Ella tomó una fuerte respiración mientras caminaba hacia el parque infantil, principalmente hacia el árbol que era de los dos, el Venral como ellos le decían de cariño. El árbol que les recordaría para siempre como la pareja que eran y serían. Jadeó, no estaba tan en forma como antes, se encontraba cansada y con el sueño atrasado, su pequeña hija había nacido hace más de un mes, en el cual él no se había acercado a conocerla.
Ella le dolía que el hombre que le había dado el mejor regalo del mundo no se tomara ni cinco minutos de su tiempo para conocer a la hija que habían creado juntos. Tuvo que rogarle a su madre para que cuidara a la beba solo por unos minutos, ya que él quería decirle algo muy importante y ella quería saber si eran verdad los chismes que rodaban por toda la comunidad mágica y de los cuales no pudo hacer de oídos sordos.
Ella llegó al árbol y se arrimó al mismo, estaba cansada y apenas podía mantener los ojos abiertos. Sintió la mirada de alguien sobre ella, giró su cabeza y sonrió al verlo, pero su sonrisa murió al ver el semblante de él. Algo no estaba bien.
─Disculpa la tardanza ─murmuró. En vez de besarla en los labios como siempre hacía agarró su mano entre las suyas.
─No te preocupes acabo de llegar ─dijo soltando su mano e inclinándose por un beso.
─Coral, tengo que decirte algo ─dio un paso lejos.
─¿Qué sucede? ¿Le dijiste a tus padres de nosotras? ─preguntó esperanzada.
Él provenía de una familia de clase media alta, considerados el futuro de la comunidad mágica. Ella estaba enamorada de él y esperaba que la familia de su amado la aceptaran ya que quería convertirse en la señora Moore tan pronto como fuera posible, no deseaba seguir separados viviendo en casas distintas y mucho menos ahora que su hija había nacido.
En cambio, ella descendía de una familia de brujas y brujos de poca monta en la comunidad. Había cumplido dieciocho años y su corazón había elegido la sanación corporal y del alma como especialización. Nunca se haría rica, pero si le daría una buena economía para mantener a su madre y a su hija.
─Coral, yo… ─se pasó las manos por el rostro.
─¿Qué pasa, Vernon? ─preguntó preocupada─. ¿Acaso tus padres no nos aceptan?
─Mis padres no saben que tengo una hija ─gruñó haciendo que ella saltara.
─¿Cómo que no saben? ─preguntó enojada─. Me dijiste que les ibas a decir antes de que Alana naciera.
─¿Alana? ¿Se llama Alana? ─los ojos de él se llenaron de lágrimas.
─Por supuesto, fue el nombre que ella eligió ─se dio cuenta de su error y llevó sus manos a la boca.
─¿Cómo que ella lo eligió? ─preguntó sin entender nada.
─Nada ─se encogió de hombros─. Fue el nombre que te gustó porque significa armonía.
─Pensé que querías que se llamara Celestina ─hizo una mueca.
─Me gusta más Alana ─sonrió─. Ahora, dime ¿por qué no se lo has dicho? ─frunció el ceño.
─Las cosas se complicaron, Coral.
─¿Cómo que se complicaron?
Él desvió la mirada, ella había pasado mucho tiempo junto a él para saber qué significaba ese gesto. Ella suspiró y colocó su mano debajo de la barbilla de él para que la viera.
─Vernon, ¿qué cosas? ─él volvió a desviar la mirada─. Entonces, es verdad ─dejó caer su mano y dio un paso lejos de él mientras se abrazaba a sí misma.
─Coral, no es lo que piensas ─intentó tocarla, pero ella se encogió lejos de su toque.
─Te vas a casar con ella ─sus ojos se llenaron de lágrimas─. ¿Por qué? Dame una maldita buena razón ─gruñó.
─No puedo decírtelo.
─Si puedes, Vernon. La verdad es lo que tu hija y yo nos merecemos
─Coral…
─¡Dímelo! ─gritó.
─Me casaré con ella porque me dará el empujón que merezco para ser alguien importante en la comunidad.
─Y estando conmigo no lograrás eso ─murmuró dolida.
─Coral, aún podemos estar juntos ─dijo intentándola tocar─, me casaré con ella por negocios, no por amor.
─No seré la otra ─gruñó y lo miró a los ojos─. Acabas de tomar una decisión y tendrás que vivir con las consecuencias de ella.
─¿A qué te refieres?
─No fui lo suficiente para ti, entonces nuestra hija tampoco lo es.
─Coral, sabías que lo nuestro nunca tendría un final feliz y mucho menos una hija. Te dije que no quería ser padre, que no quería que ese bebé naciera, pero aun así lo tuviste.
─Tú… ─dijo ella con la ira subiendo niveles épicos.
─No fuiste más que un revolcón fácil ─se encogió de hombros.
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Editado: 15.05.2021