La culpa que sentí por la repentina muerte de Henry me acompaña hasta hoy día, pues yo soy la razón de lo que sucedió esa noche, no importa cuánto tiempo pase, porque incluso si intentare olvidarlo no puedo, pues en ese lugar encontré algo que me asustó, lo negué por mucho tiempo y quise creer que solo era coincidencia, talvez no me quería sentir aún más culpable de lo que ya me siento, pero la verdad no permanece oculta para siempre como uno quisiera, y siempre que sale a la luz trae consigo dolor, es algo inevitable.
Los años transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos, pronto Lía cumplió su primer año, después dos, tres, cuatro, y así sucesivamente; cuando cumplió los acho años cosas extrañas empezaron a pasar; Lía comenzó a tener pesadillas todas las noches, siempre despertaba llorando a mitad de la noche, pero nunca le decía a su madre que la aterraba tanto; yo quería abrazarla, decirle que todo estaba bien, pero había decidido alejarme; además, ¿Como podría ser yo mejor que su madre?, ¿Acaso quería reemplazar a su padre?, ¿Qué derecho tenia de ello?; talvez solo buscaba redención.
Los años siguieron pasando, pero las pesadillas continuaron, al cumplir los trece Lía parecía haberse acostumbrado a tales pesadillas, pues seguía despertando a medianoche, pero volvía dormir como si nada, ya no le gritaba a su madre, aquellas pesadillas ya no le causaban tanto temor.
Una noche Emily salió a buscar algunas hierbas; Lía tenía un pequeño resfriado y quería buscar algo para hacerla sentir mejor, era algo tarde y salió sola, no sabía si seguirla o quedarme cerca de Lía, pues estaba sola en casa; al final termine siguiendo a Emily, y no me arrepiento de ello, porque esa noche pudo ser la última de Emily, pues unos tipos la vieron salir sola y la siguieron, puede escuchar su charla y las sucias intenciones que tenía con ella; pero yo no permitiría que pusieran un solo dedo sobre ellas.
Talvez me excedí un poco esa noche, bastaba con aparecer frente a ellos y darles un pequeño susto, pero en lugar de eso los tome por sus camisas y los eleve alto, creo que uno de ellos se hizo en los pantalones; después los baje estrepitosamente y los amenace con destriparlos si se volvían a acercar a ella; admito que por primera vez me sentí muy bien al ser vampiro, era tan fácil espantar a los humanos, corrían como pequeñas liebres, estaban tan asustado que chocaban entre ellos, me esforcé por no reír ya que arruinaría mi perfecta actuación, parecía todo un Drácula jajaja; desde esa noche no volví a verlos por el pueblo nunca más.
Los años siguieron pasando y Lía crecía como toda niña, si bien no tubo nunca una figura paterna no parecía ser mucho problema para ella; pues todos en el pueblo la querían y nadie nunca la molestaba por ser huérfana de padre, su madre también rehízo su vida después de la muerte de su esposo, pero no fue capaz de amar a otro hombre de nuevo, su hija era su única prioridad y con esfuerzo le dio todo lo que puedo, así como un cariño inconmensurable; más de una vez pensé en alejarme para siempre pues creía que ya no me necesitaban, pero no me atrevía, la verdad era que no quería sentirme solo, aunque ellas no estaban conmigo y talvez Emily ya ni siquiera me recordaba, de cierta manera, me hacían sentir acompañado en este mundo tan sombrío.
Faltaban meses para que Lía cumpliera la mayoría de edad, su madre estaba muy contenta por ello; pero esa alegría desapareció cuando una enfermedad llego a su cuerpo; desde que Emily dejo de caminar Lía comenzó a trabajar, era ella la que vendía las hiervas medicinales en el pueblo y también quien atendía a enfermos de baja gravedad, pues habían sobrevivido como herbolarias gracias a los conocimientos que Henry le dejo a su esposa. Los meses pasaron y cada vez me preocupaba más la situación de Emily, quería ir a visitarla, pero siempre que lo intentaba terminaba por acobardarme, ¿qué podría decirle?, habían pasado años desde nuestro último encuentro, con que cara me pararía frente a ella, no tenía el valor para hacerlo, y tenía miedo de enfrentar a Lía, estaba seguro que no sabía que yo fui el causante de la muerte de su padre, Emily jamás se atrevería a contarle tan desgarradora historia a su hija, pero si la miraba a los ojos, estaría viendo los ojos un bebe a la cual deje sin padre, y no podría contra eso.
Una noche me encontraba descansando en la copa de un árbol, desde ese lugar se podía ver el pueblo y a unos cuantos metros la casa de Emily, era mi lugar preferido, la altura del árbol y sus espesas ramas me mantenían oculto a la perfección, pero a la vez me permitía ver los alrededores con claridad, la luna esta hermosa esa noche, y su luz alumbraba las pequeñas chozas, de pronto el sonido de una puerta abriendo a la distancia me puso alerta, mire hacia la casa de Emily y vi salir a Lía, las luces aún estaban encendidas y ella caminaba hacia el patio trasero con un quinqué en su mano, me pareció extraño así que me puse atento a cualquier movimiento anómalo que percibiera; pero de todas las cosa que imagine o espere, lo que hizo o más bien dijo, era de todas la menos pensada; con sutileza bajo el quinqué y lo puso en el suelo, tomo una bocanada de aire y juntó sus manos hacia su rostro imitando un megáfono, y con fuerte voz grito...
-¡Jackson! ¡Jackson!, sé que puedes oírme, sé que estás ahí, siempre lo has estado, así que escucha; mi madre quiere verte es urgente, por favor, Jackson…. Ven. -
Quedé atónito al escuchar a Lía decir esas palabras, ¿cómo era posible que Emily supiera sobre mí, si desaparecí de su vida?; me había asegurado de que mi presencia no fuera descubierta, aunque por lo visto había fallado enormemente; pero, en fin, no tenía tiempo para pensar en eso, al parecer algo muy malo estaba pasando y por eso Emily quería verme, así que no lo pensé dos veces y descendí volando lo más rápido que pude del árbol de donde me encontraba y aterrice cayendo sobre mis rodillas justo frente a Lía
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Editado: 30.08.2023