Amor Mágico

Capítulo 18

 ─Contesta ─murmuré al teléfono.

Estaba llamando a Rachel para informarle que mi madre si me había dado el permiso para ir a la cita doble. Resoplé cuando por segunda vez me mandó al buzón de mensaje. Saqué el teléfono de mi oído y volví a marcar el número de ella, esta vez crucé mis dedos para que por fin se dignara a contestar mi llamada.

Encendí mi laptop y me senté en mi silla. El aire entró por la ventana, me moría de calor. Las fotos se movieron golpeando la pared en un sordo sonido haciéndome acuerdo de preguntarle a mi mamá si no había agarrado la foto perdida.

 ─Hola, soy Rachel en ese mo…

Corté al escuchar su voz en el buzón. Era mejor enviarle un mensaje rápido pidiéndole que se comunicara conmigo cuando lo leyera.

 

Yo: Rachel, llámame cuando leas este mensaje. ¡Es URGENTE!!!!

 

Le di a enviar y salí de mi habitación hacia la recámara de mi madre, ella había dicho que quería acostarse a dormir pues había conducido toda la noche para estar en casa hoy en la mañana. Me acerqué a la puerta de su alcoba y di unos pequeños golpecitos esperando no estar molestando si se encontraba dormida.

 ─Pasa ─dijo y suspiré aliviada.

Giré la manija y abrí la puerta, su cuarto era un poco más grande que el mío. Decorado con una gran cama King Size y con un televisor en la pared opuesta a donde se hallaba la cama. Las paredes estaban pintadas de color celeste agua haciendo que el sitio fuera un lugar donde cualquiera se podía tranquilizar después de su ajetreado día. Hasta poseía un sillón con una tumbona al lado de la ventana para uno sentarse a leer en los días fríos.

 ─Hola ─murmuré.

 ─Hola, cariño. ¿Sucede algo? ─preguntó sentándose contra las almohadas.

 ─Quería hacerte una pequeña consulta ─me acerqué a su cama para subirme a ella.

 ─Dime.

 ─¿Has visto la foto que me tomaste cuando nos fuimos a la playa el verano que paso?

 ─¿La que estás con esa blusa blanca con mangas amplias? ─enarcó una ceja.

 ─Sí ─asentí─. En la que estoy caminando en la playa descalza.

 ─No la he visto, cariño. ¿Por qué?

 ─Es que no la encuentro por ningún lado ─murmuré.

 ─¿No estaba colgada en la pared?

 ─Sí ─suspiré─, pero al parecer todas las fotos se cayeron y me tocó ordenarlas de nuevo, pero esa no la encuentro.

 ─Que raro, cariño. ¿Segura que buscaste bien?

 ─Sí, hasta me agaché para ver si estaba debajo de la cama y nada.

 ─Tal vez tu abuela la agarró, ¿le preguntaste?

 ─Uh, no. Ya le voy a preguntar. Gracias, mami.

Le di un beso en la mejilla, aunque ella no me había podido ayudar con el paradero de la imagen, se merecía un beso por estar siempre ahí cuando más la necesitaba. Ella era una gran mamá, después de todo era el único padre que tenía. A veces, tenía el impulso de preguntarle sobre mi papá, pero a último momento me mordía la lengua pues era mejor no escarbar en el pasado.

 ─Te dejo dormir ─dije.

 ─Gracias, cariño.

Me bajé de la cama para salir de su habitación en dirección a la planta baja. Esperaba que mi abuela haya agarrado la fotografía. Llegué a la cocina y encontré a mi abuela sentada en el comedor leyendo su libro rojo.

 ─Nana, ¿has visto la foto en la que estoy caminando en la playa descalza?

 ─No, pequeña. Pensé que estaba en tu habitación ─frunció el ceño.

 ─Lo estaba, pero hoy que llegué de clases encontré todas las fotografías en el piso, las volví a colocar en su lugar, pero esa es la única que me falta.

 ─Por mi parte, no he agarrado nada de tu habitación.

 ─De acuerdo. Gracias, nana.

 ─¿Le preguntaste a tu mamá? ─preguntó.

 ─Sí, pero no sabe nada de esa foto. No creo que le haya salido pies y se fuera caminando.

 ─Tal vez magia ─dijo encogiéndose de hombros.

Me quedé congelada en mi puesto, eso podía ser más verídico de lo que ella creía. Si el libro había volado de su estante a la barra del desayuno sin mayor esfuerzo tenía que haber alguien detrás de todo esto, las cosas no se movían solas. Algo o alguien había agarrado esa fotografía, ¿para qué?, no tenía la menor idea, pero estaría más al pendiente de mi alrededor.

No me gustaba lo que estaba sucediendo en mi casa y mucho menos que fuera la única que lo notara. «¿Quizás era un mensaje del más allá?». No tenía idea de que significaba todo esto, pero lo iba a averiguar.




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