La oficina siempre limpia, todo en su correcto lugar, así era como le gustaba mantener las cosas. Eso hablaba de gente que sabe lo que está haciendo, y él sabía lo que estaba haciendo y porqué lo hacía también. Se mantenía sereno ante cualquier cosa porque había planeado esto desde hacía mucho tiempo, difícilmente habría algo que lo sorprendiera porque había ensayado hasta el mínimo detalle. Y en el lejano caso que algo saliera mal, también tenía un plan b.
El timbre sonó en la puerta, no le agradaba que lo fueran a buscar hasta su oficina, les había dicho a sus ayudantes que todo asunto relacionado con su plan debía tratarse en el punto de reunión, pero no podía dejar a Gerson afuera, alguien podría verlo y sospechar algo. Lo dejó entrar presionando el botón que tenía en su escritorio.
Gerson entró, le repugnaba verlo, siempre estaba sucio de arcilla o de cualquier otra cosa.
–Gerson, maldito infeliz–lo reprendió–, sabes bien que no me gusta que vengas aquí.
–El chico nos descubrió–anunció mirando hacia la ventana con esa sonrisa torcida suya.
–Exactamente a qué te refieres con “nos descubrió”.
–Encontró a Sebastián en un callejón, aún no sé si Sebastián dijo algo.
–Ese gusano no hablaría, ama demasiado su vida como para saber lo que le conviene.
Un silencio se generó en la oficina mientras pensaba.
– ¿Qué hay del canon? –preguntó.
–Estoy seguro que aún no sabe usarlo–respondió Gerson.
–Vaya–contestó frotándose la barbilla pensativo–, no creo que tarde mucho en aprender. Elyon tiene prisa también.
Todo volvió a quedar en silencio, aunque el chico los hubiera descubierto aún no representaba una amenaza, eso significaba más tiempo para continuar con su trabajo.
–Muy bien–dijo al fin–, lárgate ya, sigan trabajando como siempre. En cuanto a ese inútil de Sebastián, búscalo, castígalo por su imprudencia y averigua que le dijo al chico.
Gerson dio media vuelta para salir de la oficina pero se detuvo en la puerta.
–Hay otra cosa que debe saber–comentó.
– ¿Qué es?
–Hay una chica con él, también estaba interrogando a Sebastián.
– ¿Y quién es?
–Abigaíl, me parece.
Tomó asiento lentamente y apartó la taza de café que tenía frente a sí. Era extraño que Elyon pensara en involucrar a esa chica en el juego, no parecía muy… lógico.
–Interesante–susurró– ¿qué juego estará jugando Elyon?