Amor Mágico

Capítulo 10

 ─Se nota ─sonreí.

 ─¡Eliot! ─gritó mi padre desde la sala.

Él había roto mi burbuja de felicidad. Hablar con Alana me había hecho feliz y me sentía en paz, pero no duró lo suficiente como me hubiera gustado. Mi padre sabía cómo arruinar mi noche.

 ─Uh, lo siento, mi papá está llamándome ─balbuceé. Tenía que terminar la llamada aunque no lo quisiera hacer.

 ─No te preocupes. Hasta mañana. Podrías avanzar un poco más en la lectura.

 ─Eso haré. Dulces sueños, Alana Bee.

Decirle ese apodo había salido de la nada y le quedaba bien. Alana tenía ese aire inocente que daban ganas de abrazarla y protegerla del mundo. Resoplé levantándome de mi silla, sino salía en ese momento mi padre entraría hecha una furia en mi habitación exigiendo mi presencia.

Salí hacia la sala donde mi padre se encontraba sentado frente al televisor, bufé viendo las botellas de cervezas vacías en la mesita de noche. Los últimos años esa había sido la escena de todas las noches, mi padre con un montón de botellas a su alrededor y más borracho que lúcido.

 ─Eliot, ¿hiciste la compra? ─arrastró las palabras. «Está demasiado borracho como para poder levantarse a la mañana siguiente», pensé.

 ─Sí, papá ─susurré.

 ─Pásame una botella ─ordenó.

Fui al refrigerador, esquivando algunas cajas en mi camino, para sacar un par de cervezas. Después de clases tuve que ir al supermercado para abastecernos de comida ya que no lo habíamos hecho hasta ese momento. Me acerqué a mi padre, volviendo a evitar más cajas, para darle las botellas.

 ─Gracias, Eliot ─asentí.

Había pasado de ser hijo a Eliot. Me dolía como las cosas habían cambiado drásticamente después de que mis padres se separaron. Suspiré caminando a la cocina, desde que mi madre nos dejó me convertí en el cocinero de la casa y aunque no tenía ánimos de preparar la cena tenía que hacerlo.

 ─¿Qué quieres de comer? ─pregunté. Esperaba que fuera algo fácil de hacer.

 ─Pide una pizza. No cocines hoy ─balbuceó.

Asentí y me dirigí a mi habitación por mi móvil. Tuve que volver a esquivar cajas, no habíamos sacado nada de lo que había en ellas. La casa parecía un campo minado. Llegué a mi habitación y agarré el teléfono para buscar la pizzería más cercana y pedir nuestra cena. Me quedaría refugiado en mi habitación hasta que la cena llegara.

Me senté en mi silla y miré la pila de libros que estaban sobre mi escritorio, tenía que empezar a hacer mis tareas escolares, pero mi mente no estaba en ello. Mi padre le gritó al televisor y me levanté a cerrar mi puerta con pestillo, él nunca antes me había alzado la mano y esperaba que siguiera de esa manera.

Dejé caer mi cabeza hacia al frente y cerré mis ojos, Alana apareció en mi mente y sonreír, ella podría ser lo único bueno en mi vida y me iba a aferrar a eso. Cueste lo que cueste la conocería y averiguaría el motivo de porque reaccionaba así hacia ella.

Alana podría ser la mujer para mí y haría todo lo posible para que así sucediera. Eso también significaba tener que soportar el infierno que era vivir con mi papá y su raro comportamiento, por lo menos hasta que me graduara. Los próximos meses serían muy largos para mí.




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