Reencontrarme con un viejo amigo fue algo que me tomo por sorpresa pero también que agradecí mucho al destino, la nostalgia me invadía a cada paso que dábamos por la ciudad, no era el mismo lugar que conocía pero de algún modo se sintió familiar, tristemente el día no era suficiente para todo lo que Kanato quería mostrarnos, tuvimos que regresar pronto a casa, pues aún tenía muchos asuntos que resolver después de mi llegada; uno de ellos eran los estudios de Lía, debido a que ella creció junto con su madre en un pequeño pueblo, tuvo que viajar a una ciudad vecina para poder concluir su preparatoria, pero no pudo continuar estudiando porque no había en ese lugar una universidad, además de que en ese entonces aún era muy complicado pagar los estudios superiores y más aún que los realizara una mujer; sin embargo, las cosas fueron distintas en Crimbolai, ya que contaba desde hace tiempo con una bella universidad, la misma en la que yo estudié, además de que era mayor el número de mujeres que estudiaban ahí, si bien los hombre seguían siendo mayoría, ya no se discriminaba a la mujer como en otros lugares; con ayuda de Kanato hicimos el papeleo necesario para que Lía continuara con sus estudios lo más pronto posible; además de que también me facilito mis documentos, una nueva identidad y nuevos familiares, una nueva vida.
Pasó un mes y ya las cosas parecían ir bien; Lía ingresó a la universidad con la carrera de enfermería, cosa que no me sorprendió en absoluto ya que siempre fue de ayudar a las personas; yo por mi parte comencé a trabajar como maestro de química en la misma universidad, no era que necesitara de ingresos, pero pasar el día sin hacer nada productivo me aburria hasta la muerte, además, el trabajo me sirvió como excusa para estar al pendiente de Lía, esa chiquilla era muy inquieta.
Todo era increíble, por las mañanas desayunábamos juntos y nos íbamos a la universidad; después de clases solíamos ir al restaurante de Kanato; charlábamos un rato y regresábamos a casa para ocupar de nuestros asuntos; Lía jamás salía sola de casa, era un poco sobreprotector con ese asunto, pero es que no había forma de que ella fuera cuidadosa, confiaba fácilmente en alas personas y su curiosidad no ayudaba mucho en eso; ella solía molestarse de vez en cuando pero al final sabía que no saldría sola, o al menos no por mucho tiempo; fuera de eso no había problemas; talvez piensen que era un poco exagerado en cuanto las medidas que tomaba en torno a ella, pero la verdad es que tenía miedo, miedo de que algo le pasara si no estaba con ella, ya había perdido a muchas personas por no estar presente en momento indicado, Lía era la única cosa que se me había encomendado proteger, y me reusaba a permitir que también a ella me la arrebataran, creí que solo lo hacía por eso, por una promesa que debía cumplir, por un sentido del deber; más tarde me di cuenta que otro sentimiento muy parecido al que sentí por ella en un principio comenzó a surgir en mi corazón, para cuando lo note ya era demasiado tarde, ya no pude frenarlo, solo me quedo, ocultarlo.
Un viernes después de terminar las clases pasamos a visitar a Kanato, su casa se encontraba arriba del restaurante, su hijo Hiroshi, era de la misma edad que Lía; Kanato se había casado joven ya que su novia resulto embarazada, pero lo abandono tan pronto nació Hiroshi, por ser padre soltero creí que no había vuelto a tener pareja, más tarde el me conto que no le sobraron oportunidades, pero la madre de Hiroshi siempre seria su único amor, no volverse a casar fue su decisión, y aunque la mujer que amaba lo había abandonado junto con su hijo, no la culpaba, y si algún día la volvía a encontrar sería algo que el agradecería a la vida.
-¿Cómo va la escuela Lía? - pregunto Kanato.
Ambos estábamos sentados en la sala, kanato disfrutaba de su copa de vino mientras yo solo tomaba un poco de café, si bien los alimentos no me eran digeribles podía consumir algunos líquidos no muy fuertes, lo note tiempo después de usar la fórmula que Henry me había dejado. Lía y Hiroshi se habían vuelto cercanos, ambos cocinaban mientras nosotros esperábamos, era ya una rutina,
-Me va bien- respondió mientras picaba algunos vegetales y se los pasaba a Hiroshi- los maestros son muy buenos y tengo varias amigas-
-Veo que te adaptas pronto-
-Siempre ha sido así- respondí con una sonrisa.
-No es cierto- contradijo Lía- lo que pasa es que aquí son todos muy amables, además, Hiroshi me ayudó mucho los primeros días-
-¿Y qué hay de mí? - pregunte ofendido- yo también te ayude mucho-
-Si bueno, digamos que algo vergonzoso que tu tío te ayude a hacer amistades, además de que no eras muy bueno con eso-
-Oye, más respeto jovencita-
-Como sea, la comida esta lista-
Nos sentamos a la mesa mientras ellos traían la comida, eran muy buenos cocinado y hacían un gran trabajo los dos juntos, aunque solían discutir mucho cuando se trataba de hacer postres, Hiroshi era de seguir la receta al pie de la letra mientras a Lía le gustaba improvisar.
-Muy bien, ¿Qué hay para el día de hoy en el menú? - pregunto Kanato frotándose las manos.
-Salmón- respondió Hiroshi trayendo el plato.
-¿Salmón? - pregunto su padre- ¿tardaron horas solo para cocinar un simple pesado? -
-Lo que Hiroshi quiso decir, fue Salmón rosado con vegetales asados y pesto de rúcula- dijo Lía trayendo los platos.
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Editado: 30.08.2023