Amor involuntario

Amor involuntario

Capítulo X

 

La puerta de los dormitorios cruje al empujarla. Dentro de mi habitación desempaco todo y coloco la maleta dentro del armario. Agarro mi neceser y me dirijo hacia las duchas de los chicos. Acabo de ducharme, pero no me siento limpia después de lo que ha pasado. Sé que no es la hora en que se nos permite usar las duchas, pero tengo la esperanza de que no haya nadie a esta hora. Me adentro en el edificio de los chicos y me dirijo hasta las duchas, echo un vistazo al interior. No hay rastro de ningún chico. Agradezco al universo. Me adentro en una de las regaderas. Mientras el agua cae sobre mi cabeza me abofeteo mentalmente. Te has enamorado de él. Me grita mi subconsciente. Golpeo la pared con mi puño. Se supone que no debía involucrarme con él. Respiro profundamente. Le juré a Chad en presencia de Sarah, que no me metería con Mason. ¡Idiota!, vuelvo a golpear la pared con mi puño.

Me he enamorado involuntariamente del mejor amigo del novio de mi mejor amiga, estúpida, estúpida, estúpida. Y lo peor es que para él solo soy una amiga más, Chad tenía razón. Muerdo mi labio inferior conteniendo las lágrimas. Esto no estaba en mis planes. Se supone que he venido aquí buscando la felicidad. No sé qué estaba pensando al enrollarme con él. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Termino de ducharme, y en cuanto me he cambiado me apresuro a salir del edificio. Ok ginebra, no puedes regresar el tiempo. Pretendamos que nada de esto ha pasado. Contengo las ganas de llorar otra vez. No quiero pretender nada. Me grita mi subconsciente. Respiro profundamente y me adentro en los dormitorios. Al llegar a mi habitación puedo ver a Alice sentada afuera de la habitación.

—¿Qué haces aquí afuera? —me acerco a ella.

Esta me mira asustada. Un escalofrío recorre mi espalda. ¿Qué está pasando?

—Llegué hace diez minutos a la habitación y me encontré a Mason golpeando la puerta como loco. Te está buscando, no sé qué está pasado entre ustedes, pero por la manera en la que ha actuado me ha asustado como el infierno —respira profundamente—. Me quitó las llaves y se encerró en la habitación, dice que no va a salir hasta que no hable contigo.

Me congelo en mi lugar. ¿Está adentro? Escucho como algunas pisadas se acercan hasta la puerta y esta se abre de golpe dejando ver a un Mason completamente enojado. Su mirada se oscurece al verme.

—Mason —digo incapaz de moverme.

—Vete de aquí, Alice —le dice Mason a Alice.

Me voltea a ver asustada.

—Danos un momento por favor —digo disculpándome con la mirada.

Esta asiente y se aleja lo más rápido que puede por el pasillo. Sigo sin poder creer lo que Mason está haciendo.

—¿Quién te crees que eres para correr de ese modo a mi compañera? —el enojo que he acumulado en las duchas comienza a salir.

—¿Por qué te fuiste? —pregunta dolido—. Regresé al apartamento y no estabas por ningún lado y tus cosas tampoco.

No sé qué decirle. Abro la boca tratando de decir algo, pero las palabras no me salen.

—Yo… yo —es todo lo que puedo decir.

Me toma del brazo llevándome con él dentro de la habitación. Me libero de su agarre y dejo mi neceser sobre el escritorio. Volteo a verlo. La expresión en su rostro es de desesperación.

—Te vas así sin más y no te despides. ¿Qué pasó? ¿Hice algo mal?

—Lo siento —susurro—. No has hecho nada malo.

—¿Lo sientes? Te he estado marcando desesperado. No contestas tu celular y Sarah no sabe a dónde has ido.

Dirijo la mirada hacia mi celular sobre la mesa de noche.

—¿Le has dicho a Sarah? —pregunto mirándolo fijamente.

—Claro que le he dicho, joder, Gin. No estabas en el departamento y no contestabas tu celular.

Suspiro profundamente. Tendré que hablar con Sarah más tarde.

—Vuelvo a preguntarte, ¿Qué paso? —insiste.

—No puedo ser más tu amiga —murmuro sin mirarlo.

Se acerca hasta mí mirándome dolido.

—¿Es por lo de antes? Si es por eso en verdad perdóname, volví a joderlo. Pero, cómo querías que reaccionara si me has pedido que entre contigo a la bañera —respira profundamente—. Si quieres insúltame incluso puedes golpearme no me resistiré, pero por favor no te alejes de mí.

—¿Te arrepientes? —pregunto dolida.

Esta es la segunda vez que lo escucho decir eso. El dolor en mi pecho aumenta volviéndose insoportable. Lo miro esperando su respuesta.  

—No.

Acorta la distancia entre nosotros y me sujeta entre sus brazos.

—No me arrepiento de nada Gin. Pero si tú lo haces puedo hacer como si nada de esto hubiese pasado —junta su frente a la mía­—. Por favor no me alejes —susurra.

Lágrimas de desesperación descienden por su rostro. Prestando atención a su mirada puedo notar que está siendo sincero. Mi corazón se apachurra.

—Tampoco me arrepiento —susurro.




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