Amor Mágico

Capítulo 32

 ─¿Qué les pareció la película? ─preguntó Rachel con una gran sonrisa boba en su rostro.

Puse mis ojos en blanco antes de mirar el brillo de labios esparcido por todo el rostro de Josh y el cabello despeinado de mi amiga. Ella pasó sus manos por él intentando domarlo, pero el daño ya estaba hecho y todo el trabajo que había puesto en arreglarse se había perdido en cuestión de minutos. Eliot soltó una pequeña risa y esperé no verme igual que mi amiga, eso sería incómodo para mí. Rachel sonrió esperando mi respuesta, no había ningún indicio de que supiera lo que había pasado entre Eliot y yo.

 ─Estuvo buena ─me encogí de hombros. Su pregunta era un poco irónica porque ella no había visto la película.

 ─¿Quieren ir a comer? ─balbuceó Josh nervioso.

 ─Uh, sí ─murmuré.

 ─¿Les parece pizza? ─preguntó Eliot.

 ─Quiero algo más sofisticado ─gruñó Rachel y enarqué una ceja─. Vamos al Rizz.

 ─Lo que quieras, bebé.

Josh saltaría de un puente si Rachel le pidiera hacerlo. Suspiré pues no esperaba que mi amiga empezara actuar de esta manera, tal y como lo haría Becky. Me dolía verla ser una persona tan diferente de cómo ella realmente era. Rachel sonrió triunfantemente y entrelazó sus dedos con los de Josh para jalarlo en dirección al Rizz.

El Rizz era un restaurante elegante que solo podías entrar con una invitación, y no entendía cómo íbamos a ingresar si apenas éramos capaces de ir al cine sin supervisión de un adulto. Comencé a caminar detrás de la pareja de enamorados y Eliot agarró mi mano para entrelazar nuestros dedos. Miré hacia abajo a nuestras manos juntas y sonreí, él me hacía sentir especial y muy segura. Su tacto era cálido y las mariposas habían vuelto a aletear en mi estómago. Empujé los pensamientos sobre almas conectadas para disfrutar del momento como una adolescente normal.

Giramos a la derecha en la calle Lincoln. El restaurante se encontraba a dos cuadras del cine y era más seguro dejar el vehículo en el estacionamiento del supermercado que esperar conseguir donde parquear frente al restaurante, y más aún una noche de viernes.

 ─¿Estás bien? ─preguntó Eliot.

 ─Sí ─murmuré.

 ─¿Segura? Has estado muy callada.

 ─Muy segura.

 ─¿No quieres ir al Rizz?

 ─Algo así ─resoplé─. No creo que nos dejen entrar en un restaurante de esa índole.

Giré mi cabeza para mirarlo cuando algo llamó mi atención por el rabillo del ojo, Eliot dijo algo que apenas pude distinguir sobre el grito de muerte que mi amiga soltó. Había algo entre las sombras del callejón, era una figura negra que apenas podía distinguir. Tenía a un hombre sostenido por el cuello contra la pared más cercana a nosotros.

La figura movió su cabeza al escuchar el grito y sus ojos se iluminaron de un amarillo que conocía demasiado bien. Me quedé congelada en mi lugar viendo esos ojos, sus pupilas no eran para nada visibles desde la distancia en la que me encontraba. «La magia lo gobierna», pensé mientras alguien me empujaba detrás de él para protegerme.

Miré a mi lado y Rachel estaba oculta detrás de Josh, el cual estaba temblando del miedo. Podía sentir la magia emanando de la figura, aunque no estaba segura de que tipo de brujo era ni el motivo de porque estaba lastimando a alguien.

Coloqué mis manos sobre los hombros de Eliot para mirar por encima de su hombro y observar como la figura sonreía con todos sus dientes. Sentí la energía crecer en mi interior y di un paso al costado, Eliot me frunció el ceño e intentó agarrarme para que volviera detrás de él, pero lo esquivé ya que no dejaría que mis amigos salieran lastimados por alguien de mi especie.

El hombre, si se le podía decir de esa manera, gruñó dejando caer al humano al piso y alcé mis manos para congelar todo a nuestro alrededor. El tiempo se había parado y el grito de mi amiga era un eco en el callejón vacío. La figura ladeó su cabeza y sonrió lobunamente, había un brillo muy particular en su mirada y la piel se me puso de gallina.

 ─Una bruja ─dijo lamiéndose los labios─. Aunque no puedo sentir tu olor ni tu poder.

 ─Vos ato nam quod nullum nocere a alii[1] ─balbuceé.

 ─Sabes que eso no me detendrá por mucho tiempo.

Una mágica cuerda apareció de la nada y empezó a atarlo mientras seguía recitando el hechizo. Él me miró detenidamente e intenté no sentirme pequeña ni con temor y mucho menos indefensa ante su presencia. Era una bruja igual que él y la magia podía pelear contra magia, solo quedaba que el más fuerte e inteligente saliera ileso de esto. Esperaba ser yo.

La cuerda lo apretaba cada vez más y solo tenía que esperar unos segundos para que el hechizo se completara y él no pudiera utilizar magia. La figura forcejeó contra sus ataduras y estas se aflojaron un poco haciendo que pudiera utilizar magia.

 ─Nos veremos, brujita ─dijo antes de desaparecer.




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