Amor o codicia

Capítulo 15.

Después de ese suceso, las tardes para Vicente cambiaron de manera radical. Al llegar del trabajo, a veces se encerraba en la oficina solo, pero la mayoría del tiempo Valeria entraba con él, o si no pasaban el rato en la sala de estar. A veces pasaban jugando juegos de mesa como dominó, damas e incluso gato, basta o timbiriche; cuando jugaban este último él acostumbraba a usar un lapicero azul y ella uno rojo. Podían pasarse las tardes completas jugando, charlando, o si no en el pequeño sillón de la oficina entretenidos en una sesión cálida de besos. A veces también veían películas o, aunque fuera raro para Vicente, jugaban con Coco; a pesar de su previo desagrado hacia el animalito, ya le estaba tomando cariño.

Una tarde, Vicente decidió en enseñarle a jugar ajedrez a Valeria. La chica, después de mucho esfuerzo, memorizó el movimiento de las piezas pero la técnica le costaba muchísimo.

—Esto es muy aburrido —suspiró por enésima vez en esa tarde—. Tal vez podríamos jugar algo más.

—Te parece aburrido porque no le has tomado el sabor, pero yo sé que te gustará una vez que ya sepas más, ¿a qué sí?

—Ay, no sé, como que no me gusta.

—Intenta. Este juego lo jugaba mucho con mi padre cuando era niño —recordó con nostalgia—. En verdad me gusta y ya tiene mucho tiempo que no lo jugaba.

—Está bien, está bien, jugaré contigo pero con una condición.

—¿Cuál?

—Que me recuerdes si el alfil es el que se mueve en diagonal o en línea recta.

—En diagonal.

—Solo quería confirmar —dijo en tono bromista.

—Ya sabía —sonrió.

Su relación “clandestina” era sabida por todos en la casa. A pesar de que sí eran discretos, Valeria les comentó a Juliana y a Flavio. Y una vez Ágata los descubrió dándose un pequeño beso; ellos no la vieron y solo fue un piquito, pero aun así la chica les comentó el chisme a Carmela y a Martina. La otra chica y ella a menudo murmuraban entre ellas y hacían sus propias especulaciones de cómo había surgido el amor entre el dueño de la casa y su hermanastra, pero Martina se limitaba a escucharlas y no decir absolutamente nada.

Por su parte, Vicente se dio cuenta de que, efectivamente, sus temores se estaban volviendo realidad puesto que se estaba enamorando perdidamente de Valeria. Se dio cuenta un sábado en la tarde, en que ambos se encontraban a los besos en el jacuzzi del baño principal. La primera vez que se enteró de que Juliana había comprado una bañera de hidromasajes le pareció un gasto absurdo e innecesario, ya que una vez que la adquirió solo la usó como dos veces y ya, casi nadie la utilizaba puesto que, al principio, no tenían mucho tiempo para relajarse de esa manera y después no les daban ganas de usarla, pero en ese momento a Vicente le pareció el mejor gasto que había hecho su madrastra. A pesar de que ambos estaban usando traje de baño, la situación era excitante y apasionada. El joven posó sus manos en la cintura de Valeria y profundizó un beso en lo que ella lo abrazaba con fuerza. Una vez que se separaron, la chica hizo un camino de besos, desde su frente, mejillas, barbilla hasta su clavícula, cuello y posteriormente, a su hombro izquierdo. Una vez allí comenzó a hacerle una sugilación.

—No hagas eso —le advirtió—. Se verá horrible.

—Pero tú siempre usas camisas con cuello — dijo entre pequeñas mordidas —, no se notará.

—Igual no me agrada.

—Está bien. —Dejó de succionar su piel. Luego lo miró y besó su mejilla. La situación también era extraña para ella, pues nunca creyó que podría estar tan a gusto al lado de Vicente, pero lo estaba y trataba de no darle muchas vueltas al asunto.

En lo que la chica se recostaba en su pecho, Vicente se quedó pensando en por qué no se había atrevido a decirle nada a Juliana. Siempre que tenía la oportunidad de conversar con ella, se acercaba y comenzaba a hablar de algo irrelevante, pero cada vez que estaba a punto de decirle acerca de la relación que mantenía con su hija, cambiaba el tema de repente. No se atrevía a decirle. Juliana, por su parte, estaba atenta a sus palabras, pues se imaginaba por donde iba el asunto, pero siempre que le terminaba diciendo otra cosa, ella se aliviaba interiormente; lo mejor era que creyera que no sabía nada, haría las cosas mucho menos complicadas. Vicente sabía por qué no quería decirle nada pero se negaba a aceptarlo. Creía que Juliana no iba a darle autorización, y no quería dejar de ser “novio” de Valeria; tampoco se iba a atrever seguir saliendo con la chica después de que su madre le negara el permiso, o tal vez sí pero iba a sentirse incómodo e hipócrita.

—Qué bonita eres.

Valeria abrió los ojos y sonrió.

—¿Qué tanto?

—Muchísimo.

Ella esbozó una sonrisa. Estaba segura de que cualquier otro chico que actuara como sus exnovios de seguro, en esa situación, ya hubiera intentado ir más allá, pero Vicente era muy respetuoso y recatado, no quería ir tan rápido con ella.

—Eres tan lindo.

—Bueno, las chicas nunca habían usado la palabra “lindo” para definirme pero gracias.

Valeria se colocó encima de él y lo vio directamente a los ojos, aquellos ojos hermosos que le encantaban. Vicente sintió su corazón dar un vuelco en el momento en que ella volvió a besarlo con fiereza. Le correspondió de inmediato y trató de seguirle el ritmo, pero al final no pudo, pues en seguida se notaba que ella tenía mucha más experiencia en dar ese tipo de besos salvajes y desesperados. En el momento en que se separó de él, pudo notar sus hermosos rasgos; le pareció una muñeca de porcelana fina. Pero sabía que su corazón palpitaba fuertemente no tanto por la belleza que tenía enfrente, sino por la actitud que emanaba de ella. Le pareció que de la niña antipática y mimada que conoció hacía seis años no quedaba nada, y sí, aunque a veces seguía siendo inmadura, altanera y grosera, ya no le molestaba, incluso le llegó a parecer adorable. También trataba de enfocarse en sus virtudes, como su actitud juguetona, sus bromas, su pasión, ¡todo lo que tuviera que ver con ella le encantaba! Tanto sus virtudes como sus defectos. Fue en ese momento cuando su cerebro hizo clic y se dio cuenta de lo que significaba.



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En el texto hay: hermanastros, amorodio, romance

Editado: 29.03.2021

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