Amor Mágico

Capítulo 40

 ─Estoy cansada ─bostecé.

Eliot y yo habíamos estado trabajando en nuestro deber de literatura todo el día, y solo tuvimos un pequeño descanso cuando fue la hora de almorzar y cuando Eliot decidió ayudar con los trastes ya que no quería sentirse como un estorbo en la casa.

Mi abuela vigiló que no nos besáramos o hiciéramos algo más. Ella pasó la mayoría de la tarde creando hechizos de amor para dos clientas que le habían llamado pidiendo ayuda en sus relaciones amorosas.

 ─Yo también ─dijo Eliot.

 ─La cena estará lista en unos minutos ─dijo mi abuela─. Guarden sus cosas y lávensen las manos.

 ─Sí, nana ─dije mientras Eliot decía─: Sí, señora.

 ─Eliot ─dijo mi abuela entrecerrando los ojos hacia él─, dime Agatha, no señora. No soy tan vieja.

 ─Está bien, Agatha.

Me levanté del suelo y limpié mi trasero sacudiendo el polvo que se había acumulado ahí. Agarré mi laptop para guardar el archivo y apagar el aparato para cerrarlo y aferrar el resto de mis cosas para llevarlas a mi habitación.

Llegamos a nuestro destino y le sonreí antes de girar la manija para abrir la puerta. Entré dirigiéndome directamente a mi escritorio para colocar mis cosas encima de ella. Alejé el cabello de mi rostro para agarrarlo en un moño desordenado. Di vuelta en mis talones para ir al baño cuando se fue la luz.

Escuché un grito proveniente de la planta baja y el miedo recorrió mi columna haciéndome estremecer de pies a cabeza. Escuché las pisadas de Eliot en la habitación de al lado y me armé de valor para caminar según el ruido. Todo estaba muy oscuro que no podía ni ver mis manos delante de mí. Algo malo estaba sucediendo, lo sentía en mis huesos.

 ─¡Alana! ─gritó Eliot.

 ─Aquí ─murmuré entrando al baño.

La puerta del otro lado se abrió para revelar la figura de Eliot, él estaba alumbrando su camino con su celular y podía distinguir algunos de sus rasgos. Tomé aire llevando mi mano hacia adelante para chasquear los dedos y hacer que el fuego apareciera. No era experta con los elementos, pero en ese momento los iba a necesitar.

 ─¿Podré hacer eso? ─preguntó anonadado.

 ─No lo sé ─me encogí de hombros y guardó su móvil en el bolsillo de su pantalón─. Vamos a averiguar que fue ese grito y porque la luz se fue.

Él asintió y se colocó a mi lado para bajar juntos las escaleras. Intenté no hacer caso al dolor sordo en mi pecho, pero era en vano porque cada vez se hacía más fuerte. Caminamos sin hacer mucho ruido ya que no sabíamos si la falta de luz era por un problema eléctrico o porque alguien la había cortado.

Llegamos a la planta baja y anduvimos hacia la cocina, la puerta trasera estaba abierta y el aire frío se coló en nuestros huesos. Eliot agarró mi mano para apretarla. Algo estaba muy mal aquí y más aún cuando mi abuela no se encontraba en ningún lado.

Juntos caminamos hacia el patio trasero mientras rogaba que mi abuela hubiera salido a revisar la caja de fusibles. Salimos al exterior y miré todo mi alrededor buscando a mi abuela, pero mis ojos cayeron en algo que me hizo temblar de pies a cabeza.

 ─¿Me extrañaste? ─preguntó lamiéndose los labios.

Daría lo que fuera para que lo que estaba viendo fuera producto de mi imaginación, pero estaba segura de que era tan real como yo lo era en este mundo. A veces, la maldad no tenía límites.




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