Amor Mágico

Capítulo 30

Observé que mis lentes de contacto estuvieran en su lugar y mi rostro se encontrara normal. Mi cabello se hallaba suelto para que se secara con el viento. Di una última mirada a mi atuendo, que consistía en un top de tiras con jeans y botas de caña alta, antes de volver a mi habitación para agarrar mi chaqueta de cuero y colocármela. Me veía como una chica motera y me gustaba.

Aferré mi teléfono, las llaves de la casa y un poco de dinero para meterlo en el bolsillo derecho de mi chaqueta ya que todavía no estaba muy segura de dejar que mi cita pagara todo. Miré la bolsita de hechizo encima de mi escritorio y decidí guardarla en un bolsillo oculto que tenía la chaqueta.

Bajé las escaleras, mi madre y mi abuela estaban en el sofá mirando la televisión. Solté el aire que estaba conteniendo y caminé hacia la puerta principal lista para irme cuando sentí a mi madre tensarse y supe que no debía irme de esa manera, tenía que decir algo. Todavía no era mayor de edad y aunque estuviera enojada con mi madre no era la forma correcta de actuar.

  ─Iré a la casa de Rachel antes de la cita ─murmuré─. Estaré en casa antes de la medianoche. Llevó mi móvil.

  ─Gracias ─dijo mi madre─. Cuídate.

Mi abuela miró sobre su hombro para sonreírme cálidamente, había hecho algo muy importante y era un paso en la dirección correcta. Todavía no estaba lista para perdonar a mi madre, pero en algún momento lo haría.

 ─¿Qué opinas de éste? ─preguntó Rachel mostrándome un vestido negro con un gran escote en la espalda.

 ─Demasiado elegante para ir al cine ─murmuré.

Llevábamos más de una hora buscando un conjunto para ella. Rachel había comprado ropa que seguramente a Becky le encantaría pues eran faldas cortas, tops con escotes pronunciados, vestidos tan cortos que serían milagro que no se viera nada cuando se sentara, y si hablábamos de zapatos era lo mismo. Tacones y plataformas.

Miré la pila de ropa y suspiré, estaba cansada con este desfile de conjuntos. Si a mí me gustaba algo, a ella no, y si a ella le gustaba, a mí no. Me dejé caer en la cama mientras mi amiga se probaba otro vestido, sacudí mi cabeza para que buscara otra cosa que ponerse.

 ─Puedo prestarte ropa si quieres ─se encogió de hombros.

 ─No, gracias ─agarré unos pantalones y se los lancé─. Utiliza esos con los zapatos de tacón negro y ese top rojo con un hombro descubierto ─me levanté de la cama─, creo que vi una chaqueta negra por aquí.

Entré en su armario y empecé a tirar ropa por todos lados, teníamos casi una hora para que ella se vistiera, pero últimamente se demoraba mucho en hacerlo. No me gustaba en quien mi amiga se estaba convirtiendo. Encontré lo que buscaba y volví a la habitación, le enseñé a Rachel y ella asintió saltando de la emoción, había encontrado su conjunto.

 ─¡Me encanta!

 ─Me alegro ─me senté en su silla giratoria─. Estaba cansada de ver ropa volar por todos lados.

 ─Te fascina mi nueva ropa ─me sacó la lengua con diversión.

 ─No ─suspiré─. Unos jeans es lo único que necesito en mi armario.

 ─Ese es tu estilo, Alana. El mío es más sofisticado.

 ─Por supuesto ─dije sarcásticamente poniendo los ojos en blanco.

Me mordí la lengua para no decirle que lo que estaba haciendo era copiar el look de Becky. Mi amiga quería ser popular y haría cualquier cosa para lograrlo, eso incluía pisotear a los demás en el proceso. Tenía miedo de que este comportamiento fuera destructivo para ella o para quienes estábamos a su alrededor.

 ─¿Qué hora es? ─preguntó mi amiga desde el baño.

Saqué mi móvil y miré la hora, el tiempo había pasado volando y todavía nos faltaba ir al cine. Guardé mi teléfono de nuevo y le grité la hora, ella asomó la cabeza por la puerta y frunció el ceño.

 ─¿Tan rápido paso el tiempo?

 ─Te demoras un montón en vestirte.

 ─No ─gruñó.

 ─Todavía tenemos que ir al cine. ¿Tú mamá nos va a ir a dejar?

 ─Se me olvido decirte ─dijo─, ellos nos vienen a ver.

 ─¿En serio? ─estaba sorprendida no sabía que Josh tuviera automóvil.

 ─Sí ─salió del baño y dio una vuelta para que viera su conjunto─. ¿Qué tal?

 ─Te ves bien ─dije─. ¿Josh tiene coche?

 ─No ─se colocó brillo labial─. Al parecer, tu cita tiene.

Estaba por preguntarle quien era mi cita cuando el claxon de un coche sonó y Rachel corrió hacia la ventana para ver quién era. Caminé hacia donde estaba mi amiga y ella agarró mi mano para acarrearme fuera de su habitación.

 ─¡Rachel, Alana! ─gritó la mamá de mi amiga─. Sus citas están aquí, niñas.




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