Amor Mortal

3.propuesta de matrimonio

Hasna estaba siendo trasladada a una nueva prisión en un coche con dos oficiales mujeres y un oficial hombre. Mientras miraba por la ventana las calles que pasaban, una ola de arrepentimiento la inundó. Había dado por sentado su libertad, sin apreciar nunca la simple capacidad de moverse a su antojo. Ahora, despojada de su libertad, se daba cuenta de lo bendecida que había sido. A pesar de estar frente a la ejecución, sentía una inesperada gratitud por los pocos días extra que le habían concedido. Agradecía poder ver las calles, a la gente, y el cielo, aunque solo fuera a través de la pequeña ventana del coche. La gratitud llenaba su corazón, entremezclándose con el miedo por lo que le aguardaba.

De repente, el jeep de la policía se detuvo. Al principio, Hasna no pensó mucho en ello, suponiendo que era un problema menor del coche. Pero momentos después, una de las oficiales le indicó que saliera del vehículo. Mientras obedecía, notó que otro coche esperaba cerca, con tres desconocidos en su interior. La inquietud comenzó a invadirla al darse cuenta de que los oficiales no bajaban con ella. Al notar su confusión, uno de los oficiales explicó: "Estas personas te llevarán a la nueva prisión."

El corazón de Hasna comenzó a latir con fuerza, pero permaneció en silencio, cautelosa ante lo que podría pasar si cuestionaba demasiado la situación. Los extraños parecían imperturbables, sus rostros inmutables mientras le hacían un gesto para que subiera al coche.

Cuando el vehículo arrancó, los ojos de Hasna se quedaron fijos en las calles, tratando de memorizar la ruta. Pasó una hora y empezó a sentirse cada vez más incómoda. Algo no estaba bien. "Este no es el camino hacia Chittagong. ¿Adónde me están llevando?" exigió, su voz delatando el creciente pánico.

La mujer sentada a su lado se giró, con una expresión serena, casi demasiado serena. "No te preocupes," dijo suavemente. "Estamos tomando un desvío. Tenemos que terminar unos trámites en otra ciudad antes de ir a la nueva prisión."

Pero Hasna no se convenció. Su intuición le decía que algo iba terriblemente mal. Intentaba mantenerse calmada, pero el miedo la devoraba, haciéndola sentir atrapada e impotente. La incertidumbre era insoportable. ¿Adónde la estaban llevando realmente? ¿Y qué le pasaría una vez que llegaran?

De repente, el pánico la dominó. Sin pensarlo, se lanzó hacia la puerta, intentando escapar. Pero la oficial junto a ella reaccionó con rapidez, sujetando el brazo de Hasna con un agarre férreo. "¡Déjame ir!" gritó Hasna, forcejeando en un intento desesperado por liberarse. Entonces sintió una punzada aguda en el cuello. Instintivamente, su mano voló hacia el lugar, pero su visión ya comenzaba a nublarse. Lo último que escuchó antes de que la oscuridad la envolviera fue la fría voz de la oficial: "No te preocupes. No causará más problemas."

Cuando Hasna despertó, se encontró en una pequeña habitación exquisitamente decorada, con una cama mullida y un suave edredón. La habitación era acogedora, con una brisa ligera que se colaba por la ventana abierta. Por un breve momento, sintió alivio, permitiéndose disfrutar del agradable entorno. Pero luego los recuerdos volvieron, y el pánico se apoderó de ella de nuevo.

Saltó de la cama y corrió hacia la puerta, solo para descubrir que estaba cerrada con llave. Desesperada, se apresuró a la ventana, esperando encontrar una forma de escapar, pero se encontró con una vista impresionante del mar resplandeciente. Las olas rompían en la orilla, burlándose de ella con su libertad.

El corazón de Hasna latía con fuerza mientras la realidad la golpeaba: estaba siendo retenida en ese idílico lugar. ¿Pero por qué? ¿Y por quién? Mil preguntas cruzaron su mente mientras buscaba desesperadamente algún medio para escapar.

El miedo la envolvió mientras pensamientos oscuros inundaban su mente. ¿Estaba allí por algún propósito siniestro? Gritó, "¿Por qué me han traído aquí?" Su voz resonó en la habitación, pero no obtuvo respuesta. Gritó de nuevo, "¿Por qué me han traído aquí? ¡Quiero volver a la prisión! ¡Quiero regresar!"

Silencio. La única respuesta fue el burlón estruendo de las olas afuera.

Intentó calmarse, respirando profundamente mientras examinaba la habitación de nuevo. Quizás esto era un error. Quizás había una razón por la que la habían llevado allí. Pero ¿cuál?

En la esquina de la habitación, notó una pequeña mesa con comida y agua. Su estómago gruñó, recordándole lo hambrienta que estaba. Se acercó a la mesa con cautela, sus manos temblaban mientras tomaba la comida. Sabía bien, casi demasiado bien, y mientras comía, un pequeño sentido de normalidad regresó, aunque brevemente. La comida era deliciosa, y el agua refrescante, pero la puerta cerrada y las preguntas sin respuesta seguían flotando en su mente, proyectando una sombra sobre todo.

Tras terminar su comida, Hasna volvió a intentar abrir la puerta, tirando con todas sus fuerzas del picaporte. No se movió. Se sentía atrapada, prisionera en una jaula dorada. Derrotada, se sentó en la cama, su mente girando con pensamientos de escape y los motivos desconocidos de sus captores.

El tiempo pasaba lentamente, cada segundo parecía una eternidad. Inquieta, comenzó a caminar de un lado a otro por la habitación, inspeccionando cada rincón en busca de pistas. Fue entonces cuando notó un pequeño trozo de papel en el suelo. Lo recogió, su corazón latiendo con fuerza mientras leía el mensaje: "No te preocupes, estás a salvo aquí. Pronto te explicaremos todo."

Una pequeña ola de alivio la inundó, pero pronto fue ahogada por un torrente de preguntas. ¿A salvo? ¿Cómo podía estar a salvo cuando no tenía idea de dónde estaba o quién la había traído allí? Se sentó de nuevo, aferrando la nota, esperando ansiosamente la explicación prometida.

Más tarde, al avanzar el día, Hasna se encontró rezando, buscando consuelo en su fe. Las lágrimas corrían por su rostro mientras se postraba, su corazón pesado de miedo y confusión. Derramó su angustia ante Alá, suplicando por guía y fortaleza. Cuando terminó su oración, se sentó en la cama, una extraña calma la envolvió.




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