—¿Bueno? —Preguntaba después que sonara el teléfono un par de veces. —¿Quién habla? —El silencio había sido muy largo pero al final la persona del otro lado de la línea decidió responder.
—Soy yo. —Respondió Berenice con un tono muy serio y con voz baja.
—¡Amiga! ¿Qué pasó? Llevas días desaparecida. —Lorena se alegró mucho de escucharla. —Desde que te enojaste por ya sabes que…¿Por qué me hablas a la casa? No pude saber que eras tú.
—Ni me digas, desde ese día me han pasado cosas muy raras. Por eso es que te llamo. —Cambió el tono de voz a modo serio. —La verdad ese día me enojé mucho y borré tu número de mi celular, encontré el de tu casa en unos papeles y te llamé.
—¿Qué tipo de cosas? —Respondió Lorena un poco intrigada. —No me extraña, siempre has sido muy extremista y la reina del drama.
—Sueños extraños, donde siempre veo ese amuleto que tu amiga la bruja me regaló. Ya me lo he quitado y aún así sueño siempre con él.
—Osea que me debo a ese amuleto el que te hayas dignado a hablarme. —Siempre tenía un comentario sarcástico.
—No empieces por favor. —Seguía muy apática. —Me preocupa porque no es normal, son sueños muy raros, como si los viviera yo. Al principio creí que me estaba sugestionando pero ya no lo creo más.
—No se que decirte, yo nunca he usado algo como eso. La única que puede ayudarte es la madam pero no sé si quieres ir nuevamente.
—Si es necesario iré. No es posible que me sienta peor que ese día, debe tener alguna garantía por su trabajo. —Suspiró levemente. —Necesito despejarme.
—Tal vez te hizo algo por lo que dijiste. —Intervino Lorena.
—¿Qué es lo que dije exactamente? —Comenzaba a molestarse. —Solo que no había sido de ayuda y que perdí mi tiempo al estar ahí. ¿Eso es una ofensa?
—¡Hey tranquila! —Se expresó también con molestia. —En verdad necesitas un hombre y salir, ya no resistes ni una pequeña broma. Obvio que no le hiciste nada malo, solo estaba jugando un poco contigo pero desde hace tiempo que no tienes el mismo sentido del humor.
—Y tú desde hace tiempo que no tienes el mismo sentido de comprensión. —Suspiró nuevamente, esta vez para cortar la plática. —Creo que fue un error haberte llamado, solucionaré mis problemas yo sola.
—Amiga cálmate, tienes razón yo no debí hacer ese comentario pues me estabas platicando algo serio. —Su tono era de arrepentimiento. —Por favor disculpame y déjame ayudarte, sabes que no te dejaré sóla.
—¿Pero que puedo hacer? —Cambió su tono a desesperación. —¿Ahora debo intentar con un psicólogo?, ¿irme de vacaciones? o simplemente ¿Cambiar de domicilio?
—¿Qué te parece si antes de que hagas algo tan dramático me dejas invitarte la comida que tenemos pendiente y así lo platicamos mejor de frente?
—Si, creo que eso ayudaría, me voy a cambiar y en treinta minutos salgo para la plaza. Nos vemos donde siempre.
Las dos amigas se reunieron en una cafetería ubicada en una plaza comercial en el centro de la ciudad. Ese había sido su punto de reunión en varias ocasiones.
En su rutina, estaban tomando un café para platicar de sus asuntos y en dos horas salir para pasar a una tienda de ropa a cuatro locales de distancia de su ubicación actual. En ese lugar siempre había ropa que las sorprendía y que su gusto visual las obligaba a comprar algo.
De ahí se dirigían a la pista de patinaje para distraerse con las caídas de algunos de los patinadores, después pasaban a algún restaurante de comida rápida y por último a una tienda de bolsas, aunque en esta última solo era para observar.
Este día parecía que las cosas serían distintas. Berenice no tenía ánimos de nada, ni siquiera de tomar el delicioso café que en muchas ocasiones disfrutaba sin preocupaciones.
Estaban sentadas en la mesa mas lejana a la entrada principal por petición de ella. Ahí solo podían ver el interior de la cafetería pues estaban muy alejadas de alguna ventana donde normalmente elegían para mirar a las personas que pasaban por ahí.
—Ahora si, platícame con detalle que está pasando por favor.
—Creo que me estoy volviendo loca.
Ambas pidieron un capuchino de chocolate que era la especialidad en esa cafetería. Por obvias razones, una había bebido más cantidad disfrutando de su sabor, mientras que la otra solo lo había movido provocando que la espuma comenzara a bajar.
—Desde ese día me he sentido más pesada, como que no descanso y mis emociones se han amplificado más.—Su tono de voz inducía la preocupación.—Sé que he estado algo neurótica por mi reciente ruptura, engaños, etc. Pero eso es algo nuevo, me siento muy diferente. No sé cómo explicártelo.
—Háblame de esos sueños que has tenido. —Pidió su amiga interesada por conocer la historia…avalando el interés… comiendo un pan de nuez.
—Ese día tuve uno donde viajaba a ese lugar, parecía como de la época prehispánica por sus ropas y las pirámides, pero había una pareja que estaba ahí. Yo detrás de ellos como si una cámara me mostrara la grabación. Ella tenía el amuleto que te mencioné. —Suspiró profundamente y al fin se animó a dar un trago al café. —Se veían tan felices, una pareja que expresaba el amor verdadero en todo su esplendor. Incluso llegó a ser incómodo tanta miel y pasión que desbordaban, creo que debido a eso desperté.
—¿Estás segura qué era el mismo amuleto? Quizá solo te sugestionáste.
—Esa posibilidad pasó por mi cabeza pero, ¿Qué tipo de sugestión te hace soñar con la misma pareja todos los días cuando duermes?—Se llevó las manos a su cabeza en señal de estrés. —Sería tanto como verlos todo el día en mi rutina que hasta la hora de dormir aparecen. Pero son personas totalmente desconocidas en una época igual de desconocida para mí, no le encuentro el sentido.
—Tampoco es para que te consideres una loca, alguna explicación debe haber. Quizá el amuleto trae la energía de esos dos seres. Madam dijo que era muy antíguo, para mí esa es la explicación. —Bajó el tono un poco y se acercó a ella. —Quizá venían los espíritus ahí y te están tratando de dar un mensaje. ¿No has notado algo anormal en tu departamento?