Amor Mágico

Capítulo 45

Estaba sentado frente a Cala, quien tenía una gran sonrisa de suficiencia en su rostro e intenté no fruncir mi ceño por eso. Ella era muy peculiar y tenía muchas preguntas que quería hacerle, como lo de ser mitad humana mitad brujo influyó en su forma de ser.

 ─¿Dónde está mi mamá? ─preguntó Alana

Miré sobre mi hombro para verla, se había dado un baño y cambiado de ropa. Sonreí al verla, Alana hacía que todo estuviera mejor en mí.

 ─Salió a hacer la compra ─dijo Cala.

Alana asintió y sonrió al verme, todavía era nueva nuestra relación y sentíamos el impulso de estar junto al otro todo el tiempo. Alana caminó para sentarse a mi lado y rápidamente agarré su mano para entrelazar nuestros dedos, la magia pasó entre nosotros y sonreí.

 ─¿Qué se siente ser mitad alma? ─preguntó Cala.

 ─¿Qué se siente ser mitad bruja? ─contraatacó Alana.

Miré como las dos se miraron y fruncí el ceño cuando Cala soltó una fuerte carcajada, Alana y yo nos vimos a los ojos antes de encogernos de hombros y volver a ver a la mujer que nos tenía intrigados.

 ─Sobrinita, tienes algo de audacia en ti.

 ─Eh, gracias ─balbuceó Alana.

 ─Hagamos algo, alma compartida. Yo les respondo una pregunta y ustedes responden a una mía. ¿Les parece bien?

Apreté la mano de Alana para que dijera sí pues tenía intriga por la persona frente a nosotros. Mi novia suspiró y asintió resignada.

 ─¡Sí! ─gritó Cala y aplaudió─. Empiecen ustedes.

 ─¿Cómo fue tu vida al enterarte que eras mitad bruja? ─pregunté y Cala frunció el ceño.

 ─No me gusta hablar de eso ─gruñó.

 ─Tía, por favor ─rogó Alana.

 ─De acuerdo ─dijo a regañadientes─. Fue la peor ─musitó─, era una niña que no entendía nada y de la noche a la mañana fui enviada a un padre y una madrastra que no me querían, la cual me hizo la vida imposible, aunque yo también le hice de las mías ─sonrió de lado─. Mi turno. ¿Quieres conocer a tu padre?

Alana se quedó congelada a mi lado. Todos los sueños estaban muy frescos en su memoria y esa pregunta la desestabilizaba. Miré a Cala y le envié dagas con la mirada, no era justo que le cuestionara eso a mi novia.

 ─Yo… ─balbuceó Alana─, quería conocerlo cuando era pequeña, pero ahora no quiero saber de él ─sacudió su cabeza.

 ─Es lo mejor, Alanita.

 ─¿Por qué eres así? ─preguntó Alana.

Miré como la mujer frente a mí empezaba a reí con tanta fuerza que las lágrimas se derramaban por sus mejillas. Me encogí de hombros al ver su reacción, cualquier otra persona se hubiera enojado, pero Cala no. Cala se comportaba tan diferente a como una persona normal lo haría. Alana resopló y la miré fruncir el ceño, no le gustaba como reaccionaba su tía.

 ─¡Ay, Alana! ─siguió riendo─. Soy así porque la vida me hizo así. No tuve tu vida o la de tu otra mitad. Conmigo lo que ves es lo que obtienes, nada más.

 ─Cala…

 ─¿Piensan tener hijos? ─preguntó Cala interrumpiendo a Alana.

 ─Eh ─balbuceó mi chica─. Yo…

 ─Somos muy jóvenes para hablar de eso ─apreté la mano de Alana.

 ─De acuerdo ─dijo lentamente─, aunque no les creo para nada ─sonrió.

 ─Cala, ¿por qué no tuviste tu elección? ─preguntó Alana.

 ─Los divididos no somos brujos ni humanos, solo somos lo intermedio de ambos y nuestro poder es limitado, tan limitado que es muy difícil aprender a manejarlo ─miró sus uñas con aburrimiento.

 ─¿Crees que si tenemos hijos serán como tú? ─pregunté y Cala alzó su cabeza para verme.

 ─Esa es una segunda pregunta ─frunció el ceño y me encogí de hombros─, pero la voy a responder. Sus hijos tendrán las mismas posibilidades de que sea brujo o dividido. Es cuestión de suerte.

 ─De acuerdo.

 ─Mi turno ─sonrió de manera malévola─, ¿qué se siente ser alma compartida? ¿Piensan igual? ¿Leen sus mentes? ─sus ojos brillaron en éxtasis con la última pregunta.

 ─La única aquí que se mete en mentes ajenas eres tú ─gruñó Alana.

 ─Lo sé ─sonrió─. Ahora, respondan.

 ─No puedo leer la mente de Alana, ni pensamos iguales. Solo podemos percibir cómo se siente el otro y lo que la magia le causa a la otra persona.

 ─¡Aburridooooo! ─vociferó─. Pensé que era más divertido.

 ─¿Realmente es raro que existan dos personas con alma compartida? ─pregunté.

 ─Creo que sí. Según lo que tengo entendido solo se ha registrado un caso así hace miles de años atrás. Para saber más deberíamos entrar de contrabando al consejo ─sus ojos brillaron con picardía.

 ─¿El consejo? ─subí ambas cejas─. Todavía no llego a comprender mucho sobre el consejo.




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