Amor Mágico

Capítulo 49

Me desperté y estiré mi brazo esperando tocar a Eliot a mi lado pero lo único que palpé fue sábana fría. Fruncí el ceño sentándome contra las almohadas y alejé el cabello de mi rostro, escuché la ducha apagarse antes de que la puerta del otro lado se abriera y se cerrara. Suspiré aliviada sabiendo que Eliot estaba a unos metros de distancia.

Pasé mis manos por mi rostro para quitar cualquier rastro de sueño antes de saltar de la cama y caminar a mi armario en busca del regalo de Eliot. En una de nuestras tantas horas de estudio mágico habíamos conversado sobre nuestros gustos y de más, deseaba saber todo de él desde sus gustos hasta el motivo del divorcio de sus padres.

Agarré la bolsa de regalo para dirigirme al baño y el vapor me saludó haciendo que una sonrisa apareciera en mi rostro, abrí la puerta que unía esa habitación con la siguiente y me llevé la sorpresa de mi vida.

Eliot estaba dándome la espalda con los brazos alzados pasándose una toalla por la cabeza para secar su cabello mientras que llevaba una toalla muy precaria en su cadera, él miró sobre su hombro y me escabullí rápidamente a mi propia habitación. No podía creer que lo había visto de esa manera, mis manos temblaban y apenas era capaz de sostener el regalo sin dejarlo caer al suelo. Inhalé intentando calmarme pero no estaba funcionando ya que el recuerdo estaba grabado en mi mente.

Arrastré mis pies hacia mi cama para dejar el regalo encima de ella antes de dirigirme al armario en busca de ropa. Después fui al baño y cerré las dos puertas con el pestillo. Sabía que no tendría el valor de mirarlo a los ojos de nuevo después de verlo en ese estado. «Oh por Dios, tienes dieciocho años y estás reaccionando como una niña de doce», pensé.

 ─Es algo normal ─murmuré frente al espejo─, las chicas de tu edad ven a sus novios de esa manera o completamente desnudo.

Bufé por esa declaración ya que yo no era normal. Era una bruja que se había mantenido alejada tanto tiempo del sexo opuesto que ahora saltaba por verlo semi desnudo. Tenía que dar vuelta a la página y seguir como si nada hubiera sucedido pues en algún momento de mi vida tenía que verlo completamente desnudo.

Un golpe en la puerta me hizo saltar y llevé mi mano sobre mi corazón para que dejara de latir como loco. Tomé una fuerte respiración para calmarme, era el momento de la verdad, debía dejar de ser una niña tímida y demostrar que era capaz de manejar este tipo de situaciones.

 ─¿Alana? ─preguntó Eliot.

 ─Uh, sí ─me giré hacia la puerta que daba a su habitación.

 ─¿Te encuentras bien?

 ─Sí, estoy muy bien.

 ─¿Segura?

 ─Sí, quiero darme un baño antes de bajar a desayunar.

 ─De acuerdo ─dijo lentamente sin creer en mí─. ¿No estás actuando raro por cómo me viste?

 ─No ─titubeé.

 ─¿Segura? Porque te escuché titubear.

Una mezcla de ira y de vergüenza subió rápidamente en mí, pisoteé hacia la puerta y la abrí de un tirón, me volví a sorprender al encontrarlo de esa manera ya que esperaba que se hubiera puesto algo encima. Él enarcó una ceja y alcé mi barbilla en desafío, demostrando que me daba igual, aunque por dentro estaba temblando.

 ─Es normal, ¿sabes? ─rio.

 ─No te rías ─gruñí.

 ─Alana ─dio un paso a mí y acunó mi mejilla─, sé porque reaccionas de esta manera y no voy a presionarte a hacer algo que no quieras.

 ─Según tú, ¿por qué actúo así? ─murmuré.

 ─Porque eres virgen ─abrí los ojos en demasía.

 ─¿Co…cómo lo sa…sabes? ─tartamudeé.

 ─Vi tus recuerdos, nena ─sonrió─. Sé muchas cosas de ti.

 ─Eso no es bueno ─me abracé a mí misma. No me gustaba que supiera cosas de mí que eran íntimas.

 ─Es algo bueno, nena ─me atrajo hacia él para besar mi frente─. Cuando la magia evolucionaba me dejaba ver mucho sobre tu vida.

 ─Sabes más de mí que yo de ti.

 ─Sí ─se alejó para verme a los ojos─, pero me gustaría que tú me contaras sobre tu vida.

Asentí en acuerdo, no era lo mismo que viera mis recuerdos a que yo le contara sobre ellos. Llevé mi mano al pecho de él para tocar tentativamente cada valle y surco que poseía, tenía un gran cuerpo y me hacía sentir un poco intimidada.

 ─Nunca te obligaría a hacer algo que no quieras ─murmuró en mi oído antes de besar mi cuello─. Esperaré el tiempo que sea.

 ─Lo sé ─solté un pequeño gemido─. Gracias.

 ─Eres hermosa ─colocó sus manos en mi cadera─. ¿Puedo besarte aquí? ─preguntó tocando la base de mi cuello.

 ─Sí ─asentí.

Sus labios se trasladaron a esa zona para besarme. Mis piernas temblaron debajo de mí y él me alzó en brazos para llevarme a la cama y ubicarme lentamente en ella, alejó el cabello de mi rostro y sonreí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.