por uno de los dedos de Jimin, que la seca volviendo a besarme.
— Vicky... cariño... Noona... Necesitaba tanto esto... —su frente se apoya sobre la mía, dejándome sentir su acelerada respiración cuando su pequeña nariz queda pegada a mi rostro.
— Y yo —respondo, posando un último besito sobre sus labios hinchados por el reciente intercambio. «Debería avisarle que no estamos solos», pienso recordando que Jade se encuentra sentada en mi cocina —Cariño... Mi mejor amiga está en mi apartamento. Acaba de llegar de Argentina hace apenas un par de horas. No te esperaba hoy... —mis ojos lo miran suplicando que no se vaya, que se quede conmigo aunque haya una invitada.
— Está bien, cariño. Con tal de estar contigo ya no me interesa nada. No me vuelvo a separar de ti. Te lo dije...
Una sonrisa estúpida aparece en mis labios de repente. Dejándole saber lo enamorada y tonta que me tiene con sólo una expresión. Un hondo suspiro sale de mí, en cuanto las puertas del ascensor se abren y quedamos plantados frente a mi apartamento.
— Hey, tranquila cariño. —Dice, tomando mi mano. Fresco como una lechuga —Quiero conocerla, de todos modos. Aunque sea de esta manera inoportuna...
Sólo fue cosa de abrir la puerta, para que Jade diera un respingo en su silla al vernos entrar. Helada es poco, está totalmente paralizada y, por primera vez, sin palabras. Sólo llega a balbucear un "lo sabía" antes de que Jimin se acerque a ella y le extienda la mano para saludarla.
— Buenos días, mi nombre es Park Jimin —se presenta cortésmente, tal y como es su costumbre. Me causa mucha gracia que Jade no sea capaz de articular dos palabras de corrido, una vez que tiene lo que quería frente a frente.
— B-Buenos días... Mi nombre es Jade —está tartamudeando como una idiota y eso hace que tenga que suprimir una risa —Un gusto conocerte, Jimin.
— Ahí tienes lo que querías —comento socarronamente, mientras me acerco a la barra de la cocina a prepararme un café. No parece, pero me tiemblan las piernas de los nervios. Puedo notar la mirada de Jimin recorriéndome entera, no termino de comprender si aprueba o no el cambio que está viendo.
— ¿Qué querías? —le pregunta Jimin a Jade, arrugando su nariz.
— Pues... Quería saber quién había logrado llevarse a esta maravillosa mujer —responde Jade, recuperando el aliento.
— Ah, era eso —su sonrisa repleta de dientes blancos se hace presente, en una mueca de orgullo personal. Cómo si se hubiera ganado un trofeo o algo así — Ahora ya lo sabes.
— Hola... Estoy aquí, por si no se dieron cuenta —los increpo mientras el negro líquido cae dentro de mi taza e intento frenar los temblores incontrolables. Jimin se acerca a mi, pasando por detrás de Jade y me toma por la cintura sin previo aviso.
— ¿Vas a ofrecerme algo para tomar? Acabo de llegar... —posa un suave beso sobre mi mejilla y, a todo esto, Jade está con la mandíbula por el piso observando la escena. Puedo sentir el color rojo intenso de mis mejillas, a medida que el fuego de mi interior se enciende sobre ellas.
— ¿Café?
— Me parece excelente —responde Jimin tranquilamente, sentándose en una de las banquetas altas de la barra de la cocina.
El timbre vuelve a sonar, esta vez debe ser la pizza. Ya no parece que Jade tenga hambre...
— Yo voy —dice mi amiga muy diligentemente.
— Toma —le extiendo la mano con el dinero, para pagarle al repartidor.
— No, no. Nada de eso mi querida. La pizza corre por mi cuenta, ya me diste terrible regalo.
Debería decir que, por su trabajo, Jade tuvo que aprender coreano obligatoriamente, si es que quería viajar. No tuve que oficiar de traductora, cosa que me facilitaba bastante la presentación. Pero esto último, me lo dijo en el castellano más castellano posible.
— ¿Qué dijo? —Jimin extiende su mano hacia mí, mientras espera su respuesta. Me acerco hacia él, ya con las tazas de café servidas, alcanzándole una de ellas. El café de su taza desaparece rápidamente. Ahora que lo veo mejor, las ojeras marcadas y su piel más pálida de lo normal, me hacen notar lo cansado que está.
— Una estupidez —respondo cortamente — ¿Dormiste, cariño? Te ves fatal...
— No. Apenas bajamos del avión dejé las cosas en mi apartamento y vine hacia aquí. Eras más importante tú que cualquier cama —me acerca un poco más a él, tomándome por la cintura para abrazarme y apoyar su cabeza sobre mi pecho — ¿A ti que te pasó? ¿Estuviste comiendo bien?
— Pero por Dios. Si. Estuve comiendo bien... ¿No te gusta como me veo? —un pequeño puchero se forma en mis labios, apenas decir esto. Jimin alza su vista hacia mí, tomándome por la barbilla y plantando un beso en mis labios.