Capítulo XVI. Baraka
—¡Hola, ingrata! —Nailea sonríe al otro lado de la línea a pesar de cómo se siente.
—¡Hola, amiga! —Su voz se escucha más ronca de lo normal.
—¿Qué te sucede? Tu voz esta extraña.
—Acabo de vomitar, pero ya estoy bien.
—Espera… ¿acaso es lo que imagino? —Pregunta, sorprendida.
—Sí, lo es. —Dice, con felicidad.
—¿No es muy pronto? ¿Cómo te sientes? —Su amiga Miranda se preocupa mucho por ella.
—Tal vez, pero me siento feliz.
—Entonces, yo también estoy feliz por ti. —Espeta, contenta e inician una larga platica donde Nailea le cuenta por todo lo que ha pasado los últimos días; el veneno y luego el ataque de Lila. Su amiga no deja de decir improperios.
—¡Desgraciada Lila! Ahora sí, tiene lo que se merece. —Nailea a pesar de todo siente una profunda lastima por ella.
—Me da tristeza su vida. Su amor por Tareq la cegó. —Se recuesta en la cama al sentirse un poco mareada.
—¡Es una loca! Y tú no deberías gastar tu energía en ella. ¡Intentó matarte! ¡Por Dios!
—Lo sé, Miranda, pero le pido a Alá que la ayude. —En el corazón de Nailea no podía albergar rencor por nadie.
—Eres demasiado buena. Espero que ahora si puedas ser feliz lejos de esa gente. Especialmente de tu suegra.
—Tareq hace de todo porque me sienta bien. Se siente culpable con lo sucedido.
—¡Pobre hombre! Él no se merece esa familia. —Se queda callada unos segundos. —Nailea, Rayan ha dejado de comunicarse conmigo. Dice que está en Marruecos. ¿Eso es verdad? —Nailea se pone nerviosa porque no sabe cómo decirle a su amiga lo de Mirah y Rayan.
—Sí, es cierto. —Alcanza a decir y Miranda, suspira, aliviada, al otro lado de la línea. —Miranda debo contarte algo, pero temo lastimarte. —Confiesa con decisión.
—Es algo malo sobre él, ¿cierto? —En su voz se percibe frustración.
—Sí.
—¡Por favor, dímelo! Ya estoy lastimada. No importa. —Acepta, resignada.
—¿Qué te hizo? —Pregunta, Nailea, un tanto afligida por su amiga.
—Fui una estúpida y tuvimos intimidad. —Nailea tapa su boca ante tal revelación.
—¡Miranda!
—¡Ya lo sé! ¡Y no me reproches nada! Además, no me arrepiento. Él es increíble, pero es demasiado extraño.
—¿Por qué lo dices? —Se sienta en la cama prestando toda su atención en la conversación.
—Él me trato como una reina. Si sucedió lo que sucedió honestamente fue porque yo lo propicie. Rayan siempre se ha portado como un caballero. —Nailea esta absorta escuchando todo. —Lo raro es que nunca se abrió conmigo. Es decir, no me dijo absolutamente nada de su vida.
—¡Dime, por favor, que no te enamoraste! —Miranda, suspira.
—¡Lo hice! Y te lo repito, no me arrepiento. Antes de que estuviéramos juntos él fue claro al decirme que no podía ofrecerme nada, pero la curiosidad por conocerlo, por saber más de su vida y su manera de ser, hizo que fuera imposible alejarme de él.
—¡Amiga!
—¡Lo sé! ¡Fue una locura! Pero Nailea, por él lo volvería a hacer. —Si que está enamorada hasta los huesos.
—¡Miranda, escúchame! Rayan al parecer está comprometido con Mirah, la hermana de Tareq. —Le suelta sin anestesia. Ella debe sacárselo del corazón. Lo que genera en Miranda un silencio ensordecedor. —¿Miranda? —Observa la pantalla creyendo que la llamada se ha cortado.
—¿Cuándo? —Exclama, llorando, muy sutilmente.
—Hace unas semanas, pero Tareq no está de acuerdo. Es probable que ese compromiso se rompa.
—¡Ahora entiendo todo! Para él es importante la religión, aunque me dijo que un musulmán perfectamente puede estar con una mujer que no sea musulmana.
—Eso es verdad. Somos las mujeres las que no podemos casarnos con alguien que no sea de nuestra religión.
—¡Eso es injusto! —Nailea pensaba exactamente lo mismo, pero ella había sido criada bajo esa estructura y al final lo acepta con resignación. La llamada continua por unos minutos más hasta que el sueño las vence.
Mientras tanto en las oficinas de Tareq, Mirah, apuesta por un futuro al lado de Ryan y se deja guiar por esa conexión que siente con él. No podía ser su imaginación. La manera en que sus ojos claros la traspasan casi implorándole un poco de esperanza y cariño.
—Hermana no tienes que sacrificarte por una carta. ¡Eres libre de elegir y lo sabes! —Ella baja su mirada.
—Lo sé. ¡Ya he elegido, hermano! —Responde con firmeza y Tareq llena sus pulmones de aire.
—¿Segura? —Pregunta, Akram y ella afirma con un gesto.
—Te pido perdón hermano porque lo hice sin tu consentimiento. Es por eso por lo que quiero pedirle a Rayan hacer la ceremonia oficial de compromiso y volver a firmar el Nikah nuevamente. —Lo ve con ternura. —No quiero hacer esto sin que tú lo apruebes. —Gira su cabeza hacia donde su hermano y este acaricia su mejilla.