Amor Mentalista

17

—Ya me cansé—una voz hacía eco, muy a lo lejos—, he intentado de todo. Simplemente no puedo destruirlo.

—Al menos te tocó esa cosa de metal, a mí me tocó la chica…—se quejó otro— Dios, sí que es molesta.

Poco a poco empecé a ser consciente de mi cuerpo, me dolían todas las coyunturas, al respirar sentía mil cuchillos pasando por mi pecho, sin mencionar que la circulación en mis manos y pies era casi nula.

—Sí, escuché que te pateó la cara—se burló el primero.

—¡Cierra la boca! Puedo soportar hacer miles de cosas, pero jamás golpearía a una mujer.

—¡Vaya! Tienes principios después de todo.

Como deseaba que esos dos idiotas cerraran la boca de una buena vez. Necesitaba averiguar en donde estaba. Por el eco que percibía, diría que estaba en un espacio cerrado de aproximadamente ocho metros cuadrados, eso considerando que mis oídos ya se hubieran recuperado y percibieran el sonido correctamente.

No me arriesgué a hacer ningún movimiento, esperé hasta que los dos tipos volvieron a concentrarse en golpear no sé qué cosa, y entonces decidí abrir mis ojos, despacio, sin llamar la atención.

El lugar en el que estaba se acercaba mucho a lo que me había imaginado en un principio, era completamente cerrado, no tenía ninguna ventana que pudiera proveer luz, al menos no que entrara en mi campo de visión. La única luz la otorgaba una lámpara que pendía en el centro de la sucia habitación. Podría haber sido un taller, el piso sin azulejo estaba manchado de grasa, había largas mesas por todo alrededor de la habitación, sin embargo, estaban vacías. La única mesa que contenía algo, era la que estaba frente a mí y donde los dos tipos trabajaban con interés sobre algo que no alcanzaba a ver.

Yo estaba sentado y fuertemente atado a una silla, las puntas de mis dedos estaban frías por la falta de circulación. Los guardias aún no se habían dado cuenta de que había despertado y yo seguí mirando mi celda. Iba a ser un reto enorme lograr salir de este lugar. La puerta era de hierro, con una pequeña ventana en la parte superior. Mis pies también estaban atados, y por si fuera poco, la silla también era de hierro y estaba clavada al piso, genial.

—Debo irme—dijo el segundo guardia—, si dejo demasiado tiempo sola a la chica, seguramente hará destrozos.

—Muy bien—respondió el primero—, seguiré trabajando en esta cosa, estoy seguro que pronto cederá.

—Bien.

El segundo guardia salió por la puerta y el primero continuó con su trabajo. Usaba todo tipo de herramientas: sierras eléctricas, sierras de mano, mazos, taladros etc. Se le veía frustrado, sea lo que sea que estuviera haciendo, no estaba dando resultado. Tomó un pañuelo y limpió el sudor de su frente. Al parecer estaba muy confiado en que no me escaparía de ningún modo, el arma que supuse que era de él, estaba apoyada contra una esquina, muy lejos de él. Creo que de verdad tenía bases para creer que jamás saldría de ahí.

Mientras seguía trabajando, una de sus herramientas escapó de su control y lastimó su dedo.

—¡Maldición! ¡Rayos! —gritó, mientras sujetaba fuerte su dedo. De haber sido otra la circunstancia, me habría reído, pero ya que estaba indefenso y completamente atado, preferí no decir nada.

El guardia finalmente se dio cuenta que había despertado.

—¡Ah! Bienvenido de regreso—dijo, intentando ocultar su dolor—, creo que esos de ahí arriba se excedieron un poco, pero no podías pedir algo diferente. Nadie se había atrevido a invadir nuestra fábrica. Estás en un grave problema, chico, el jefe estaba satisfecho de verte aquí, y eso querido amigo, es mucho más aterrador que verlo enojado.

—Necesitas hielo para ese dedo, torpe.

Sí, hacer enojar al guardia quizá no era el mejor plan para escapar.

El guardia pareció molestarse al principio, pero luego una auténtica sonrisa amable apareció en su rostro.

—En realidad siento pena por ti—comentó—, el jefe no nos dijo que planeaba contigo, pero lo conozco suficiente como para saber que te espera algo horrible. Puedes burlarte todo lo que quieras, no tienes oportunidad de escapar.

—¿Por qué el rector necesita producir tantos paquetes? ¿Planea envenenar a todo el país?

El guardia sonrió a medias y caminó hacia mí, creí que me golpearía o algo parecido, pero en lugar de eso, aflojó mis amarras y permitió que la sangre fluyera con mayor libertad por mis extremidades. Este guardia no parecía ser tan malo.

—En realidad podrás preguntarle todo lo que quieras en un momento más. Me pidió que le avisara cuando despertaras.

—Que ansioso estoy de verlo—dije con sarcasmo.

El guardia me ignoró y caminó directo a la salida. Escuché cómo cerraba con llave, incluso con una pesada aldaba y me sumergí en la soledad. Logré ver que el artefacto en el que trabajaban con tanto interés era mi pulsera Canon. A pesar de haber sido atacada con cientos de herramientas diferentes, no se veía marca alguna, está de más decir que mi corazón se fue hasta el suelo cuando me di cuenta que me la habían quitado. Este era el momento en el que me arrepentía de mis actos.

Intenté liberar mis manos de las amarras, pero a pesar de que el guardia las había aflojado, aún me era imposible soltarme. Me rendí al cabo de unos minutos. Necesitaba un plan, además, ¿qué era lo que el segundo guardia había dicho? ¿Qué habían capturado una chica? ¿estaría hablando de Abigaíl? Por lo que a mí respecta, es la única chica que hubiera sido capaz de seguirme hasta un lugar tan peligroso, y por lo tanto, estaba en peligro también. Podría ser que Abi no era mi persona favorita, pero tampoco iba a dejar que la hirieran o algo peor.




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