Amor Juvenil 2 |bts|

Capítulo 3. Caso Ghon.

— Te haré la pregunta una vez más. —El detective subió los brazos y miró fijamente a los ojos a aquel muchacho. Éste, por su parte, relamió sus labios y pasó saliva por la garganta—. ¿Cómo puedes asegurarme que el asesino de Han es Ghon?

El chico dudó un momento, miró al detective que lo observaba sin despistarse con el más ligero ruido de una mosca, eso lo intimidaba un poco, pero a pesar de lo muy intimidante que fuera, él, tampoco despegó la vista de aquel oficial.

— No puedo asegurarlo... —Confesó, el detective frunció el ceño con extrañeza—. Pero lo sé...

 

***

 

Un frío algo intenso inundaba las calles de Seúl, el chico de cabellera rubia frotó sus manos tratando de conseguir algo de calor y después las colocó en sus mejillas evadiendo el frío que se apoderaba de ellas. Maldijo por lo bajo al no traer una sudadera, no iba a negar que por la mañana creyó que el día sería caluroso y por eso optó un par de shorts junto a unos tenis deportivos y una playera olgada con el dibujo de un gato, por cierto: su animal favorito.

Su pecho dolía a horrores y sus manos no dejaban de temblar a causa de la desición a la que logró llegar minutos atrás. Aún le dolía, no lo iba a negar, no había pasado ni un año desde la muerte de la única persona que amó, ¿Acaso el dolor del duelo podía pasar en ese tiempo? Para el no... Porque lo amó como nada podría imaginarse, él, era su perdición, su amor platónico, a pesar de las miles de veces en las que cometió errores. ¿Quién alguna vez no se había equivocado? Todos somos humanos, nadie es 100% perfecto.

A pesar de eso, se seguía sintiendo igual de miserable, ¡Maldita sea! El frío no ayudaba para nada. Era cierto que era lo correcto, pero ¿No era mejor dejarlo todo cómo ya estaba y continuar con su vida normal? ¿No se ahorraría de esa manera toda la angustia que estaba sintiendo? ¡Claro que no! Para el esto era importante, encontrar una respuesta a sus preguntas, solo de esa forma lograría dormir en paz, sabiendo que ya estaba bien y la persona que amó tanto descansaba sabiendo que se había hecho justicia en su nombre.

Lee Know se preguntaba si hacer justicia por su propia mano era lo correcto. Aunque eso lo condenara a ir a prisión, no pensaba descansar hasta que un detective diera con el verdadero asesino de Han, o siquiera con un poco de humanidad le dijera que mierda había pasado para que el muriera. Hasta que ese día llegara, creería que la justicia existía de verdad.

El chico pateó una piedrita que se interpuso en su camino, soltó un bufido e ingresó al pequeño edificio en el que vivía, la chica de las llaves le dedicó una sonrisa la cual correspondió para ir directo al elevador, encogió los hombros con resignación y apretó el botón del piso 3 al que se dirigía. Agradeció en el alma que nadie más hubiese entrado así que de inmediato llegó a su piso, buscó las llaves en sus bolsas y abrió con cuidado la puerta de su pequeño hogar.

El sonido del televisor encendido le hizo darse cuenta que su compañero se encontraba viendo su novela favorita en la pantalla. Llevó a rastras todo su cuerpo a la sala, sus ojos se hicieron dos líneas fulminantes al ver al chico casi devorándose el topper donde tenía palomitas de maíz.

— ¡Eres un idiota! ¡Yasiri no se merece alguien como tú! ¡¡Maldita escoria de caca!! —Gruñía el menor lanzando algunas palomitas a la pantalla.

— ¿Qué haces? —Preguntó dejando caer la mochila negra sobre la cabeza del pelinegro.

— Oh, Hyung. Ha vuelto. —Lee Know le dió un asentimiento débil y cogió una limonada de la mesa—. Estoy viendo “No Te Alejes De Mi”, ya sabes que está en sus últimas semanas y adivine quien no quiere perdersela, exacto, ¡Yo!

— Ya lo sé, Jeongin, no has dejado de repetirlo desde el lunes. —Gruñó sentándose a su lado para esperar a que la dichosa novela volviera de comerciales.

— ¿Y tú? ¿Has pensado en ir de verdad a alguna base del NIS? —El menor lo miró llenando de palomitas su boca.

— Lo haré... —Lo miró por unos segundos y después volvió la vista a la TV—. Para encontrar al asesino de Han.

[...]

— ¡Mierda! —Maldijo Jisoo cuando sintió como su carro quedaba varado en medio de la calle.

Un hombre tocó la ventana de vidrio llamando su atención.

— ¿Necesita ayuda señorita? —Preguntó aquel tipo con algo de preocupación. Jisoo negó.

— Se me ha ponchado la llanta, pero ya estaba a punto de llegar. —Señaló una mansión en la calle siguiente a la cual se había quedado.

— ¿La mansión Jeon? —El hombre casi se atraganta con el pequeño bolillo que comía—. ¿Así que es usted una de las señoras de esa casa? ¡Me saluda al Joven Min!

— Si si, como sea. —La mujer salió del auto con algo de nostalgia, hizo unas cuantas rabietas, golpeó el cristal del automóvil y fue a la parte trasera para sacar a un pequeño de mejillas rosas regordetas, cabello azabache y un outfit muy al estilo del Dios del trueno: Thor.

El pequeño observó aquel paraje, los árboles en el jardín, las pequeñas estatuas de hombres sujetando objetos que lanzaban pequeños dardos, y frente a el la mansión Jeon con un color café claro casi similar al de un atole de esos que preparaba la señora Juana del mercado. Con todo y eso que se le había antojado un atole junto a una buena porción de galletas de diferentes animalitos. El niño rodó los ojos con pesadez, «otra vez aquí» pensó, aunque claramente esa era su casa y no saldría de ella hasta ser mayor de edad.




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