Amor Mágico

Capítulo 28

 ─Aquí estoy ─dijo ella.

Ese parque hacía que su corazón se encogiera del dolor, no era fácil estar ahí. Él le estaba dando la espalda y ella resopló enojada, tenía que hacer un largo viaje de donde vivía, o pretendía vivir, para verlo. Dio un paso hacia él decidida a tocarlo para que este se diera la vuelta, pero no tuvo que hacerlo porque él se giró para encararla.

Ella se sorprendió al ver a la esposa de él mirándola fijamente con una sonrisa de superioridad en su rostro, demostrando que ella había ganado. Su estómago cayó a los pies, no esperaba verla y mucho menos con él a su lado, no entendía como él le podía hacer eso.

«Pero, ¿qué más puedes esperar de alguien como él?», le gritó su mente. De él se podía esperar lo peor. Se recompuso rápidamente y frunció el ceño, su tiempo era oro y no quería estar perdiéndolo con personas que no valían la pena.

 ─Hola, Coral ─dijo él abrazando a su esposa por detrás y colocando sus manos sobre su barriga prominente.

 ─¿Para qué me llamaste? ─gruñó enojada, no estaba para jueguitos─. ¿Acaso querías que viera a tu esposa embarazada?

 ─Ella quiso acompañarme ─se encogió de hombros.

 ─Te conozco demasiado bien como para saber que todo lo has planeado de antemano.

Él se quedó en silencio con una gran sonrisa de supremacía en sus labios, quería que viera que por fin sería padre y que pronto se olvidaría de su pasado juntos, principalmente de ella y de quien quería conocer. Ella apretó su mandíbula bajando la mirada a la barriga de la mujer y supo que algo no estaba bien, el bebé no se movía y el latido del corazón apenas podía distinguirlo.

 ─¿Cuánto tiempo tienes? ─preguntó a la mujer embarazada.

 ─¿Acaso te importa? ─ladró cruzando sus brazos sobre su pecho a la defensiva.

 ─Algo no está bien con tu bebé ─confesó dando un paso atrás.

 ─¿Qué dices? Mi bebé está perfecto.

 ─No lo está ─dijo ella─. ¿Cuántos embarazos has perdido hasta ahora?

La mujer embarazada se congeló en los brazos de su amado. Era un secreto a voces de que no podía mantener un bebé en su interior el tiempo suficiente para que este se desarrollará.

 ─¿De qué estás hablando? ─balbuceó─. Es mi primer embarazo.

 ─Eso no es lo que dicen ─murmuró con pesar.

 ─No sabes nada ─gruñó─, deja de decir que mi bebé no está bien.

Ella arrastró su mirada desde la mujer embarazada al hombre detrás de está. La sonrisa en sus labios se extinguió cuando vio la mirada de pesar en ella. Él la conocía demasiado bien y sabía que no mentiría con algo tan serio como la vida de alguien inocente. Aunque las cosas habían terminado mal entre los dos, ella siempre haría lo bueno.

 ─Tú conoces mi poder, nunca mentiría con algo tan importante como la vida de un bebé y mucho menos de tu bebé.

 ─Lo sé, Coral ─suspiró tristemente. Sería el cuarto bebé que moría dentro de su esposa─. Gaia, anda al médico.

 ─Vernon, no puedes creer lo que está perra está diciendo ─despotricó.

 ─Gaia, te di una orden ─gruñó haciendo saltar a la mujer embarazada─. Anda al médico, ahora.

 ─No puedes…

 ─Ella se especializa en la sanación del cuerpo y del alma, sabe de lo que habla.

 ─Seguramente está mintiendo ─sollozó abrazando su vientre.

 ─No lo estoy ─dijo la mujer─. Tu bebé no se está moviendo y apenas puedo escuchar su latido. Debes ir al médico.

 ─Llama a tu madre y dile que te acompañe ─él ladró.

 ─¿Por qué tú no me acompañas?

 ─Porque tengo que hacer algo aquí. Anda, ¡ahora!

La mujer embarazada alzó su barbilla y sus ojos estaban llenos de miedo. Caminó a un vehículo negro que estaba aparcado en el estacionamiento del parque infantil. Ella no se sorprendió que la pareja tuviera seguridad privada, sabía que la familia de la mujer era de dinero y muy influyente en la sociedad mágica.

 ─Espero estar equivocándome ─dijo ella apenada.

 ─Espero lo mismo ─murmuró.

 ─¿Por qué querías verme? ─preguntó.

 ─Quiero conocerla.

 ─Sabes la respuesta a esa petición, Vernon.

 ─Coral, quiero verla.

 ─No ─dijo rotundamente.

Ella había prometido sobre su corazón roto que él nunca vería a quien crearon juntos, que nunca se acercaría a su niña porque él solo le haría lo mismo que le había hecho, romper su corazón.

 ─Por favor ─suplicó.

 ─Ve a tener hijos con tu esposa y déjanos en paz.




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