Amor Mágico

Capítulo 33

Tenía una sonrisa tonta en mi rostro después de la gran primera cita que había tenido con Alana y esperaba el día de mañana pedirle ser mi novia de forma oficial y que ella aceptara. Todo el mundo podría decir que iba muy rápido, que no podía pedirle a alguien que sea mi novia a una semana de haberla conocido, pero para mi corazón era el tiempo correcto. Estar con Alana se sentía correcto. Cuando nos besamos sentí algo raro pasar entre nosotros, una electricidad inexplicable que no sabía que era.

Alana hacía que todo lo malo en mi vida desapareciera. Era la luz en medio de la oscuridad, ella significaba algo para mi corazón que no podía explicar con palabras aunque lo intentara. Suspiré viéndola entrara a su casa, había sentido un tirón en mi pecho cuando ella se apartó del vehículo, fue una rara sensación que me hizo sentir triste y con un vacío en el corazón. Quería entender porque con ella sentía cosas que con otras chicas nunca sentí.

Miré su casa por última vez antes de encender el motor, giré mi cabeza hacia al frente y un bulto negro, a unos metros de mi vehículo, llamó mi atención. Fruncí el ceño porque estaba seguro de que eso no estaba ahí cuando estacioné minutos atrás. Me encogí de hombros saliendo de mi vehículo pensado que podía ser algún animalito lastimado que necesitaba ayuda con urgencia.

Me acerqué lentamente al bulto para alargar mi mano y tocarlo, pero este se movió dándome un susto de muerte y empecé a caminar hacia atrás alejándome de ahí. Me enredé con mis propios pies haciendo que cayera, apreté la mandíbula para no gritar del dolor mientras la persona, que era el bulto, se erguía en toda su estatura, era más alto de lo que parecía inicialmente. Se inclinó sobre mí para agarrar mi bíceps con fuerza, intenté zafarme pero su agarre era difícil de soltar.

 ─¿Dónde está la bruja? ─gruñó revelando un par de dientes blancos.

 ─¿Quién? ─no entendía de que hablaba

 ─La chica que estaba junto a ti ─clavó sus uñas en mi piel─, la bruja.

 ─Las brujas no existen, amigo. Usted está mal de la cabeza.

 ─Las brujas existen y tu amiga es una de ellas ─sonrió─. Puedo oler magia en ti y debe ser de ella ─olfateó─. Ustedes están entrelazados.

Llevó su mano libre a su espalda para sacar algo de ella. El brillo de la luna se reflejó en el cuchillo y tragué audiblemente, iba a morir en manos de un loco que creía que las brujas existían y que pensaba que Alana era una de ellas. Él bajó el cuchillo hacia mi cuerpo y forcejé intentando soltarme de su agarre, pero eso hizo que él se enojara más y clavara el filo en mi hombro. Solté un pequeño jadeo por la sorpresa y por el dolor que irradió desde mi hombro a todo mi cuerpo.

 ─Dile a la brujita que la próxima es ella ─hizo una pausa─, o puedo divertirme contigo hasta que ella aparezca, a la final ambos están entrelazados.

Alcé mi mano libre para intentar alejarlo de mi cuerpo, o para cubrir mi pecho de la navaja pues no quería que tocara algún órgano importante. Giré un poco mi muñeca y él salió volando lejos de mi cuerpo, y yo no tenía idea de que había sucedido. Me levanté del suelo con dificultad ya que me dolía el hombro. Coloqué mi mano derecha sobre la herida queriendo hacer presión para que la sangre dejara de salir a borbotones de mi cuerpo.

Todo a mi alrededor estaba girando y apenas podía dar un paso sin sentir que las piernas cedían ante mi peso. Escuché pasos detrás de mí, el hombre se estaba acercando. Él gruñó y alzó sus manos como queriendo ahorcarme, arrastré mis pies por el asfalto intentando colocar más espacio entre los dos, o hasta que algún vecino se percatara de lo que estaba sucediendo y viniera en mi rescate.

 ─Aléjate de él ─dijo una voz que había escuchado antes.

 ─¿O que me harás bruja sanadora? ─soltó una carcajada espeluznante─. ¿Matarme? ─se burló.

 ─Sí ─la mujer apareció frente a mí─, te mataré con mis propias manos si te acercas a él o a mi hija.

 ─Puedo oler la magia en él, está unido a ella.

 ─¡Eso no te importa! ─gritó.

 ─Me importa si me alimento de los jóvenes enamorados. Una bruja y un humano enamorados sería todo un festín ─sonrió con todos sus dientes.

La mamá de Alana no respondió, solo alzó sus manos y el hombre salió volando. Parpadeé intentando entender si era verdad lo que había visto o era un producto de la falta de sangre en mi organismo. La mujer se giró para acercarse a mí, su rostro era un poco confuso, pero pude distinguir preocupación y pena en sus ojos. «¿Por qué sentía pena?», pensé mientras ella colocaba su hombro debajo de mi brazo bueno.

 ─Realmente sentimos mucho lo que acaba de suceder ─murmuró arrastrándome a la casa─. Rogábamos que sus almas nunca se entrelazaran, esto es mi culpa.

 ─Señora, no entiendo nada ─balbuceé.

 ─Lo entenderás muy pronto.

Me arrastró al interior de su hogar ya que no podía ni alzar los pies para caminar correctamente. Una mujer mayor estaba en la cocina leyendo algo en un idioma que no entendía mientras las cosas volaban a su alrededor. Fruncí el ceño, estaba seguro de que estaba imaginando cosas, la mamá de Alana me llevó hacia el sofá para sentarme en él, mi hombro ardía y la sangre seguía saliendo sin mayor esfuerzo.




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