Boris salió de aquel oscuro laboratorio para adentrarse en lo más profundo de ese lugar. Podía sentir el intenso dolor de su amado. Aquello incrementaba su culpa como afiladas cuchillas que perforaban su alma misma.
Shura, te juro mi amor que cuando salgamos de aquí no me alejaré de tí nunca más.
Los guardias merodeaban por doquier redoblando la vigilancia tras haber corrido la voz de la presencia de un extraño en el laboratorio. Aquello le dificultaba bastante las cosas a Boris, pero no desistiría. Sabía que Shura estaba sufirendo intensamente y eso solo incrementaba más aún su furia.
Los alaridos de los prisioneros comenzaron a llegar a su persona en un determinado momento sobresaltandolo. Recién se fijó con mayor detenimento dónde se encontraba.
Era el sector de "adiestramiento" donde esas odiosas criaturas les cambiaban las mentes a sus enemigos, ahora prisioneros, para volverlos leales soldados que serian capaces de morir por servir a quienes en el pasado odiaban. Boris cerró las manos en forma de puño al saber que ese era el destino de Shura si no se apuraba.
Siguió la energía de su amado hasta llegar a las puertas de una sala en concreto. Al tocarla pudo detectar el oscuro poder que la envolvía para que permanezca cerrada.
Sin embargo su poder interior era mucho más intenso. Tenía el poder del fuego nada menos, y su fuego no podía ser extinguido por el agua volviendolo más peligroso. Boris lo utilizó en esos momentos para destruir esa oscura barrera protectora. La puerta se abrió y él pudo entrar.
Aquel era un sitio sombrío con multiples columnas de las cuales salían cadenas y grilletes. Los esqueletos de sirenas y tritones encadenados allí se sucedían en un laberinto sin fin.
Boris sentía la presencia de su Shura con mayor intensidad, esto le indicaba que estaba cerca de su amado. El tritón dorado contemplaba aquel macabro espectaculo con asombro aterrador. No sabia que en el océano pudiesen existir criaturas tan monstruosas en verdad.
Frunció el ceño al darse cuenta que tenía muchisimo por aprender en verdad. Pero con la ayuda de Shura lograría cualquier cosa.
Shura fuí tan idiota, perdoname mi amor. De no haber sido tan terco no estarías en esta situación mi amor. Lo lamento tanto.
Pensando aquello Boris iba adentrandose cada vez más en ese sitio sin percatarse de las multiples trampas que lo invadían hasta que cayó en una de ellas. Era unas algas marinas peculiares cuyas lianas negras lo envolvieron en cuestión de segundos, sin darle posibilidad de nada. Boris no pudo moverse y para su desesperación vio que estaba siendo arrastrado al interior de una boca hecha de acero cuyos afilados dientes lo aguardaban con sediento placer.
Podía ver los esqueletos de varias criaturas del oceano despedazados alrededor de esa dentadura infernal que medía cinco metros de ancho y tres metros de altura. Si no hacía algo pronto sus días estaban acabados.
Pensó en Shura y en su padre. No quería dejarlos. No podía dejar a su amado allí. Había llegado demasiado lejos para rendirse ahora.
Boris...ayúdame por favor...
La suplicante voz de Shura resonó en su mente, estaba luchando por resistir lo que sea que le estén haciendo esas odiosas criaturas. Esto bastó para encender una vez más su determinación y conjurar el poder del fuego para hacerlo aparecer en el momento justo.
El fuego dorado eliminó aquellas oscuras lianas que lo tenían prisionero y lo arrastraban a una irreversible muerte. Pero no quedó allí, siguió expandiendose hasta despedazar por completo esa horrenda trampa.
Cuando aquello acabó se colocó de pie respirando entrecortado. Su fuego seguía encendido por lo tanto pudo ver los multiples cadaveres del lugar. Era una tumba aquello.
¡Boris! ¡Ayúdame por dios!
Los desgareadores gritos de su amado retumbaron en su mente desesperandolo. Volteó frenético, sabiendo que provenían del otro lado de esa puerta hecha con lianas azules.
¡Shura! ¡No te rindas mi amor! ¡Aquí estoy!
Con intensa desesperación Boris nadó hacia esa dirección atravesando dicha puerta para perderse en la oscuridad del siguiente nivel.