─¡Alana! ─alguien grito en mis sueños.
Fruncí el ceño y sentí a alguien apretar mi cadera al mismo tiempo que otra persona me sacudía con ferocidad, arrugué mi rostro y me acomodé mejor contra mi almohada que se sentía un poco dura para mi gusto. Volví a sentir que alguien me zarandeaba y resoplé abriendo lentamente mis ojos. La luz me cegó por unos segundos y tragué saliva, hice una mueca ya que mi boca tenía un sabor raro.
Un rostro apareció frente a mí, y me llevé un susto de muerte al ver a mi madre con el ceño fruncido mirándome fijamente. Carraspeó dirigiendo su mirada a donde se encontraba mi mano y rápidamente la saqué del pecho de Eliot. Estaba metida en serios problemas.
─¿Qué significa esto? ─preguntó mi madre.
─Oh ─murmuré.
─Alana, estoy esperando una respuesta ─colocó sus manos en sus caderas en forma de jarra.
─¿Puedo levantarme antes de contestar la pregunta?
─Hazlo ─gruñó.
Retiré la mano de Eliot de mi cadera antes de levitar por encima del sofá y erguirme en el aire para aterrizar en el suelo. Mi madre subió ambas cejas al ver el espectáculo de magia que estaba dando. Miré a mi tía Cala sentada en el primer escalón con los codos sobre sus rodillas como si se estuviera preparando para ver el mejor show de su vida, o mejor dicho ver como mi madre me iba a regañar por lo que había visto. Mi intención no era dormirme hasta el día siguiente, sino solo descansar un par de horas.
─Empieza a hablar ─masculló mi madre.
Dirigí mi mirada a ella y sus fosas nasales se dilataron con enojo, tomé una fuerte respiración para armarme de valor y decirle lo sucedido anoche.
─El hombre de ojos amarillos apareció, agarró a mi abuela como rehén y la desnucó antes de lanzarla al suelo. Mató a mi abuela ─cerré mis ojos y escuché el jadeo de mi madre─. Él no fue tonto y aprovechó mi distracción para agarrar a Eliot. No pude contener todo el enojo que sentía y la magia empezó a salir a caudales de mí. Tuvimos una batalla mágica antes de que lo hiciera arder hasta que quedara cenizas. Mi abuela revivió, aunque no tengo idea de cómo.
Abrí mis ojos para observar a mi progenitora. Ella estaba temblando mientras el color abandonaba su rostro, me acerqué a ella para agarrar sus manos y transmitirle tranquilidad a través de mi magia. Me dolió el corazón verla tan mal y desvié mi mirada hacia Cala esperando que me ayudara, pero ella estaba en shock y con la boca abierta.
─¿Dónde está mi mamá? ─balbuceó mi madre.
─Buenos días, solecitos.
Todas giramos la cabeza hacia dónde provenía la voz. Mi abuela estaba en la entrada del pasillo que llevaba a su habitación y al baño social, estaba vestida con un pantalón negro y una blusa blanca larga que llegaba hasta la mitad de sus muslos, tenía una gran sonrisa en sus labios como si nada hubiera sucedido la noche anterior. Mi madre se acercó a mi nana y la abrazó con fuerza derramando algunas lágrimas. Para ella tuvo que ser duro enterarse que su madre había muerto y revivido.
─¿Cómo estás, mamá? ¿Estás bien? ¿Te duele algo?
─Estoy bien, mi niña ─dijo mi abuela palmeando la mejilla de mi mamá─. Estoy como nueva.
─Agatha ─dijo Cala─, ¿segura que estás bien?
─Hola, Cala ─sonrió hacia mi tía─, estoy perfecta. Nada como un gran sueño reparador para recobrar energías.
Algo no estaba bien ya que mi abuela estaba demasiado emocionada. «¿La magia era la culpable de esto?». No lo sabía. Escuché a Eliot suspirar en sueños y tomó todo de mí no acercarme a él para volver acostarme a su lado, quería sentirme segura entre sus brazos. Mi abuela dio un paso lejos de mi madre, pero ella la agarró antes de que se escapara. Mi nana me miró y sus ojos eran amarillos.
─Es la magia ─murmuré. Mi pregunta había obtenido una respuesta.
─Alana ─dijo Cala─, ¿dijiste algo cuando tu abuela estuvo mal?
─Uh, sí ─miré al suelo recordando lo que había dicho─. Eres mi magia, eres mi poder.
─Oh brujas del más allá ─gimió mi mami.
─¿Hice algo malo? ─pregunté con temor.
─No exactamente. Tengo que buscar algún hechizo que traiga a mi madre de vuelta.
Se acercó a la estantería para leer los títulos antes de hacer levitar varios libros a la mesa del comedor. Mi abuela tuvo la intención de dirigirse a la cocina, pero mi madre le impidió moverse al agarrar su mano y acarrearla a una silla para sentarla utilizando magia.
─Cala ─dijo mi madre─, ¿puedes hacer el desayuno?
─Puedo intentarlo ─se encogió de hombros.
─Alana, ayúdala.
Caminé a la cocina para ayudarla con la preparación del desayuno. Cala miró todo a su alrededor con cara de espanto, por lo visto nunca antes había estado en una cocina y mucho menos cocinado. Resoplé mirando como abría cada puerta del armario buscando algo, aunque no tenía idea de que era. El ruido de las puertas abriéndose y cerrándose cada segundo me estaban volviendo loca, así que suspiré y decidí apiadarme de ella.
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Editado: 15.05.2021