Amor Inmarcesible

Capítulo XIV. Sin salida

La celebración termina y todos suben a los coches para regresar a casa. Su madre no deja de despotricar en contra de su propio hijo y Nailea. En cambio, Lila va en silencio y con la mirada perdida en todo el camino.

—Lila, ¿te encuentras bien? —Pregunta, Mirah, al verla en ese estado.

—¡A ti que te importa! —Responde, sin mirarla. Mirah guarda silencio y no dice nada. Entiende que para ella significa haber perdido todo.  

Llegan a casa. Tareq y Nailea no han llegado aún. Lila se encierra en su habitación sin hablar con nadie. Mirah sigue su camino hacia la suya. Pensativa por el encuentro que tuvo con Ryan comienza a desvestirse, se desmaquilla y se da un baño. Mañana hablara con su hermano. Sale del baño y busca su pijama. Cuando se está vistiendo escucha gritos de angustia y mucho ruido. De repente el ruido cesa y un silencio triste ha envuelto toda la casa. Mirah intenta terminar de vestirse lo más rápido que puede para ir a ver que sucede, pero cuando abre la puerta Aida está en la entrada.

—¿Qué sucede? —Pregunta, preocupada.

—¡Quédese en su habitación, señorita! —Se interpone en la puerta.

—¡Apártate, Aida! —Intenta quitarla.

—Lo lamento, no puedo dejarla pasar y así tenga que luchar contra usted para evitar que salga, lo haré. —Mirah la ve a los ojos y hay mucha determinación en su mirada. —El señor Rayan viene en camino. —Mirah, se queda de piedra. Tiene que ser algo grave.

—Pero, dime ¿qué está pasando? —Pide, nerviosa.

—Algo ha pasado entre la señorita Lila y la señora Nailea. —Mirah la aparta con fuerza y sale a prisa hacia la habitación de su hermano.

Antes de entrar hay mucha sangre en el piso. Badra al ver la escena sale corriendo a su habitación. Le tiene pánico a la sangre. Mirah ingresa con cuidado de no pararse sobre ella. Nani Suhaila está sentada en la cama llorando y va a su lado.

—Nani, ¿qué ha pasado? —Nani no puede hablar por el llanto. —¡Por favor, nani! ¿Mi hermano está bien? —Nani niega con la cabeza.

—¡Alá! ¡Es una tragedia! —Llora, desconsolada. —Lila hirió con un cuchillo a mi niña Nailea y luego se lastimo ella misma cortándose las muñecas. ¡Alá, Alá, Alá! ¡Mi corazón no puede con tanta tristeza! —Mirah la abraza.

—Pero Nani, ¿cómo pasó todo esto si acabamos de llegar? ¿Es grave? ¿Dónde se las llevaron?  

—Tareq salió como loco con Nailea hacia el hospital y tu madre y la señora Zayda llevan a Lila.

—¡Van separadas! ¡Por Alá! No van a atender a Lila si Tareq no se hace cargo. —Coge su celular y le marca, pero no contesta. —Iré al hospital. —camina hacia la puerta y nuevamente Aida se interpone.

—Señorita Mirah. Le pido por favor, no salga de la casa. No es bien visto que salga sola. ¡Alá, piénselo! —Mirah no le hace caso y sale de la habitación. Coge su hiyab, se lo coloca y baja las escaleras con decisión. Camina hacia la gigante puerta de madera que está a unos metros. Al abrirla se encuentra con Rayan.

—¿A dónde vas? —Pregunta, acercándosele hasta quedar frente a frente. La observa de pies a cabeza asegurándose de que está bien. Detrás de él hay tres hombres que parecen ser sus guardaespaldas.

—Yo… yo voy al hospital. —Responde, nerviosa. Rayan la mira fijamente con mucha seriedad.

—¿Sola? —Las manos de Mirah comienzan a sudar.

—No se lo que ha ocurrido con mi hermano, Nailea y Lila. Necesito saber como están. —Aparta sus ojos de la mirada fría de Rayan.

—¿Por qué no respondes tu celular? 

—Rayan, con esto que ha pasado no me di cuenta de que me llamaste.

—Regresa a tu habitación. —Le ordena.

—Pero yo nece…

—Mirah. —Dice con autoridad. Mirah sabe que no puede desobedecerlo, así que agacha su cabeza y regresa adentro de su casa.

—Hasan. —Su jefe de seguridad se coloca a su lado. —Ayuda a Tareq con la policía. Asegúrate que les faciliten todo y deja a alguien cuidando la casa. Mirah no debe salir. —Este afirma con la cabeza y Rayan sube a su coche retirándose del lugar.

—¿Quiere que le haga un té señorita? —Pregunta, Aida, cuando ve entrar a Mirah a la sala.

—¿Dónde esta nani?

—En la cocina, preparando el té. —Mirah va en su busca.

—Mi niña te he estado buscando. —Dice, nani al verla. —Habló Tareq y dijo que la policía viene en camino que no hay que tocar absolutamente nada de la habitación. —Pone dos tazas de té en la encimera.

—Nani, ¿cómo están ellas?

—¡Ay mi niña! Tareq me dijo que ya las están atendiendo a la dos, pero no han dicho nada los doctores. —Le comenta, angustiada. Mirah suspira y el timbre de la casa comienza a sonar. —Es la policía, ve a tu habitación mi niña, ¡Yala! —Le indica con la mano que se apresure.

Mirah coge su té y se va a su habitación. Lo que ha ocurrido es grave. Le gustaría estar con su hermano dándole apoyo, pero no puede ir sola al hospital. Cierra con llave su puerta y hace su oración de la noche. Ha pasado una hora. Nani le avisó que la policía ya se fue.  Tareq le habla; no saben nada de ellas todavía, no han salido los doctores.  Mirah no puede más con la angustia y busca a nani Suhaila.




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