Amor Inmarcesible

Capítulo VIII. Ego

La noche del compromiso ha llegado y todo está listo. El jardín está divinamente decorado. En cada detalle se nota el buen gusto. A Rayan le gustan las cosas bien hechas. Toda la familia de Rayan y la de Tareq está presente. No invito a nadie del linaje, pero considerará invitarlos a la boda.

Todos lucen muy contentos, especialmente la madre de Rayan quién no cabe de la alegría ya que pensó que su hijo no la invitaría. Rayan también sonríe, no por comprometerse con Sonya sino porque está cumpliendo su palabra. Para él no hay nada más valioso que el honor, pero cuando ve llegar a Mirah su sonrisa desaparece. Se ve tan hermosa, aunque su rostro no transmite ninguna emoción.

Para Mirah el arreglarse para este día fue más difícil de lo que pensó. Se siente triste y no entiende por qué, si debiese estar feliz por su hermana menor. Con decisión sale al jardín donde esta toda la familia y cuando ve a Rayan entiende todo. Le gusta Rayan más de lo que creyó.

El rostro de Rayan luce feliz, su barba retocada y perfil estilizado lo destacan de todos los demás hombres en el jardín. Viste una túnica negra hasta las rodillas con pantalón de tela color blanco y zapatillas negras. Su estatura de 1.82cm y su contextura atlética hace que la mayoría de la ropa le encaje perfecto. Es un hombre con cara angelical y mirada perversa, lo que lo hace tremendamente atractivo.

La ceremonia de compromiso ya debería de haber comenzado. Rayan observa el reloj. Detesta que lo hagan esperar.  

—Iré por Sonya. —Dice, Nailea, al notarlo incómodo. Rayan asiente y observa a Mirah que aparta la mirada de él.

Pasan los minutos y Sonya no llega. Rayan no aguanta más la incertidumbre y camina hacía dentro de la casa, pero Badra una de las hermanas de Tareq lo intercepta.

—¡Luces guapísimo! —Le sonríe con descaro. Rayan no contesta y sigue su paso. —¡Espera! No se ve bien que entres a buscarla. —Rayan se detiene. Gira un poco y todos lo observan. Tareq luce muy tranquilo platicando con su familia.

—Me haces un favor, Badra.

—El que quieras guapo. —Expresa, sin vergüenza alguna.  

—Ve por Sonya y dile que si no baja en cinco minutos yo iré por ella. —Badra sonríe y asiente. Rayan toma un vaso con agua y trata de serenarse.

20 minutos más pasan. Todos comienzan a impacientarse y la novia aun no baja. Tareq mira su reloj y camina hacia dentro de su casa. Rayan lo observa sin decirle nada, eso debió hacerlo desde hace rato.

—Hermano, ¿sucede algo? —Pregunta, su hermano mayor, Alí.

—No pasa nada. Ya sabes como son las mujeres.

—Entonces, sosiégate porque ya se te nota la incomodidad. —Alí es el único hermano que se atreve a decirle algo a Rayan. Los demás no cuestionan nada y se limitan a obedecerle.

Diez minutos más pasan y el límite de paciencia para Rayan llega a su fin. Ninguna de las dos familia entiende lo que esta pasando y el por qué de la demora para iniciar la ceremonia de compromiso.  

—Iré a ver que sucede. —Expresa, la mamá de Sonya.

—No. —Demanda, Rayan, con autoridad. —Iré yo, señora Fátima.

Camina furioso hacia dentro de la casa en busca de su prometida. No puede creer que le este sucediendo esto. Se dispone a subir las escaleras cuando Badra nuevamente lo intercepta. Ya lo tiene harto.

—No está allí. —Le dice, coqueta.

—¿Dónde está? —Pregunta, acercándose y Badra suspira su aroma perdiéndose en la mirada rabiosa de Rayan.

—En el hospital. Akram la llevó. Tareq y Nailea se fueron tras ellos. —Rayan la ve, desconcertado. Badra sonríe. —¡Uy, pobre de ti, Rayan! Te han visto la cara y de qué manera. —Pasa su dedo índice por el pecho de él.

—¿De qué hablas, Badra? ¡Dímelo claro! —Le grita, sujetándola de los brazos.  

—Pero ¿por qué me gritas? Yo no tengo la culpa. —Hace pucheros ridículos. —Eres tú él que cometió un error al elegirla a ella y no a mí. —Rayan la suelta, en este momento no está para celos estúpidos de alguien que no le interesa para nada. Sale de la casa y se sube a su auto rumbo al hospital.

De camino al hospital coje su celular y llama a su hermano Alí.

—Alí, saca a toda la familia de esa casa ahora mismo. 

—Pero, entonces, ¿no habrá compromiso? —Rayan aprieta el volante con fuerza.

—Alí. ¡Haz lo que te digo! —Cuelga y al llegar al hospital sus emociones se intensifican. No le gustan los malditos hospitales. Tareq, Nailea y Akram están en la sala de espera.

—Podrían explicarme, ¿qué demonios pasa con mi prometida? —Pregunta, irascible. Akram se pone de pie y lo ve con enojo.  

—Rayan, no es lugar para armar escándalo. Hablaremos en un lugar privado. —Explica, Tareq, restándole importancia. Rayan se siente ofendido. ¿Quién carajos se piensa es?

—¡Hablaremos ahora mismo! —Le exige y Tareq reacciona violento. Lo sujeta fuertemente del cuello de su túnica haciendo que lo mire a la cara.

—¿Crees qué es una pregunta, imbécil? —Espeta y Rayan esta anonadado. ¿Acaba de decirle imbécil?




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