Amor Mortal

8.¿Hasna o Sara?

Hamza contestó la llamada y presionó el botón de su dispositivo Bluetooth. "Hola, cariño, ¿me extrañas?" dijo, esperando escuchar la voz de Sarah al otro lado. Escuchó la risa suave de Sarah y ella respondió: "Sí, ¿dónde estás ahora?"

"De camino a casa."

"Escucha, ¿has pasado por la tienda de 'Haji Misthanno Vandar'?"

"No, querida, estoy en la carretera principal. ¿Por qué?"

"En realidad, trae unos dulces de allí. Tenemos una dawat en casa, ¿recuerdas? Quiero servir dulces a los invitados."

"Claro, tu deseo es mi orden."

Hamza no se dio cuenta de que un camión venía frenéticamente hacia él. A medida que se acercaba a su vecindario, vio un camión que se dirigía en dirección opuesta. De repente, el camión se desvió y lo golpeó de frente, provocando que su coche girara fuera de control y chocara contra un árbol cercano.

Cuando Hamza comenzó a recuperar la consciencia, sintió un dolor agudo en la cabeza y un dolor sordo en las extremidades. Su visión estaba borrosa y luchaba por enfocar su entorno. Mientras sus ojos se acostumbraban a la luz, vio a Sarah sentada a su lado, con los ojos rojos e hinchados por haber llorado.

"¡Hamza! Gracias a Dios, ¡estás despierto! Pensé que te iba a perder", exclamó Sarah, con alivio claro en su voz.

Hamza intentó hablar, pero su garganta estaba seca y áspera. Hizo un gesto pidiendo agua, y Sarah rápidamente le llevó un vaso.

"¿Cómo te sientes?" preguntó, con preocupación en el rostro.

Hamza dio un sorbo de agua antes de responder. "Estoy... estoy bien. ¿Qué pasó?"

Sarah le explicó que había tenido un accidente automovilístico y que ella había estado a su lado desde que lo trajeron al hospital. Le dijo que tuvo suerte de haber sufrido solo heridas leves y que pronto sería dado de alta.

En los días siguientes, la condición de Hamza mejoró y finalmente fue dado de alta del hospital. Sarah lo ayudó a volver a casa, y pasaron la siguiente semana juntos mientras él se recuperaba. Pronto, Hamza volvió a su rutina normal.

Durante su estancia prolongada en casa, Hamza notó un deterioro gradual en la actitud de su madre hacia su esposa, Sarah. Estaba desconcertado por este comportamiento inesperado y luchaba por comprender cómo reconciliar a las dos. A pesar de sus esfuerzos por reparar la relación, nada parecía funcionar. Una tarde, al llegar a casa del trabajo, Hamza escuchó una conversación entre Sarah y su madre.

"Estoy genuinamente preocupada por tu futuro, Sarah," dijo la madre de Sarah.

"¿Por qué, mamá? Estoy perfectamente bien," respondió Sarah.

"¿No lo ves? Tu suegra te detesta. Sé que Hamza te ama y te cuida bien, pero ¿qué pasaría si le ocurriera algo? Su accidente me ha tenido preocupada todo este tiempo. No puedo evitar imaginar lo que te pasaría si él muriera."

"Mamá, por favor, no digas cosas tan terribles," suplicó Sarah.

"Solo trato de ser realista. No tendrás dónde ir, y no tienes seguridad. Sabes que estoy viviendo en casa de tu tío y cómo me tratan. No quiero que tengas el mismo destino que yo," dijo su madre, con lágrimas corriendo por su rostro.

El corazón de Hamza se aceleró al escuchar la conversación. La madre de Sarah tenía un punto válido, y se dio cuenta de que había descuidado un aspecto esencial de su futuro. Sintió una fuerte urgencia por corregir esto.

Al día siguiente, buscó asesoramiento legal y solicitó los documentos para transferir la propiedad de su casa a nombre de Sarah, sin que ella lo supiera. Sabía que Sarah se opondría, pero estaba decidido a asegurar su futuro, pase lo que pase.

Le tomó varios días finalizar el papeleo. Hamza firmó los documentos, los selló en un sobre y escribió el nombre de Sarah en él. Lo dejó en la encimera de la cocina, guardando la noticia para sí mismo, consciente de que esto provocaría controversia y discusiones. Pero, en el fondo, sabía que era lo correcto.

El coche de Hamza se detuvo bruscamente cuando llegó a su casa. El vigilante no estaba a la vista, y su confusión solo aumentó cuando notó la puerta principal abierta de par en par. Entró cautelosamente, con el corazón latiéndole con fuerza ante la sensación premonitoria de que algo andaba terriblemente mal. A medida que avanzaba por la casa, con los sentidos en alerta máxima, escuchó un ruido débil que provenía del cuarto de su madre. Acercándose, se preparó para lo peor.

"¿Quiénes son ustedes?" demandó Hamza, entrando a la habitación para ver a dos extraños de pie sobre el cuerpo sin vida de su madre. Su corazón dio un vuelco en el pecho ante la visión que tenía ante él.

Uno de los hombres se volvió hacia él con una expresión sombría. "Esto no debía haber sucedido," murmuró en voz baja, sin dirigirse directamente a Hamza.

El estómago de Hamza se contrajo con una mezcla de dolor y furia mientras se arrodillaba junto al cuerpo de su madre, con los dedos temblando al tocarle la muñeca en busca de un pulso. No había ninguno. "Mamá," susurró ronco, con lágrimas nublando su visión. Miró a los extraños, que parecían igual de sorprendidos por su repentina aparición.

Dándose cuenta del peligro en el que estaba, la mente de Hamza comenzó a correr. Antes de que pudiera reaccionar más, los hombres se movieron rápidamente, inmovilizándolo. Le ataron las manos y los pies, dejándolo en el suelo junto al cuerpo de su madre.

Mientras Hamza luchaba contra las cuerdas, sus pensamientos se dirigieron a Sarah. Sabía que tenía que encontrarla y pedir ayuda. Miró alrededor de la habitación, desesperado por encontrar algo que pudiera usar para liberarse. Sus ojos se posaron en un pequeño cuchillo en la mesita de noche, y con gran esfuerzo, logró alcanzarlo y comenzó a cortar las cuerdas.

Una vez libre, Hamza salió corriendo de la habitación, con el miedo apoderándose de él mientras buscaba a su esposa. La encontró en su dormitorio, con uno de los hombres de pie amenazadoramente cerca.




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