─Alana, ¿estás bien? ─preguntó Rachel dejándose caer en el asiento frente a mí.
─Sí. Solo estoy cansada ─bostecé.
El café que tomé en el desayuno no había durado lo que esperaba, y ahora me sentía más cansada que al principio, con sueño y molesta por estar en la secundaria. Pensé que venir y actuar como una adolescente normal haría que me olvidará de todo, pero mi mente estaba tan agotada que me estaba costando seguir el ritmo de lo que decían los maestros.
Las primeras horas habían sido todo un borrón de palabras y sonidos, apenas escribí algún apunte importante. Tuve que esforzarme en mantener mis ojos abiertos para no quedarme dormida en clases. Lo único que quería era ir a casa y dormir toda una vida, estaba demasiado cansada para funcionar correctamente. Agarré mi soda en medio de un bostezo, tal vez el azúcar ayudaría a mantenerme despierta por el resto de la jornada escolar.
─¿Qué pasó? ¿No dormiste bien anoche?
─No dormí nada ─gemí.
─¿Quién no durmió nada? ─preguntó Josh sentándose al lado de Rachel.
─Yo ─dije mientras mi amiga decía─: Alana.
─¿Qué paso? ─preguntó preocupado frunciendo el ceño.
─Solo sé que no pude dormir, mi mente no quería apagarse ─me encogí de hombros─. Por lo menos avancé en la lectura de Orgullo y Prejuicio.
─¿Ese no es el libro que has leído como veinte mil veces? ─Rachel enarcó una ceja.
─Algo así ─murmuré. Me encantaba leer. «¿Acaso eso era un crimen?».
─Debo comprarte nuevos libros, ya basta de leer los clásicos.
─Me gustan los clásicos ─hice un mohín.
─A veces, es bueno leer algo, mmm, más actual ─metió un pedazo de su sándwich a la boca.
─Lo que tú digas ─murmuré.
Amaba leer los clásicos, había pasado por todos ellos antes de que alguien me dijera que debía leerlos para una tarea en específico. Tal vez había nacido en la época equivocada porque me sentía más a gusto con esos libros que las historias actuales de amor donde el drama y el engaño reinaban.
Después de crecer viendo a muchas mujeres sufriendo por amor o por sus parejas engañándolas, lo último que quería en mi vida era enamorarme. Todo el dolor y drama que existía en una relación no valían la pena. Por lo menos, no para mí.
Llevé mi soda a mi boca y tomé un largo trago, esperaba que realmente hiciera efecto o si no me estarían llamando la atención por quedarme dormida encima de mi escritorio.
Mi abuela me había contado que algunas brujas realizaban encantamientos mientras estaban dormidas al igual que levitaciones o movían las cosas a su alrededor, y aunque estaba muy segura de que ese no era mi caso, no quería averiguarlo en clases.
Mi móvil vibró en mi bolsillo y coloqué la soda en la mesa para poder sacar el teléfono de su escondite. Tenía un nuevo mensaje de mi madre y esperaba que fueran buenas noticias de que ella como mi abuela venían a casa.
Mamá: Cariño, tal vez no llegue a casa esta noche.
Yo: ¿Puedo quedarme a dormir en la casa de Rachel?
Mamá: Si los padres de Rachel están de acuerdo de que te quedes a dormir, por mí no hay problema.
Yo: Gracias, mami.
Mamá: Avísame.
Estaba concentrada en el intercambio de mensajes con mi mamá cuando sentí la presencia de alguien a mi lado, pero no alce mi cabeza para saber quién era. Tenía que preguntarle a Rachel si sus padres estarían dispuestos a dejarme dormir en su casa esa noche. No quería estar sola.
─Alana ─llamó mi amiga y alcé mi cabeza para verla─. Uh, alguien quiere hablar contigo ─movió ligeramente su cabeza.
─¿Eh? ─balbuceé,
─Alana es un bonito nombre ─dijo una voz gruesa a mi lado y la piel de gallina estalló en mí.
Giré mi cabeza hacia dónde provenía la voz y el chico de los ojos azules me sonrió, aparté mi mirada antes de que me quedara sin aire. Él se sentó a mi lado sin siquiera preguntar si estaba ocupado, colocó su bandeja de comida en la mesa y yo no sabía que decir por su atrevimiento.
─Uh, ¿qué haces aquí? Auch ─gemí de dolor porque Rachel me pateó debajo de la mesa.
─Sé educada ─musitó y le sonrió a nuestro invitado.
─Creo que debería presentarme primero ─rio con nervios─. Me llamo Eliot Davis y soy el chico nuevo como todo el mundo lo sabe.
─Hola ─dijo mi amiga con voz cantarina─, soy Rachel, él es Josh y ella es Alana.
─Un gusto ─dijo Josh con la mandíbula apretada.
Mi amigo no estaba feliz de que Eliot se sentara en nuestra mesa y yo compartía el mismo sentimiento.
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Editado: 15.05.2021