Me encogí dentro del gran abrigo que tenía que llevar por las bajas temperaturas que había en Moscú. Mi hija y su novio habían sido enviados a Rusia por orden del consejo y era la segunda vez que ellos viajaban a la ciudad del vodka. No tenía idea de cómo Alana podía vivir aquí sin convertirse en un témpano de hielo, eso estaba fuera de mi entendimiento.
Sobé mis manos juntas mientras entraba en el edificio donde se encontraba el consejo de brujas. Alana tuvo una reunión de último momento y me pidió vernos en este lugar mientras que Eliot arreglaba un asunto de la universidad. Él se encontraba estudiando en una de las mejores universidades de Moscú la carrera de medicina, no entendía cómo podía compaginar la magia con sus clases.
Estaba muy orgullosa por mi hija y las decisiones que estaba tomando en su vida, pero principalmente porque estaba dejando que Eliot tomara sus propias elecciones. Su relación era muy admirable y me sentía un poquito celosa porque nunca tuve eso con Vernon.
Suspiré pues no sabía si algún día iba a poder a amar de nuevo. Vernon había hecho trizas mi corazón. Mi madre decía que él no era mi alma gemela que tenía que estar abierta al amor y dejar que este entrara en mi vida, que mi alma gemela me estaba buscando, yo solo rodaba mis ojos cada vez que la escuchaba. No sabía si su especialización le hacía decir eso o era su lado materno.
Caminé hacia la recepcionista. Me sorprendí por su belleza y los ojos cafés que me sonrieron, estaba utilizando lentes de contactos como todos los brujos que trabajan ahí. Para el ojo humano este era un edificio donde residía alguna empresa extranjera con trabajadores normales, de esa manera el consejo se mantenía oculto de los ojos curiosos.
─Buenas tardes ─saludé.
─Buenas tardes ─saludó en mi idioma. Bendita sea que me entendía porque pronunciar el ruso no era algo fácil para mí─, estoy buscando a Alana Johnson.
─¿Es su mamá? ─preguntó.
─Sí.
─Oh, es un gusto ─estiró su mano para que la estrechara y así lo hice─, quería conocer a la mujer que trajo al mundo a la bruja entre brujas.
─Gracias ─balbuceé sorprendida.
─Debe ir al quinto piso.
─Gracias.
Giré para dirigirme al ascensor, mi móvil sonó y lo saqué del bolsillo sin mirar donde caminaba y trastabillé, alcé mi cabeza justo en el momento que mi cuerpo chocaba con el de alguien más. Unos brazos me rodearon para que no me cayera, alcé mi cabeza y el aire abandonó mis pulmones.
El hombre, con quien había chocado y me agarró para que no cayera, tenía los ojos más bellos que había visto en toda mi vida. Mi corazón dio un vuelco mientras sentí las cosquillas subir desde mis pies a mi cabeza. Los ojos de él se suavizaron cuando se engancharon con los míos, di un paso atrás alejándome de él y aclaré mi garganta.
─Ты в порядке? ─preguntó y no entendí ni papa.
─No hablo ruso ─dije encogiéndome de hombros.
─¿Se encuentra bien? ─su acento me estaba haciendo cosas raras.
─Sí ─murmuré─. Disculpé por chocar contra usted. Me distraje.
─No se preocupe.
Le di una pequeña sonrisa antes de caminar a un lado de él y entrar al ascensor, aplasté el botón para que se cerraran las puertas cuando una fuerte mano detuvo que estas lo hicieran. El mismo hombre con quien choqué había impedido que las puertas se cerraran. Miré su atuendo mientras ingresaba a la caja metálica, llevaba una cazadora de cuero encima de la liguera camisa blanca. Enarqué una ceja sin entender como no se moría de frío con la forma que estaba vestido. También llevaba unas botas como si fuera un motociclista y poseía una barba larga.
Ambos estiramos nuestros brazos al mismo tiempo para aplastar el botón y solté una pequeña risita de los nervios dejando caer mi brazo. El aire a mi alrededor se sentía electrizante, era como si la magia estuviera presente. Seguía sintiendo las cosquillas y estaba rogando que no fuera lo que estaba pensando porque iba a ser muy raro.
Salimos del ascensor y suspiré aliviada al ver a mi hija esperando por mí, ella sonrió al verme y la sorpresa invadió su rostro. El hombre a mi lado caminó hacia mi hija y la abrazó con fuerza, Alana sacudió su cabeza mientras murmuraba algo en ruso, ella si podía pronunciar el idioma sin quedar en vergüenza.
─¿Ya se conocieron? ─preguntó cuando el gigante la soltó. Si era un gigante con músculos en los lugares correctos.
─No sé quién es ─murmuré abrazando a mi hija─. ¿Por qué lo abrazaste?
─Él es Adrik Korovin, el hombre de cuál te hable la última vez.
─Oh, el arcano ─Alana me había contado del arcano con quien estaba trabajando y que era parte del consejo ruso. Si uno lo viera no creía que tenía un rango importante en el consejo.
─Lo soy ─me miró con una sonrisa en su rostro. Mi corazón dio una voltereta y mi magia picaba en mi piel.
─Nena ─murmuró una voz a lo lejos.
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Editado: 15.05.2021