Amor Mágico

Capítulo 6

Bostecé, anoche no había podido dormir ni un solo minuto y en ese momento me sentía cansada y con sueño, apenas era capaz de funcionar correctamente. Agarré mi mochila y revisé que todo estuviera guardado, principalmente mi deber de Historia Americana, me había esforzado para realizarlo como para que se me olvidara en casa.

Suspiré y giré hacia la puerta para dirigirme a la planta baja. Me aferré del pasamanos para no caerme por mi falta de coordinación.

Después de terminar mis tareas, el frío helado volvió a recorrer mi cuerpo y la sensación de escopaestesia estuvo presente en mí, y era como si alguien que no estuviera físicamente en la habitación observara cada movimiento que hacía. Era la peor sensación de mi vida y una de las más escalofriantes que una persona podía percibir.

Me serví un poco de café que había puesto en la cafetera a hacer con magia, empujé lejos las palabras de advertencia de mi abuela diciéndome que era demasiado joven para el café y que me convertiría adicta a él. Sin embargo, el líquido negro era lo único que me iba a mantener despierta por el resto del día.

Me levanté de mi cama lista para empezar mi día cuando me percaté de que tenía un mensaje de mi mamá, en el cual me avisaba que era muy probable que ella llegara a casa en la noche. Mi abuela tendría que quedarse un poco más de tiempo en donde sea que ambas estuvieran, y me puse contenta de que por lo menos esa noche no estaría sola en casa.

Bebí un gran sorbo de la bebida caliente, la cual me estaba ayudando a sentirme como una humana y no un zombie.

Estaba segura de que todo lo que sentí el día anterior era un producto de mi imaginación hiperactiva. Porque si pensaba que no era una alucinación mía y que no me encontraba completamente sola en casa, iba a terminar con una camisa de fuerzas y expulsada del consejo de magia por mi locura.

Resoplé acercándome al fregadero para lavar los trastes del día anterior y lo que había ensuciado esa mañana. Al finalizar giré en mis talones mientras me secaba las manos en una toalla para cocina cuando un libro de magia salió volando de su lugar para colocarse en la barra del desayuno.

Me sorprendí al ver tal espectáculo porque las cosas no volaban por si sola si no tenían un hechizo sobre ellas. Tomé una fuerte respiración armándome de valor para caminar despacio a la barra de desayuno. Me hallaba a unos escasos centímetros de ella cuando el libro se abrió por si solo y las hojas empezaron a moverse velozmente de un lado al otro. Me quedé quieta esperando que todo se detuviera, solo deseaba una respuesta lógica a todo lo que estaba pasando porque nunca antes había ocurrido algo así.

Me incliné sobre el libro y las letras en latín se resaltaron ante mis ojos, era como si alguien o algo quisiera que leyera esa frase, y mi curiosidad era más grande que cualquier otra cosa así que no pude detenerme de querer saber que decía. Inhalé por la boca antes de empezar a leer, había aprendido latín cuando era pequeña, podía leerlo, escribirlo y hablarlo. Sin embargo, había palabras que todavía me llegaban a confundir y tenía que recurrir a mi abuela o al diccionario para estar segura de que significaban.

 ─Cum puer natus parentibus pythonissam, a puero ad suum pervenire maioris erit eligere ad speciale studium magicae in genere ─leí en voz alta.

El texto decía: «Cuando un niño nacido de padres brujos llega a su mayoría de edad tendrá que elegir una rama de la magia para especializarse».

Fruncí el ceño. Toda mi vida supe que cada ser mágico venía con un tipo de magia predestinado desde su concepción, o eso era lo que decían mis libros infantiles sobre magia. Nunca me informaron que al cumplir mis dieciocho años debía hacer una elección tan importante.

Estaba confundida y mi mente era un lío de pensamientos contradictorios entre sí, las hojas empezaron a volar de nuevo hasta volver a caer en una página abierta, pero esta vez no iba a caer en su juego. Me había cansado de todo esto, si esa persona quería decirme algo era mejor que se presentara y me lo dijera en mi cara, no que me enviará raras señales. Cerré el libro de golpe y lo aferré para dejarlo en su lugar. No quería saber más de un destino que hace menos de cinco minutos no sabía nada, si fuera importante mi familia me lo hubiera dicho. «¿Cierto?».

Sacudí mi cabeza para alejar esa duda de ella. Lo mejor era esperar que mi abuela regresara de su viaje para preguntarle directamente si era verdad que tenía que hacer una elección cuando cumpliera años. Esperaba que todo lo que había en ese libro fuera una mentira porque sería un golpe muy duro saber que mi familia había ocultado información que era importante para mi futuro como bruja.

«¿Qué pasaba si no elegía una especialización? ¿Qué pasaría con mi magia?», era una bruja, no creía que pudiera sobrevivir mucho tiempo sin sentir la magia en mí pues era parte de mi vida.

Ubiqué mi mochila en mi espalda y me dispuse a hacer mi camino a la secundaria. Haría todo lo posible para concentrarme en la jornada escolar que tenía y no pensar en las cosas raras que estaban sucediendo en mi casa, y mucho menos en mi vida. Por lo menos, no vería al chico nuevo, no teníamos literatura y eso era algo positivo para mí en ese momento.




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