Amor Mágico

Capítulo 48

Resoplé irritada y observé como Eliot llevaba a mi hija a su habitación. Una pequeña parte de mí sabía que yo debía estar con Alana en ese momento y aclararle todas las dudas que tenía, pero no podía irme mientras Vernon estuviera en mi casa. También sabía que Eliot la cuidaría mejor que nadie ya que aunque él no fuera un brujo estaba dispuesto a entender nuestro mundo por Alana y eso eran puntos a su favor. Eliot era un buen chico y lo había demostrado en el poco tiempo en el que habíamos convivido.

Dirigí mi ceño fruncido a Vernon y a su querida familia, odiaba que él nos hubiera encontrado con tanta facilidad. Él no era tan tonto como pensaba y solo necesitó realizar un hechizo de búsqueda para encontrar a Cala. Él sabía que ella estaría junto a su sobrina en esta fecha importante. Di un paso hacia la familia Moore pues quería que se fueran de mi casa y no volvieran nunca más.

 ─Es momento de irse ─gruñí cruzando mis brazos sobre mi pecho.

 ─No me iré sin hablar con mi hija ─dijo Vernon.

 ─Ella no te quiere aquí, ¿no te ha quedado claro eso, hermanito? ─sonrió Cala.

 ─Cala, compórtate ─ladró Bosco.

 ─No ─le sacó la lengua.

Bosco alzó la mano para lanzarle un conjuro a su hija pero mi madre lo detuvo de hacerlo al agarrar su brazo para apretarlo con fuerza. Él hizo una mueca y miró a mi madre a los ojos intentándola convencer con magia de que lo soltara, sin embargo, eso nunca iba a suceder ya que mi madre era inmune a la magia negra y eso era cortesía de los millones de hechizos que realizó para asegurarse de que Alana estuviera a salvo.

 ─Agarre a su familia y lárguese de mi casa ─ladró mi madre entrecerrando sus ojos─, o yo misma los saco de aquí.

 ─Suelte a mi esposo ─dijo Cristal levantándose de su asiento.

Gaia también se irguió y agarró la mano de Vernon sonriéndome con superioridad, solté una carcajada por su acto de niña mimada. «Por Dios, éramos demasiado mayorcitas para dejar ese comportamiento atrás», pensé. Si ella pensaba que estaría celosa de su relación estaba muy equivocada, había cerrado mi corazón hace mucho tiempo por culpa de él y de sus malditas decisiones que perjudicaron a Alana como a mí.

Cristal murmuró algo haciendo que mi madre se colocara azul por la falta de oxígeno, Cala alzó su mano para que su madrastra saliera volando hacia la pared al lado de las escaleras y el golpe de su cuerpo contra el yeso hizo que Bosco como Vernon empezaran a atacarlas sin importarles nada, mi madre era una mujer mayor y se merecía respeto. Esta rara reunión familiar se estaba saliendo de control.

 ─¡Basta! ─grité apretando mis manos.

Todos giraron sus cabezas para verme y entrecerré mis ojos a los presentes mientras me acercaba a mi madre para ayudarla a sentarse y que tomara respiraciones profundas. La pobre había pasado una noche para olvidar. Acaricié mi frente irguiéndome, la magia no se había creado para que nosotros hiciéramos ese tipo de cosas, pelear porque no éramos parte de una misma especialización no era lo correcto por hacer. Siempre le había dicho a Alana que la magia no era un juego y nosotros como adultos estábamos jugando con ella.

 ─¿Estás bien, mamá? ─pregunté mirándola sobre mi hombro.

 ─Sí ─asintió─, solo necesito aire.

Miré al frente e hice un gesto para arrastrar a toda la familia Moore a un sofá para que tomaran asiento. Curvé mi dedo índice haciendo que se quedara completamente en silencio pues les iba a dar el sermón de sus vidas y no quería interrupciones.

 ─La magia no es un juego ─gruñí─, deben comportarse como las personas adultas que son.

 ─Eso, Coral ─dijo Cala y la miré haciendo que agachara su cabeza.

 ─¿Quieres ver a Alana? ─le pregunté a Vernon y él asintió rápidamente─. Le preguntaré si quiere saber de ti, pero si ella dice que no, no esperes que yo intente persuadirla para que cambie de opinión. Ella sabe que nunca la amaste ─él abrió los ojos en demasía─, debes agradecer a Cala que le enseñó sus recuerdos. ¿Sabías que ella había estado presente en todas nuestras reuniones? ─sacudió la cabeza y suspiré─, pues lo hizo, ella no pensó que me metería en un grave problema por enseñarle esos encuentros a Alana ─desvié mi mirada hacia ella.

 ─Te he dicho un millón de veces que lo siento ─murmuró.

 ─Lo sé ─resoplé─. Sin embargo, viste como Alana se puso por esos sueños. No vuelvas hacer nada a mis espaldas, Cala.

 ─Lo prometo ─tragó audiblemente─. Relájate, ¿sí?

 ─De acuerdo ─bufé y me giré hacia Vernon─. Sé que tus padres como tú están aquí porque esperaban que Alana los eligiera, que fuera una de ustedes, pero siempre supe que eso no sucedería. ¿Alguna vez viste su carta astral? ─enarqué una ceja y sacudió su cabeza─, en ella decía que Alana sería la bruja entre las brujas. Era su destino serlo.

 ─Entonces, ¿por qué te oponías que él la vea? ─preguntó Cala.

 ─¡Cala! ─gruñí.

 ─Uh, lo siento.




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