Amor Mágico

Capítulo 11

Finalicé la llamada después de hablar con mi hija para saber cómo se encontraban las cosas en casa, pero principalmente a como estaba ella. Intenté no hacer caso al dolor sordo de mi pecho, el cual me dejó un raro presentimiento de que algo malo podía suceder. No era feliz de estar lejos de Alana cuando no estaba su abuela para cuidarla y vigilar que nada ni nadie malo se le acercara. Dejar sola a Alana no era la mejor decisión, pero era la única que existía para que nosotras pudiéramos viajar y resolver el percance que se había presentado.

Tomé una fuerte respiración como tranquilizante, tenía que estar en sosiego para lo que se debía hacer. Toda la situación me tenía mal y con los nervios de punta, nunca antes me había sentido de esa manera, con ganas de golpear mis talones y aplaudir con fuerza para llegar a casa en tiempo récord. Necesitaba abrazar a mi hija con urgencia.

Miré a mi alrededor y las ganas de salir corriendo de ahí eran demasiado fuertes que tenía que plantar mis pies en el suelo para no hacer caso a mi instinto. Mi madre y yo teníamos que ordenar el desastre que había hecho Cala o, mejor dicho, el desastre que yo misma había hecho hace mucho tiempo atrás.

 ─¿Cómo está mi nieta? ─preguntó mi madre sacándome de mis pensamientos.

 ─Bien ─murmuré, dirigiendo mi mirada a ella─. Dice que está bien sola y que no me preocupe si no alcanzo a llegar hoy.

 ─Alana nunca dirá que está mal o que nos necesita en casa. ─Alzó la mirada de lo que estaba haciendo para verme fijamente─, ella siempre pondrá nuestro trabajo primero.

 ─Lo sé, mamá ─suspiré cansada─, pero no me gusta que pasé mucho tiempo sola, mucho menos cuando está a un mes de cumplir años.

 ─Igual a mí, mi niña. Alana es muy sensata y sabrá comportarse, mantenerse lejos del peligro.

 ─La hemos criado bien, mamá ─sonreí ligeramente.

 ─Sí, hija. Lo hemos hecho.

Nos quedamos en silencio sumergidas en la preocupación que estábamos sintiendo por Alana. Sabía que mi hija era una niña inteligente y que no se metería en problemas mientras no estuviéramos en casa. Alana tenía una buena cabeza sobre sus hombros.

 ─Ella será una bruja muy poderosa ─confesé─. ¿Viste como detuvo las cosas en movimiento? ─todavía no podía quitarme ese momento de la cabeza. Nunca antes había visto a una bruja romper la magia de otra.

 ─Lo vi ─asintió─. Le hemos enseñado todas las herramientas para manejar el don que ha recibido.

 ─Alana sabrá cómo manejarlo ─murmuré─. ¿Necesitas ayuda? ─pregunté cambiando el tema.

 ─No, estoy bien ─hizo un ademán con la mano.

Mi madre estaba parada en medio de la habitación realizando una poción, murmuró algo en latín colocando un anillo dentro del líquido y giré mi cabeza para ver por la ventana. Era un barrio muy bonito, quizás uno por el cual yo misma hubiera elegido si las circunstancias fueran totalmente diferentes a lo que realmente eran. Alana le encantaría el jardín como el patio trasero, me la imaginaba corriendo alrededor y riendo con fuerza, mi hija había tenido una gran niñez tomando en cuenta que era una bruja.

 ─Necesito que te pongas esto ─dijo mi madre.

 ─¿Se habrá dado cuenta? ─pregunté acercándome a ella.

 ─Lo dudo ─murmuró─. Te necesito lo más cerca posible de la poción.

Caminé a donde mi madre quería que estuviera, cerré mis ojos y sentí como la magia hacía su efecto en mí. Todo esto era espeluznante, pero era lo que teníamos que hacer para que las cosas siguieran como estaban hasta el momento. Nos encontrábamos a muchos kilómetros lejos de Chester, un lugar que no tuviera nada que ver con nuestro querido pueblo.

Abrí mis ojos cuando percibí el cuenco en mis manos, lo llevé a mis labios y tomé la bebida sin pensarlo dos veces. Tenía un sabor asqueroso y me daban ganas de vomitar. Respiré por la boca y me acerqué al espejo más cercano para poder ver el cambio, aunque ya lo hubiera presenciado un montón de veces antes. Era magnífico observar como cada fracción cambiaba.

 ─¿Lista? ─preguntó Cala cuando entró a la habitación.

 ─Sí.

 ─¿Segura? ─enarcó una ceja.

 ─Muy segura, Cala ─rodé mis ojos.

 ─Oye, solo quiero estar segura ─alzó las manos en forma de defensa.

Resoplé caminando a la ventana mientras escuchaba el rotulador de la cámara instantánea sonar. El espectáculo había empezado, coloqué una sonrisa falsa en mis labios. «Lo que una hacía por la persona que más amaba en este mundo».

 ─Estoy cansada ─gemí dejándome caer en la cama.

 ─Siempre terminamos cansada ─dijo mi madre sentándose en la cama de al lado.

Era casi medianoche cuando arribamos a nuestra habitación de hotel, habíamos terminado con nuestro encargo más tarde de lo que esperábamos. Deseaba solo acostarme y dormir hasta que el sol saliera porque así podíamos ponernos en camino y volver a casa antes de que Alana llegara de la secundaria. Necesitaba abrazar a mi hija con todas mis fuerzas y asegurarme de que todo estaba bien con ella.




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