Amor Mágico

Capítulo 9

Llegué a casa más tarde de lo que normalmente lo hacía, no quería pasar mucho tiempo sola en cuatro paredes así que estuve vagando por la secundaria hasta que sentí que era hora de ir a casa.  

Entré con pasos decididos, nadie me iba a hacer sentir nerviosa de estar en mi propia casa. Era una bruja y tenía la magia de mi lado, me iba a defender con eso. Dejé caer mi mochila a los pies de la escalera para poder acercarme a la estantería y buscar el libro de magia que me habían regalado en mi décimo cumpleaños.

Cuando lo encontré lo aferré con fuerza y pasé los dedos de mi mano libre por la portada, el relieve cambiaba de color según el estado de ánimo de la persona. Me encontraba un poco ansiosa y las letras se pusieron moradas. Solté un bufido, este libro de magia podía ser mi salvación o terminar siendo mi destrucción.

Lo abrí y pasé las páginas buscando algún hechizo de protección, algo que sirviera para pasar la noche en paz, pero lo único que encontré eran hechizos básicos que durarían máximo un par de horas. Resoplé cerrándolo, tal vez podía inventar algún hechizo con los diferentes ingredientes que había en casa, aunque corría el riesgo de que todo terminara en un caos si no mezclaba bien las sustancias.

Mordí mi labio inferior con nervios e indecisión, «¿qué diablos hacía ahora?», pensé dejando el libro en su lugar.

Caminé a la cocina para buscar algunos vasos de vidrio para llenarlos con agua, usaría el hechizo de protección que mi abuela me había enseñado tiempo atrás. Los vasos con agua hacían que la energía positiva se quedara dentro y ninguna negativa ingresara en la casa.

Abrí la puerta del armario superior y saqué algunos vasos de cristal, los llevé al fregadero para llenarlos con agua del grifo mientras yo murmuraba algunas palabras de protección. Coloqué un vaso en cada ventana y puerta de la planta baja para sentirme protegida. Me abracé a mí misma y miré que todo estuviera en orden.

Volví a la cocina para sacar una pizza congelada del refrigerador y calentarla en el microondas. Después de unos minutos este sonó avisándome que la cena estaba lista. La saqué y el aroma de queso derretido me rodeo haciéndome que mi estómago gruñera del hambre. Mi móvil sonó dándome un susto de muerte, lo saqué de mi bolsillo y una sonrisa apareció en mis labios cuando leí la pantalla.

 ─Hola, mami.

 ─Hola, cariño. ¿Cómo estás?

 ─Estoy bien ─murmuré─. ¿Y tú? ¿Cómo está la abuela?

 ─Ambas estamos bien. ─Hizo una pausa─. Te llamaba para informarte que llegaremos mañana al mediodía. Discúlpanos por dejarte otra noche sola ─había algo en su voz que no podía identificar que era.

 ─No te preocupes ─dije agarrando mi cena.

 ─¿Segura? ─ella estaba dudosa de mis palabras.

 ─Uh, sí ─me acerqué a la barra del desayuno─. Estoy bien, mamá. Para mí no es problema quedarme sola otra noche.

 ─De acuerdo, cariño. Pon algunos hechizos de protección y vasos con agua en las puertas ─ordenó.

 ─Está bien, mami.

 ─Te amo nunca lo olvides.

 ─Yo a ti, mamá.

Colgué la llamada y me dispuse a cenar, aunque tenía la sensación de que mi madre me estaba ocultando algo. A veces, no entendía porque a mi familia le gustaba tenerme en la oscuridad. Dejarme afuera de cosas que eran relevantes para mí. Terminé de comer y limpié todo lo que había ensuciado.

Después de dejar la cocina reluciente, caminé a la estantería y agarré un libro de magia que pertenecía a mi abuela, algo me decía que ahí se encontraban las respuestas a mis preguntas no formuladas. Aferré mi mochila y subí las escaleras.

Cuando llegué a mi destino, coloqué mi mochila sobre mi cama y saqué mis cosas de ella. Agarré el libro de anatomía y lo llevé a mi escritorio para empezar a hacer mi tarea, la cual consistía en leer dos capítulos para responder algunas preguntas.

Miré la hora en el reloj que tenía en mi mesita de noche cuando concluí con mis obligaciones escolares, todavía era temprano para dormir así que tenía tiempo para leer e investigar sobre magia.

Dejé mis libros escolares a un lado para aferrar el libro de magia y colocarlo frente a mí. Busqué el índice y me percaté que había una parte que se encontraba en inglés y sería más fácil de leer que el latín. Abrí en el apartado en inglés e inhalé antes de empezar a ojear el libro.

 ─Las brujas basan sus poderes en lo que hay en sus corazones, de ahí la elección será más fácil.

La frase estaba al comienzo del párrafo y me llamó demasiado la atención, entendía que mi corazón iba a decidir por mí. Se escuchaba tan fácil de hacer, pero «¿si en tu corazón había maldad?». Entonces, «¿una se convertiría en una bruja de magia negra? ¿O se podía luchar contra eso?».

 ─Cuando suenen las doce campanadas de la medianoche del día de su nacimiento, las jóvenes brujas tendrán que dejar que sus corazones elijan su don. Muchas luchan contra los deseos de su corazón, pero mueren en el intento.




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