Amor Mágico

Capítulo 22

Miré a mi hija irse a la secundaria mientras un mal presentimiento invadía mi ser. Algo malo iba a suceder y me tenía intranquila. Estaba preocupada por su hambre voraz en el desayuno pues no era nada normal su comportamiento.

Giré hacia mi madre, anoche le había pedido que buscara que era lo que le sucedía a Alana. Era la primera vez que se ponía tan roja como un tomate y nos tenía ansiosas a ambas.

 ─¿Encontraste algo, mamá? ─pregunté.

 ─Anoche me quedé despierta buscando. ─Bostezó─. Pero no he encontrado nada.

 ─Estoy preocupada ─confesé con temor.

 ─Yo también lo estoy, mi niña.

Mi madre me miró con los ojos llenos de preocupación antes de acercarse a la estantería de la pared y sacar un libro de color verde de él, sabía que en el libro había remedios caseros como el que Alana había bebido anoche. Mi madre trajo el libro con ella y se sentó en el comedor. Suspiré caminando hacia la cafetera, necesitaba cafeína pues me había quedado toda la noche en vigilia observando a mi hija dormir.

 ─Encontré algo ─murmuró mi madre.

 ─¿Qué? ─corrí hacia ella.

 ─La bruja adolescente que haya nacido bajo eclipse solar más importante del siglo presentará síntomas de sonrojo extremo, velocidad inhumana, hambre incontrolable, felicidad y cansancio. Su magia empezará a evolucionar y se la debe mantener bajo máxima vigilancia hasta que cumpla años y elija su vocación.

 ─¿Todo esto por un eclipse solar? ─cuestioné.

Era loco que algo como un cumpleaños fuera a causar tantos problemas, pero éramos brujas y lo insólito estaba al orden del día.

 ─Tengo que ver su carta astral.

Ella hizo un gesto con su mano para que un libro volara del estante a la mesa. Mi madre se sumergió a investigar sobre astrología mientras yo hacía algunos quehaceres del hogar.

Rogaba que lo del eclipse no fuera el caso de Alana, que ese libro se hubiera equivocado ya que sería muy difícil mantenerla en casa las veinticuatro horas del día sin darle una explicación creíble.

 ─¿Dónde está la carta astral de Alana? ─preguntó mi madre y giré mi cabeza hacia ella.

 ─Está guardada en mi cofre ─manifesté─. ¿La necesitas?

 ─Sí, junto con la tuya y la de su padre.

 ─¿Realmente necesitas la de él? ─Mi voz se rompió.

 ─Sí. ─Me miró por encima de sus lentes─. La tienes, ¿cierto? ─asentí─. Entonces trae las tres, las necesito con urgencia.

Solté suavemente el aire mientras daba pasos temblorosos hacia las escaleras. No había tocado esa carta astral desde que Alana se encontraba a días de nacer. Había ciertas cosas que era mejor tenerlas guardadas bajo llave y hablar de él era una de esas cosas.

Llegué a mi habitación y me agaché para colocarme en cuatro, y poder sacar el cofre de debajo de mi cama, en él se encontraban las cosas importantes para mí. Me erguí para sentarme y soplar el polvo que había encima del objeto. Coloqué mi dedo en la ranura y apreté los labios cuando sentí la pequeña aguja pinchando mi piel para extraer una gota de sangre y así el cofre se abriera.

Chupé mi dedo para que la herida se cicatrizara. Parte de mi don era que mi saliva fuera una cura contra las heridas. Agarré las cartas astrales sin mirar los demás objetos del cofre, en especial esa foto que me recordaba lo que algún día pude haber tenido.

Me dirigí a la cocina después de dejar el cofre en su lugar. Encontré a mi madre mirando un círculo con los diferentes signos zodiacales y con los planetas que regían a cada uno de ellos, lo había hecho en mi ausencia.

 ─Aquí están ─le entregué lo que me había pedido.

 ─¿Por qué la guardaste? ─preguntó enarcando una ceja.

 ─Sabía que algún día podías necesitarla ─confesé─, y para saber cuál sería la vocación de Alana necesitaríamos saber de su padre. Su corazón puede elegir, pero la magia de sus padres tendrá mucho que ver en su elección.

 ─Siempre estás pensando en el futuro.

 ─¿Realmente le dirás sobre el chico? ─pregunté alejando el tema sobre mi pasado.

 ─Sí ─trazó una línea perpendicular en el círculo─, al igual que tenemos que decirle que es lo que tiene y sobre la decisión que debe realizar al cumplir la mayoría de edad.

 ─¿Crees que es lo correcto?

 ─Es lo que debemos hacer, Coral ─dirigió su mirada hacia mí─, toda joven bruja sabe desde muy pequeña sobre la elección que debe hacer cuando cumpla la mayoría de edad. Hemos hecho una excepción con Alana.

 ─Sabes muy bien el por qué ─refunfuñé.

 ─He respetado la decisión que tomaste cuando Alana era una bebé, pero ya es momento que ella sepa toda la verdad de su pasado, presente y del futuro que le espera.

 ─Mamá, yo…




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