Amor Mágico

Capítulo 47

No estaba muy feliz con la decisión de tener que ocultarme mientras que Alana elegía su especialización, una elección que me afectaba de manera directa. Suspiré caminando hacia la ventana, tenía una vista del patio delantero, y pude ver el carro de Coral estacionado en el garaje.

Di un golpe al marco de la ventana sacando todo el enojo que había en mi interior. Todo sería más fácil si la señora del consejo no estuviera en la casa. Mi móvil sonó por centésima vez en el día y puse mis ojos en blanco porque sabía quién me estaba escribiendo. Saqué el móvil de mi bolsillo y deslicé el dedo por la pantalla.

 

Becky: ¿Irás mañana a clases?

Becky: Mira.

 

Eliminé la conversación antes de que la imagen se terminara de descargar. Me tenía hastiado con sus preguntas y el envío de fotos provocativas. No le había dicho nada a Alana para no disgustarla, pero si Becky seguía enviándome ese tipo de imágenes tendría que decirle a mi novia lo que estaba sucediendo.

Suspiré y dejé caer mi cabeza contra la ventana, ambos estábamos a un par de horas de cumplir la mayoría de edad, y aunque estaba feliz por eso, todavía tenía la rara sensación de que esa noche no saldría como esperábamos. No creía que el padre de Alana se quedara de brazos cruzados en el día más importante para una bruja.

 ─¡Alana! ─escuché gritar una voz masculina.

Salí de mi habitación porque algo no estaba bien con Alana y porque sentí su ira subir rápidamente por mis venas. Después de esos recuerdos Alana no quería saber nada de su padre. Bajé las escaleras y me sorprendí al encontrar a una mujer que no conocía. Ella fijó sus ojos azules verdosos en mí mientras fruncía sus labios. Resoplé intentando pasarla, pero alzó su mano para detenerme y escuché el ruido de una conversación en el exterior, Alana me necesitaba así que no tenía tiempo que perder.

 ─¿Quién eres? ─gruñó.

Elevé mis manos para mandarla volando lejos de mí, por lo menos había caído en uno de los sofás ya que no quería lastimarla. Salí al patio y el frío se instaló en mis huesos, la neblina estaba bajando y miré a mi alrededor buscando a Alana. Mis ojos se abrieron en demasía al ver a Coral y Agatha defendiéndose de dos personas vestidas de negro. Cala no estaba cerca y esperaba que se estuviera defendiendo, no sabía cómo podría afectarle a Alana si alguien de su familia muriera.

Di un paso en dirección a Agatha cuando sentí un líquido caliente en la palma de mi mano, arrastré mis ojos hacia esa zona para saber qué había ocurrido y miré como la sangre salía de una herida, Alana se había lastimado. Busqué a mi novia frenéticamente con la mirada hasta que mis ojos se posaron sobre su cuerpo justo en el momento que sentí un ardor en mi interior y me caí sobre mis rodillas por el dolor.

Escuché las doce campanadas a lo lejos y eso marcaba el inicio del ritual de especialización. Tenía que llegar a donde estaba Alana, ella me necesitaba. Mi boca estaba seca y apenas podía tragar saliva, me arrastré por la tierra intentando llegar a mi chica.

 ─¡Alana! ─grité.

Agarré la mano ensangrentada de Alana entre la mía que estaba igual, miré su rostro y sus ojos se abrieron después de que sus párpados revolotearan. Ella empezó a levitar y yo junto a ella. Nuestras heridas servían como un conducto para que la magia fluyera entre nosotros. Mis piernas se estiraron por completo y las costillas empezaron apretarse alrededor de mis pulmones.

Alana gritó a mi lado mientras yo gruñía como un animal herido, la luz y la magia estaba haciendo que nuestros cuerpos dolieran. Tenía miedo de que nos destrozaran y que al final solo fuéramos fragmentos de piel, sangre y órganos.

Miré a mi alrededor para percatarme que nos encontrábamos a muchos metros sobre el suelo. Cerré mis ojos al sentir un fuego que empezaba a quemarme desde los pies hasta la cabeza, iba subiendo lentamente por cada parte de mi cuerpo. Cada célula, cada poro se sentía en carne viva. Apreté la mano de mi chica diciéndole que estaba aquí junto a ella sintiendo lo mismo. Alana no quería que yo sufriera, pero había cosas que no podíamos decidir y esta era una de esas cosas.

Sentí nuestros cuerpos bajar lentamente a tierra firme después de que una luz me cegara. Estaba tan cansado que al llegar al suelo me caí hacia adelante y descansé mi frente en la tierra fría intentando procesar que había sucedido. Mi mano seguía junto a la de Alana y esa era mi conexión a la realidad.

 ─¿Alana? ─preguntó Coral.

 ─Tus ojos ─dijo Cala.

 ─Mis ojos, ¿qué? ─cuestionó Alana

 ─Alana ─gemí girando mi cabeza para verla─. Tus ojos son diferentes ─murmuré tan bajo que no estaba seguro de que me había escuchado.

 ─Los tuyos también ─dijo antes de desmayarse.

Mis ojos querían cerrarse, hacer lo mismo que los de Alana, pero no podía permitirlo. Me arrastré hacia mi chica para acunar su rostro entre mis manos. La herida se había cerrado, sin embargo, había rastro de sangre en mi piel. Atraje a Alana a mi cuerpo y la abracé con fuerza, no me gustaba verla así.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.