Amor Inmortal

Capitulo 11

Aterrice con suavidad mientras Lía seguía aferrada a mis brazos, sus ojos seguían cerrado con fuerza, había dejado de gritar minutos antes, pero el miedo aun la invadía, me sentí ligeramente culpable por hacerla pasar por esa experiencia, pero aun así no pude evitar sonreír; ella intentaría matarme tan pronto tuviera oportunidad, pero contaba con que eso no sucediera.

-Ya puedes abrir los ojos- dije con serenidad. Ella abrió los ojo con temor, nuestras miradas se cruzaron y por un momento, solo se escuchó el sonido del viento.

-¿Puedes bajarme? - pregunto débilmente.

-Ah...sí, claro - balbuce mientras desviaba la mirada y la baja con cuidado, ella me lanzo una mirada mordaz y acusadora; Oh, vaya que estaba enojada.

-Eres…un…salvaje - me reprocho.

-Lo siento - dije desinteresado.

-¿Lo siento?, ¡¿Eso es todo lo que dirás?! - exclamo molesta - ¡Casi muero de un susto y tu solo dices lo siento! - avanzo a grandes zancadas hacia mí, yo retrocedí, pero ella me detuvo en el acto sujetando mi camisa con fuerza - ¡me debes más que un maldita disculpa! -

Sabía que ella se molestaría cuando se recuperara de su inesperado vieje en las alturas, pero me seguí sorprendiendo la forma tan rápida en que Lía solía pasar de una emoción a otra, como si con un simple chasquido bastara para alterar su ánimo y dar un giro de 180 grados. Ella seguía escupiendo insultos y maldiciones frente a mi rostro, estaba roja de coraje, sus corazón latía con fuerza, podía escucharlo, y por algún motivo yo sonreirá ante su enfado, no dije nada ante sus reclamos, desvié la vista de ella y entonces la vi, después de tanto años por fin regresaba a mi hogar, y lo que era en ese entonces, mi salvación.

Una casona se levantaba frente a mis ojos, Lía no parecía haberla notado a pesar de estar a escasos metros de ella; a pesar de sus años de aparente abandono aún se podía decir que era bella y ostentosa, los ventanales estaban llenos de vegetación, algunos cristales se encontraban estrellados, pero eran solo detalles, en general la casona era majestuosa. Yo ya había estado en esa casa antes y la conocía perfectamente de pies a cabeza, era esta mi arma secreta, la razón por la cual estaba convencido de que el enojo de Lía desaparecería con solo verla, al fin de cuentas, sus emociones eran muy cambiantes.

-¡¿Estas siquiera escuchándome?! - dijo Lía haciéndome regresar mi atención a ella.

-La verdad es que no - confesé.

-¡Estupendo!, ¡estoy hablando sola como una tonta! -

-¿Terminaste de quejarte? -

-Tu…- iba a decir cuando puse los ojos en blanco y sujeté de los hombros haciéndola girar, y entonces se quedó en silencio, como lo esperaba.

-Sorpresa - dije a su oído, ella se giró para mirarme incrédula.

-Pero que…- balbuceo señalando la casa.

-Bienvenida a casa - conteste orgulloso viendo que enojo ya había desaparecido.

-¿A casa? - pregunto y yo asentí - ¿aquí…vamos a vivir? -

-Pues claro - respondí tomando las valijas y dirigiéndome a la entrada - al menos que el bosque te parezca mejor opción - bromeé mirando sobre mi hombro.

Lía seguía sin creerlo, la sorpresa en sus ojos me llenaba de alegría, sabía que le causaría una gran impresión, pero verla escudriñar cada rincón de la casa con suma fascinación me hizo sentir aún mejor; no extrañaría ese pueblo por mucho tiempo, y eso era un consuelo.

-No piensas entrar - dije.

-¿Eh? - respondió distraída y yo reí ante su respuesta.

-Dije, ¿no piensas entrar? -

-Ah, sí, ya…ya voy- y comenzó a andar tras de mí.

Al entrar me invadieron recuerdos, recuerdos de una vida pasada, una vida que hacía años debía haber olvidado; ya no era más el mismo, muchas cosas habían cambiado desde la última vez que puse un pie dentro de esa casona, era momento de olvidarlo, olvidar el pasado y concentrarse en el futuro.

Como siempre, Lía paso de una emoción a otra en cuestión de minutos, de una gran sorpresa a entusiasmo incontenido, miro los alrededores con cierta discreción al principio, pero en cuento le dije que se sintiera libre de explorar el lugar comenzó a corretear por todas parte, subía y bajas las escaleras repetidas veces, entraba en una habitación y en otra, era lindo verla tan contenta y alegre; yo por mi parte no tenía intenciones de mirar el lugar, lo conocía ya, así que no tenía sentido; me limite a decirle a Lía que escogiera entre una de tantas habitaciones que había en la casa y se instalara en cuanto terminara su recorrido, deje sus cosas en la puerta principal y yo subí las escaleras en busca de la un vez, fue mi habitación; abrí las puertas y me encontré con que todo está en su lugar, como hace veinte años atrás; la cama estaba hecha, los libros permanecían en sus estantes, ningún objeto había sido movido, prueba de ello era el polvo acumulado en cada rincón; me dirigí al armario, y como lo esperaba, en el aún estaban mis cosas, el polvo no había entrado dado a que había permanecido cerrado por tanto tiempo, me sentía cansado. Una de las muchas ventajas de ser vampiro es que dormir se convierte en algo no muy necesario, podía pasar días enteros incluso semanas sin dormir y no me sentía fatigado, Pablo me dijo una vez que los vampiros más veteranos logran permanecer despiertos por meses continuos, incluso es posible dejar de dormir si consumes lo cantidad suficiente de sangre humana, pero claro yo solo me mantenía con sangre de animales, dormir aún era necesario para mi cuerpo, y después de días sin hacerlo y tras un viaje tan largo el sueño por fin había llegado a mi cuerpo, exigía descanso, así que se lo concedí, me deje caer sobre la cama y en minutos estaba dormido. No sé cuánto tiempo dormí, todo paso como un pestañeo, hacía mucho tiempo que había dejado de soñar, siempre que dormía lo único que veía era oscuridad, era como parpadear, las horas pasaban sin notarlo, sin nada más que vacío.




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