Amor Mágico

Capítulo 23

 ─Ella será la bruja entre brujas.

Esas palabras estaban grabadas en mi mente. Cualquier madre se sentiría emocionada al saber que su hija se convertiría en la bruja más poderosa del mundo mágico, pero yo no sentía esa emoción sino todo lo contrario, tenía miedo de que todo ese poder se le fuera de las manos y terminara lastimando a alguien. Sabía que mi hija era fuerte aunque eso no menguaba mi temor. Tampoco me gustaba que cierto personaje pudiera aparecer en la vida de Alana cuando el consejo se enterara del gran poder que poseía mi pequeña.

 ─¿Coral?

 ─¿Eh? ─parpadeé.

 ─Has estado echándole sal a la limonada ─dijo mi madre.

 ─Oh ─miré hacia abajo y tenía razón.

 ─Cariño, ¿qué sucede? ─preguntó mi mamá sacándome de la cocina.

 ─Estoy preocupada ─dije tomando asiento en el sofá.

 ─¿Sobre Alana?

 ─No quiero que sea la bruja entre brujas ─sollocé. Mi mayor temor se estaba haciendo realidad.

 ─Mi niña ─murmuró mi madre─, todo estará bien, es el destino de Alana.

 ─Pero…

 ─Shh ─me abrazó para consolarme─. Sé que tienes miedo por cierta persona, pero él no se va a acercar a Alana. Haremos todo lo posible para que eso no suceda.

 ─No quiero que Alana se un blanco fácil. ─Ser la bruja más poderosa te convertía en el centro de atención del mundo mágico.

 ─Alana es fuerte.

 ─¿Por qué ella? ─sorbí.

 ─Ella fue la elegida y solo lo sabremos después de su elección. Alana siempre ha tenido el don de la magia mucho antes que cualquier otra bruja.

 ─Lo sé, mamá.

Cuando Alana apenas tenía meses de edad había movido los peluches de su cuna con solo parpadear, todos los presentes nos habíamos quedado sorprendidos y mi madre había atado su magia hasta que fuera un poco mayor y pudiéramos explicarle las reglas mágicas.

Mi móvil sonó y me solté del abrazo cálido de mi madre para levantarme e ir por él. Lo aferré y el nombre de Rachel parpadeó en la pantalla. Miré a mi madre y ella se acercó a mí para darme apoyo. «Brujas del más allá que mi pequeña esté bien».

 ─Hola, Rachel.

 ─Hola, señora Johnson ─murmuró─, disculpe que la moleste.

 ─No es una molestia ─dije─. ¿Sucedió algo?

 ─Sí, señora. Alana se acaba de desmayar y ha estado actuando raro.

 ─En este momento salgo para allá. ¿En qué parte de la secundaria están?

 ─Estamos en la cancha de fútbol.

 ─En menos de cinco minutos estoy allá.

 ─Aquí la esperamos.

Colgué la llamada y corrí a buscar las llaves de mi vehículo. Las lágrimas salieron sin mayor esfuerzo, lo que menos quería que sucediera se estaba haciendo realidad y tenía miedo de que solo empeorara.

 ─¿Qué sucedió? ─preguntó.

 ─Alana se desmayó.

 ─Voy a preparar un brebaje ─dijo mi madre caminando hacia la cocina─. Creo que debemos atar su magia hasta que cumpla años.

 ─No lo sé, mamá. Voy por mi hija ─caminé hacia la puerta.

 ─Tendré todo listo para cuando lleguen.

Mis manos temblaban incontrolablemente y tuve que tomar una fuerte respiración para calmarme pues tenía que estar serena y con la cabeza fría para tomar las mejores decisiones. Inserté la llave y traje el motor a la vida, conduje a la secundaria con los ojos pegados al camino. Hice maniobras y lancé pequeños hechizos para que las personas me dieran paso y pudiera acercarme a la cancha de fútbol en tiempo récord. Derrapé estacionando el vehículo antes de bajarme del mismo y correr hacia las gradas ya que a lo lejos pude visualizar a Rachel haciéndome señas.

Me dirigí donde se encontraba un grupo de chicos. Fue un golpe muy duro al ver a Alana acostada inconsciente en los brazos de un chico que no conocía, en otro momento averiguaría quien era, ahora lo más importante era la salud de mi hija. Miré a Rachel, ella tenía los ojos llenos de lágrimas no derramadas.

 ─Gracias por llamarme. ¿Qué sucedió?

 ─Había terminado de correr y estaba roja ─dijo el chico que no conocía─. Me preocupé y le dije que la iba a llevar a su casa, entonces se desvaneció.

 ─Gracias ─murmuré colocando mi mano en la frente de mi hija. No tenía fiebre─. Tengo el carro estacionado a unos metros de aquí.

 ─Yo la puedo cargar ─dijo el chico.

 ─Gracias ─repetí.

Él colocó su mano debajo de las piernas de Alana para alzarla en brazos y acunarla contra su pecho como si ella fuera una frágil flor que necesitaba protección. Josh me pasó la mochila de mi hija y le agradecí antes de indicarles donde estaba mi vehículo. Rachel se acercó a mí y pude sentir que quería decirme algo sobre mi hija, al igual que había algo que no me cuadraba con su aspecto.




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