Amor Mágico

Escena Extra - Conociendo al Señor Davis

Eliot y yo teníamos que realizar un trabajo para nuestra clase de literatura y decidimos hacerla en la casa de su padre ya que últimamente en mi casa llegaban muchas clientas de mi abuela y algunas brujas que necesitaban de la ayuda de mi madre.

Hace unas semanas tuve que esconderme en el sótano para que una de las visitas inesperadas de mi madre no pudiera sentir mi magia. Quería mantenerme alejada de cualquier ser mágico que pudiera sentir que yo era más poderosa de lo normal. No deseaba poner mi vida en riesgo ni la de Eliot.

 ─¿Seguro que estaremos solos? ─pregunté, mordiéndome mi labio inferior.

 ─Muy seguro, nena. ─Hizo una pausa─. Te siento aprensiva, ¿sucede algo?

 ─Eh, yo… ─balbuceé.

«¿Cómo le decía que tenía miedo de conocer a su padre?», pensé colocando una sonrisa tensa en mi rostro. Eliot muy poco hablaba de su padre en el tiempo que llevábamos de relación, casi cuatro meses, y tenía pavor de encontrarme con él. Sucedía algo con el señor Davis que ponía a Eliot a la defensiva, él no quería que pensara mal de su progenitor, pero ya lo estaba haciendo con la poca información que tenía de él.

 ─Alana, ¿qué sucede? ─Agarró mis manos y giré mi cuerpo hacía él─. ¿Qué te está molestando?

 ─Nada ─murmuré─. Vamos, tenemos mucho que hacer.

Abrí la puerta de mi lado y salí del vehículo. Sentí su malestar y mi corazón se encogió de dolor. Más temprano que tarde hablaría con él de lo que me estaba sucediendo, pero ese no sería el día. Eliot rodeó el automóvil para pararse a mi lado, agarré su mano y lo acarreé a la puerta principal para que él la abriera.

Me asombré al ver su sala hecha un desastre, había botellas de cervezas por todos lados, cajas que habían sido abiertas y sus pertenencias se encontraban en todo el suelo. Eliot intentó sacarme de la casa para que no viera eso, pero no me moví de mi lugar. Las cosas con su padre no estaban tan bien como esperaba.

 ─Creo que deberíamos ir a la biblioteca ─murmuró Eliot.

 ─No. Planteé mis talones en el suelo─. Nos vamos a quedar y te voy a ayudar a limpiar.

 ─Alana…

 ─Por favor. ─Besé su mejilla.

 ─Yo no quería que vieras esto ─gruñó.

 ─No sucede nada.

Agarré su mano para ingresar más a su casa, principalmente a su sala. Fruncí el ceño e hice un movimiento para que una escoba apareciera en mi mano, Eliot alzó sus cejas al verme utilizar magia y recogí las botellas vacías de la mesita de café.

 ─¿No me piensas ayudar? ─gruñí, mirando sobre mi hombro.

 ─Voy ─dijo y juntos empezamos a limpiar el desastre de la casa Davis.

Después de muchas horas de limpiar, ordenar y preparar la cena, Eliot y yo nos dejamos caer en el sofá. Había sacado muchos objetos de las cajas para decorar la sala, comedor y cocina para que se viera más acogedoras, y no tanto frías. Eliot rodeó mis hombros con su brazo para atraerme a su cuerpo y besar mi cabeza.

 ─Gracias por ayudarme.

 ─De nada ─sonreí soltando un bostezo.

 ─No hicimos nuestra tarea por estar limpiando ─se quejó.

 ─Está bien, Eliot ─giré mi cabeza para verlo─. Quise ayudar.

 ─¿Me vas a decir por qué estabas tan aprensiva? ─enarcó una ceja.

 ─Yo… ─suspiré─, tengo miedo de conocer a tu padre.

 ─¿Por qué?

 ─Porque nunca hablas de él y cuando pregunto algo sobre tu familia cambias el tema. La única vez que hablaste de tus padres fue sobre el divorcio. No me dejes fuera, por favor.

 ─¿Viste cómo estaba la casa cuando llegamos? ─gruñó.

 ─Sí ─asentí.

 ─Por eso no quiero hablar de él. Esta casa no es un hogar. Siento que él ya no es mi padre.

 ─Eliot ─murmuré arrastrándome a su regazo para acunar su cara entre mis manos─, ¿qué sucedió con él?

 ─Cambió con el divorcio.

Abrí mi boca para decirle algo que lo tranquilizara cuando escuchamos la manija siendo girada, nos miramos a los ojos antes de que me ayudara a levantarme de él, no quería que su padre me conociera en esa posición. Eliot me colocó detrás de él cuando la puerta se abrió y escuché pisadas por el piso de madera.

 ─Eliot, ¿qué has hecho? ─preguntó una voz rasposa.

 ─Yo…

 ─Fui yo, señor ─dije saliendo de mi escondite.

 ─¿Quién eres tú? ─frunció el ceño.

 ─Soy la novia de Eliot ─extendí mi mano para que la estrechara─. Me llamo Alana.




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