Amor inusual

Mala jugada

Escuchar esa voz cerca de mi oído me dió tanto miedo, que pude sentir un escalofrío recorrer todo mi cuerpo; era la voz de Martín. 

Martín— vas a caminar lentamente hacía la ventana sin gritar, si intentas algo sabes que no me temblará la mano y aquí mismo te mataré. 
( Mi papá había escuchado mi grito) 


Papá— hija todo bien, ya subo! 


Martín— no hables, iré a cerrar la puerta, cuidado y haces una locura Abi. 

Agarré una lámpara que estaba en la mesita de noche cerca de mi cama y le golpeé la cabeza ( cayó al suelo) salí corriendo lo más rápido que pude. 


Yo— papá Martin está aquí (salí del cuarto hacia las escaleras)  

Martín logro agárrame el pie, caí y me haló, mi cara pegó en el piso, rompiéndome el labio;  de inmediato mi papá buscó su pistola en la mesa que estaba en la sala, pero ya era tarde Martin me tenía, él también tenía un arma, me tenía agarrada del cuello con su brazo y con su arma apuntaba mi cabeza.

 
Papá— no le hagas nada déjala, no pondremos denuncia. 


Martín— ponga su arma en la mesa. 
(mi cuerpo temblaba como una hoja llevada por el viento, no sabía que hacer miraba a mi mamá llorar, sin poder hacer nada.) 


Papá— por favor déjala, piensa bien lo que estás haciendo. 


Martín— yo amo a su hija no le haría daño. 


Papá— si la amas déjala, porque la estás lastimando, suéltala no pasará nada confía en mí. 


Martín— confíe en usted una vez y llamó a la policía, está vez don Luis no será así. 

Mi mamá tomó el celular rápidamente y logró marcarle a la policía (se escuchó un disparo, Martin le disparó a mi mamá) 

Yo— ¿qué has hecho? Nooo mamaaaá, Martin basta. 


         Mi padre corrió dónde ella se encontraba, solo se podía escuchar susurros. 


Martín— camina, sino el próximo disparo que escucharás será el que le daré a tu papito querido. 


Papá— déjala ( se balanceo sobre Martín, pero me tenía tan presionado el cuello con su brazo que a mí papá le dió miedo que me hiciera más daño;  le hice de seña a mi papá que no intentará nada) 


Yo— papá todo estará bien. 


Martín— camina, rápido. 

Mi papá  quedó viéndolo fijamente, su mirada era tan fría que me daba miedo que hiciera una locura; mi madre grito "no te la lleves, es mi bebé, déjala por favor". En ese momento sentía como que la vida me había hecho una mala jugada, mi madre tirada en el piso no sabía en qué parte de su cuerpo fué el disparo, mi padre sin poder hacer nada y Martin con su obsesión; no entendía nada de lo que estaba pasando, solo deseaba que mi madre estuviera bien. 
Saliendo de la casa, miré que Yesner se iba a cruzar la calle para ir a mi casa; Caminamos por la parte trasera de casa de doña Maca, Martin me tiró al suelo, me amarro las manos y tapo mi boca. Me sentía sin fuerzas de nada, sentía mucho miedo no sabía a dónde me llevaría y peor aún que me haría, solo sentía lágrimas caliente correr por mis mejillas, sudor por caer en mi rostro.

 
Martín— deja de llorar, ya podremos ser felices por fin, te llevaré a un lugar mágico donde nadie nos podrá encontrar ni separar.  
 Mi teléfono estaba vibrando, recordé que tenía activado el GPS. No podía moverme y no quería que Martin se diera cuenta que lo llevaba, no se había dado cuenta que el celular iba en la faja del vestido; tenía la esperanza que la policía nos siguiera. Martín llevaba la música del carro a todo volumen, parecía estar desorbitado, me era tan desagradable. 

En el cielo se veían destellos, seguro iba a llover. Me sentía tan triste y aunque quería no podía dejar de llorar;                         minutos después, sentía una pesades en mis ojos pero no quería quedarme dormida tenía miedo de Martín y lo que pudiera hacer, pero no pude más. (me dormí) 
 

Martín— hey amor despierta llegamos. 
 

Me asusté al ver su rostro, me daba miedo, con solo escucharlo me era desagradable,  desde su voz, hasta el olor que salía de su cuerpo. 
Me quitó el pañuelo de la boca. 


Yo— ¿Por qué haces esto? Si me quieres déjame ir,  mis manos me duelen. 


Martín— yo no te quiero, yo te amo; no te das cuenta de que mi amor por vos va más allá. 


Yo— ¿más allá de qué? 


Martín— porque no puedes entender Abi, que estar cerca tuyo me hacía bien, escucharte reír, hablar, todo a tu lado, absolutamente todo era tan perfecto. 


Yo— claro, éramos los mejores amigos. 


Martín— si, pero me cambiaste, me dejaste solo. 


Yo— no es cierto jamás te dejé solo, ni te cambié. 


Martín— elegiste a María que habla hasta por los codos, a la santa Cristina y a la  tonta de Sofía, yo dejé de ser tu amigo cuando ellas entraron a tu vida. 


Yo— ¿pero, te estás escuchando?Mírame, jamás me alejé, ellas también eran tus amigas, Martin los cinco estudiamos juntos desde la primaria ¿si recuerdas? ( Pude ver que estaba perdido en sus pensamientos)




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