Alana estaba actuando de manera rara ya que en el poco tiempo que la conocía y que la veía a escondidas cuando ella no se daba cuenta, me había dejado una impresión de la personalidad de ella. Alana se caracterizaba por ser una persona que apenas sonreía en público, era muy introvertida y le gustaba estar en una esquina que ser el centro de atención. Su forma de actuar, me tenía intranquilo y con una rara sensación de que algo malo le podía estar sucediendo.
Guardé mis libros en la mochila pues la jornada había terminado y quería estar en la prueba de atletismo. Cuando Alana me había dicho que iba a participar decidí ir a darle mi apoyo. Saqué el móvil de mi chaqueta de cuero y escribí un rápido mensaje a Rachel. Vi el intercambio en el comedor y como el ambiente estaba hostil e insoportable entre ellas, algo había sucedido y esperaba poder ayudar a que todo se solucionara.
Yo: ¿Irás a las pruebas de atletismo?
Rachel: ¿Por qué iría a eso? Lol
Yo: Porque Alana hará una prueba para el equipo.
Rachel: ¿Ella qué? No me dijo nada L
Yo: Tal vez se olvidó de decirte.
Rachel: Tal vez. Le diré a Josh para ir.
Leí el último mensaje y guardé mi móvil. Rachel aceptó ir y esperaba que ese fuera el primer paso para que ambas solucionaran sus problemas. Coloqué mi mochila sobre mi espalda y me dirigí a la cancha de fútbol esquivando a ciertas personas que quisieron coquetear conmigo, Becky era una de ellas. Me volvía loco que no entendiera la indirecta, no me interesaba.
Resoplé mirando el campo de fútbol. En mi escuela anterior, a miles de kilómetros de distancia, fui parte del equipo haciendo que mi padre se sintiera orgulloso de mí. Su burbuja de felicidad se rompió cuando me negué a jugar, no quería recrear recuerdos del pasado.
Caminé hacia donde estaba Alana dándome la espalda mientras colocaba su mochila en la primera fila. Sonreí ya que reconocí su espalda sin ningún problema. Ella se giró y sonrió cuando me vio, corrió hacia mí para lanzarse a mis brazos. La atrapé y rodeé su cuerpo con mis brazos, sentí una rara estática cuando nuestros cuerpos se tocaron. Era como miles de pulsaciones de electricidad que mi cuerpo estaba recibiendo. La energía chispeaba entre nosotros. No tenía idea de porque estaba sintiendo eso, sin embargo, ella se sentía tan bien en mis brazos. Éramos dos piezas de puzzles que se unían perfectamente.
Mi corazón dio una voltereta de felicidad y ella se alejó de mí para poner un poco de distancia entre nosotros. Alana seguía teniendo una sonrisa en su rostro, pero sus ojos decían otra cosa, estaba incómoda por lo que había sucedido. Era la primera vez que Alana hacía algo tan íntimo como un abrazo y eso me confirmaba que algo estaba mal con ella.
─Gracias por venir.
─No me perdería verte correr ─sonreí y era verdad, iría a donde sea que ella estuviera─. ¿Esta es tu mochila?
─Sí ─asintió.
─La cuido por ti.
─Gracias.
─Creo que deberías calentar ─murmuré.
─Ah, si eso ─vaciló.
Alana bajó a la cancha y empezó a hacer ejercicios de calentamiento mientras las primeras chicas corrían. Me senté a ver como el profesor llamaba a las siguientes candidatas y les daba el grito de salida. Alana se mantuvo muy lejos de las otras y nunca miró hacia atrás, era como si no quisiera ver si seguía ahí dándole apoyo.
Escuché gritar el apellido de Alana y ella se acercó a la línea de salida, se agachó y esperó oír la orden para salir disparada de ahí. Alana mantuvo un buen ritmo al comienzo. Era la tercera hasta que una chica la adelantó sin mayor esfuerzo. Bufé un poco triste de que Alana no haya clasificado entre las finalistas, bajé los escalones y la esperé a un lado de la cancha.
─¿No estás cansada? ─pregunté.
Las demás chicas estaban sudando y jadeando por aire, pero Alana estaba normal.
─Uh, no ─murmuró. Me sorprendí cuando noté el color de su rostro.
─Alana, estás roja.
─No lo estoy ─dijo a la defensiva.
─Si lo estas ─coloqué mi mano en su frente─. No tienes fiebre.
─Estoy bien, Eliot ─alejó mi mano.
─No lo estas ─fruncí el ceño─. Te llevaré a casa.
─Estoy bien.
Agarré la mano de ella y una pequeña electricidad paso entre nosotros, sacudí mi cabeza para alejar esa sensación y me concentré en caminar mientras la jalaba detrás de mí. Miré sobre mi hombro cuando sentí que estaba un poco más pesada y me llevé un susto al ver como caí en cámara lenta, fui tan veloz en agarrarla en mis brazos antes de que su cabeza tocara el piso. Alana se había desvanecido.
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Editado: 15.05.2021