Otro sueño que me dejaba perdida entre si era realmente un sueño producido por mi caótica mente o algún recuerdo que tenía que ver con mi madre y un tal Vernon, un nombre que no me daba ninguna información de quien era. Ellos seguían hablando de ella, y me estaba muriendo de la curiosidad de saber quién era esa persona, y si tenía que ver con la voz que escuchaba en mi mente y siempre me asustaba.
Todo estaba oscuro a mi alrededor y eso significaba que todavía era de noche, y que los demás seguían durmiendo. Me levanté de la cama restregando el cansancio de mis ojos, caminé al baño y encendí la luz cuando entré, parpadeé para adaptarme a la claridad y poder observar que los lentes de contactos seguían en su lugar haciendo que mis ojos ardieran. Tenía un vago recuerdo de haber tomado otro brebaje asqueroso, que servía para contener mi magia, antes de que el sueño me reclamara.
Lavé mis manos con jabón para poder sacarme las lentillas y colocarlas en su respectivo estuche. Me miré en el espejo y el rojo estaba empezando a subir por el escote de mi top, por lo visto muy pronto sería de nuevo un tomate andante. «¡Qué maravilla!».
La luz de la habitación contigua se encendió y fruncí el ceño, estaba segura de que no teníamos visitas. La puerta del baño se abrió y me sorprendí al ver a Eliot parado en el umbral viéndome de la cabeza a los pies. Él no llevaba camisa y la luz cayó sobre su torso haciendo que mis manos picaran por tocarlo. Desvié mi mirada hacia su rostro para mirarnos fijamente.
Me acerqué al centro de la habitación y Eliot hizo lo mismo, me lancé a sus brazos cuando estuvo centímetros de mí. Él me abrazó y el calor de su cuerpo se coló por mi ropa. Cada recuerdo del día anterior llegó a mi mente, él siendo herido y yo sintiendo todo ese dolor. Estar entrelazados no sonaba nada bonito en ese momento, su sufrimiento era mío y viceversa.
─Lo que te suceda a ti, él lo sentirá. Serán dos cuerpos con una sola alma.
Recordé las sabias palabras de mi abuela. En el momento que nos besamos, Eliot se convirtió en algo como un brujo y ahora estábamos compartiendo todo en nuestra vida. Si algún día él quería huir de todo este caos me pondría en un grave peligro como el que había sucedido ayer. A él lo hirieron con un cuchillo para matar brujas. Eliot solo sintió el dolor de la herida mientras que yo sentía ser quemada viva.
No tenía idea quien había creado este tipo de armas que eran exclusivamente para matarnos. Mi abuela me había explicado todo mientras mi cabeza latía con fuerza y los recuerdos venían a mi mente, apenas era capaz de poner atención a lo que me estaba diciendo, pero por lo visto mi cerebro podía guardar información relevante aunque la magia me estuviera matando por dentro. «Irónico».
─Alana, ¿estás bien? ─preguntó preocupado y acunó mi cara entre sus manos.
─Uh, sí ─murmuré─, ¿y tú?
─Confundido ─dijo─. Vi recuerdos de tu vida que no debería ver. No entiendo que está sucediendo.
Me sentía culpable por arrastrar a Eliot en esta pesadilla. Un beso le había cambiado la vida por completo y él no se merecía tener su vida patas arriba por culpa de la magia.
─Vamos a mi habitación y responderé todas las preguntas que tengas ─dije.
─Voy a apagar la luz.
Colocó un beso en mi frente y nuestra alma se iluminó por el gesto. Por el momento, él estaba aquí y eso era una victoria. No tenía idea de cómo haríamos para no separarnos por mucho tiempo ya que él todavía no sabía cómo defenderse mágicamente. No quería que fuera lastimado de nuevo por mi culpa. Eliot giró para salir del baño en dirección a la habitación de invitados.
Caminé a mi habitación para encender la lámpara de mi mesita de noche. Me senté en mi cama con la espalda contra las almohadas y esperé que Eliot se uniera a mí, sería lo más sincera posible en responder todas las dudas que él tenía. Deseaba que Eliot decidiera ser parte de mi vida y no porque nuestra alma nos obligaba a estar juntos.
Eliot entró a mi habitación y la miró detenidamente como si la estuviera evaluando. Me sentí un poco incómoda cuando sus ojos cayeron en mi libro de Orgullo y Prejuicio. Él sacudió su cabeza caminando a donde se encontraba mi obra favorita.
─Me da la impresión que lo has leído más que un par de veces ─dijo sonriendo.
─Puede ser ─me encogí de hombros.
─¿Puedo? ─preguntó refiriéndose a sentarse en la cama.
─Por supuesto.
Eliot se quitó los zapatos para subirse a mi cama, colocó su espalda contra las almohadas y ubicó su brazo sobre mis hombros para jalarme hacia él. Me acurruqué en él y enterré mi cabeza en su cuello, el olor de magia lleno mis fosas nasales. Mi magia estaba impregnada en él.
─Necesito saber ─dijo sobre mi cabeza─, ¿cómo herirme te puede herir a ti?
─Al besarnos mi alma se fusiono con la tuya. Lo que soy, eres y lo que tú eres, yo soy. Si a ti te lastiman, a mi igual. Si tú sangras, yo sangro ─alcé un poquito mi cabeza y la tiré hacia atrás para verlo a los ojos─, es un alma en dos cuerpos
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Editado: 15.05.2021