Amor Inmarcesible

Capítulo XVII. Compromiso

Capítulo XVII. Compromiso.

Ella observa los tatuajes en sus manos hechos con henna los cuales resaltan en su piel de porcelana. Sentimientos de nostalgia y esperanza llenan su corazón. Esos tatuajes simbolizan buena suerte, prosperidad y protección espiritual en su matrimonio. Mirah desea con todas sus fuerzas que su matrimonio sea bendecido.

—¡Es hora de entrar mi niña! —Le indica, Nani Suhaila.

Lleva puesto un vestido clásico caftán de lentejuelas, color beige con apliques de encaje en oro y cuello en V. El hiyab era del mismo color bordado en oro. Su figura destaca maravillosamente en ese vestido. Ella misma se había maquillado ya que era una de sus pasiones. Luce extremadamente bella. Tareq se acerca hasta su hermana.

—¿Estás segura? —Le susurra su hermano y ella muy feliz afirma con un gesto y sonríe. Ambos caminan hacia en medio del salón.

Al ver hacia enfrente los ojos de Rayan conectaron con los de ella. Le sonreía con la mirada. Lucia muy guapo vestido con una túnica del mismo color del vestido de Mirah adornada con cuentas de oro, lentejuelas, piedras y un pantalón a juego.

Se colocaron uno al lado del otro en medio del enorme salón. Estaban cerca, pero sin tocarse. El Imán comienza con los rezos del Corán. Luego les ordena que se pongan de pie, frente a frente. Rayan le sonríe tiernamente a Mirah y ella se sonroja. No podían dejar de verse.

—¡RAYAN! —Una voz femenina rompe la burbuja en que se encontraban.

La voz de Miranda hizo eco por todo el salón. Todos voltean a ver a la causante de la interrupción de un acto tan solemne. Mirah no comprende que está sucediendo. Observa a la mujer que acaba de gritar el nombre de su prometido. Su bonito rostro refleja tristeza, enojo y también amor. Luego observa a Rayan quien parece no inmutarse. No refleja algún tipo de emoción. Rayan devuelve la mirada hacia su prometida, una mirada suave y de tranquilad. Nailea rápidamente corre al lado de su amiga.

—¡Alá, Miranda! ¡Por favor, vamos afuera! —Le susurra, dándole un abrazo y dos besos en las mejillas de saludo, para disimular un poco. La toma de la mano instándola a salir.

—Solo quiero que me explique, ¿por qué? —Su voz se quiebra.

—Te aseguro que cualquier cosa que te diga en este instante no será lo que quieres escuchar. Si fuera diferente, Miranda, él estaría aquí parado frente a ti. Justo ahora. ¿No crees? —El labio inferior de Miranda comienza a temblar. Lo mira nuevamente y Rayan permanece sin moverse de su sitio. En cambio, le devuelve una mirada vacía con gesto serio. —¡Vamos! Que no te vean llorar. —Miranda comprende y se traga sus lágrimas. Nailea se gira y mira a todos con la cabeza en alto.

— Asf, Miranda hi sadiqi min Madrid, fahi tataealam tha-qafatina. laqad 'arad 'an yaqul mrhban bieibara "Hello" walam yastatie nutquha jydan, laqad kan yabhath eaniy, min fadlik 'ak-mal alhafla. (Lo siento. Miranda es mi amiga de Madrid y está aprendiendo nuestra cultura. Quería decir "hola" y no pudo pronunciarlo muy bien. Me está buscando a mí, por favor, continúe la ceremonia). — Sus palabras suenan tan seguras que los que no escucharon bien creen que de verdad la mujer se ha confundido, pero algunos dudan. Nailea sale a prisa con su amiga ante la fija mirada de su esposo.

—Continuemos. —Pide, Tareq al Imán y este sigue con la ceremonia.

Todos se sorprenden de la libertad que le da Tareq a su esposa. No pueden creer que la haya dejado salir sin su consentimiento. Rayan le sonríe a Mirah en un gesto de tranquilidad que él realmente no siente, pues lo que acaba de ocurrir con Miranda le afecta. El no quería lastimarla, pero ya no hay marcha atrás.

Al salir Miranda se sujeta de la pared. Siente que le falta el aire. Nailea le sirve de apoyo para que no caiga al suelo. Intenta darle aliento ya que el desamor en cualquiera de sus presentaciones no es fácil de digerir. A hombres y mujeres afecta por igual.

—¡No le importe! ¡Nunca le importe! —Llora, amargamente. —Me miró como si no me conociera. —Tiembla.

Le cuesta creer que ese Rayan sea la misma persona que le había dado tanto cariño y placer hace unas semanas. No imagino esto ni en un millón de años. Por algún extraño e iluso pensamiento creyó que al verla algo cambiaria y la elegiría. Se siente humillada de todas las maneras posibles.

—Tú eres fuerte Miranda. ¡Mírame! —Ella alza su mirada empañada por las lágrimas. —¡Vales mucho! Eres una mujer espectacular. Llora si tienes que llorar. Sufre si tienes que sufrir y levántate más fuerte que nunca porque enamorarse sin saber que no es la persona correcta, está permitido. Lo que no puedes permitir es que esto destruya los anhelos de tu corazón, negándote en un futuro a recibir a la persona que Alá tiene destinada para ti. —Miranda abraza fuertemente a Nailea y se desahoga llorando en sus brazos.

Rayan firma sin dudar el Nikah valorado en una dote de 40 millones. Tareq se sorprende mucho cuando lo lee todo el Nikah y cae en cuenta que sabe poco acerca de Rayan. Sus investigadores no le dieron una cifra exacta de su fortuna, pero si le dieron información de que Rayan era un inversionista de alto calibre en América y Europa. Por supuesto que se dio a la tarea de investigar sus inversiones y todas están en el marco de ley. No encontró nada que dijera lo contrario. Además, de que Rayan comenzó su fortuna con el dinero de sus padres, pues lo habían heredado en vida.




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